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Adolfo Cabrales, 'Fito'/ COLPISA
«A nuestro primer concierto vinieron treinta personas, novias y amigos»
I ADOLFO CABRALES MATO 'FITO' I MÚSICO Y ESCRITOR

«A nuestro primer concierto vinieron treinta personas, novias y amigos»

El artista publica su biografía 'Soy todo lo que me pasa', en la que el bilbaíno hace balance de su vida y su carrera profesional

MATEO BALÍN

Viernes, 11 de abril 2008, 11:18

«Soy Fito. Soy poca cosa. Me dicen que soy breve. Pero no tengo complejo por ser pequeño de estatura». Copa y cigarro en mano, en uno de esos bares de barra fija, Adolfo Cabrales Mato -más conocido como Fito- habla y habla de su vida mientras Mario Suárez, editor de su primera biografía, graba y toma apuntes. En una serie de coloquio amenos y directos, «digamos que a pecho descubierto», se cocinaron las letras de su canción más difícil, 'Soy todo lo que me pasa', el primer libro que narra las vivencias de un bilbaíno errante, músico de la calle, nervioso compulsivo, cariñoso por doquier y poco amigo de la política.

Pero realmente, ¿quién se esconde detrás de esa imagen inocente, de patillas alargados y aros, que ha puesto de moda su gorra de cazador fino, y cuyos estribillos han hecho vibrar a pequeños, mayores y ancianos hasta vender más de 400.000 copias de su último disco? Hincha del Athletic, estudiante frustrado de mecánica, padre separado de dos hijos, la historia de Adolfo Cabrales Mato comienza en la calle Zabala de Bilbao, el 6 de octubre de 1966. «Vivíamos en un piso normal, en una calle normal, en un barrio normal». Allí permaneció hasta los 10 años, cuando se mudó al «Benidorm del norte» -Laredo, en Cantabria- donde pasó la juventud hasta que llegó la mili. La música, entonces, ya había filtrado en sus venas, a pesar de que la guitarra era un instrumento que «odiaba». Su padre trabajaba en un club de alterne de los de antes en Bilbao, con orquestas en directo, y su 'amatxu' -»una mujer coqueta y bien plantá»- era una artista que tocaba el acordeón antes de dedicarse en cuerpo y alma a la familia. Así creció Fito: entre cafés, cerveza, humo y música.

Novias y amigos

Por entonces escuchaba el rockabilly de los cincuenta, el de piano y voz, y la vertiente del rock de los ochenta, «más fuerte». «Fue una época de Jimi Hendrix hasta que un día descubrí 'Larga vida al rock and roll', de Barón Rojo, y lo flipé. Me quedé el verano de los 16 encerrado en casa tocando sin parar. Ni novias ni amigos», relata Fito en el libro. Llegaron los ensayos, las guitarras eléctricas, la mili en León y Valladolid. Era 1991 y por entonces en Euskadi estaba ya asentado el movimiento llamado rock radical vasco. El primer concierto de 'Platero y tú', en un bar de Plencia, cerca de Bilbao, apenas congregó a 30 personas. «Novias y amigos, y no veíamos un duro». Ahí empezó su aventura.

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