
PABLO ÁLVAREZ
Domingo, 9 de marzo 2008, 13:33
Fue una lástima. El pez chico perdió ayer una oportunidad de, por un día, comerse al grande. Lo tenía ya, de hecho, medio devorado, pero al final resultó que era pura fachada. El grande pegó tres coletazos, y de repente el pequeñín se miró a sí mismo y no descubrió más que carencias. Y así se acabó el sueño: el Naturhouse estuvo a punto de ganar a lo grande al CAI Aragón, pero al final acabó sin premio alguno.
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Lo que más lástima da es la sensación que quedó en el pabellón: la de que, con un poquito más de recambio en un par de puestos, con menos jugadores llegando renqueando al final, el partido se hubiera ganado. Lo cierto es que no es una sensación nueva. Peleando con una epidemia de lesiones que empieza a comprometer gravemente la temporada, el equipo apenas consigue enseñar fogonazos de lo que parece que podría dar de sí.
Tres cuartos de partido
Ayer, de hecho, ese fogonazo duró mucho: 45 minutos. Durante la primera parte y la mitad de la segunda, el Naturhouse fue mejor que el CAI Aragón. La primera parte, en especial, fue realmente buena. Los de Jota supieron defender a un equipo que tiene mucha dinamita, pero que no encontraba huecos suficientes para inquietar a un buen Armand Torrego.
Y arriba, los franjivino estaban sencillamente espectaculares. La siempre dura defensa del CAI no veía el modo de parar las conexiones con el pivote. En esa labor, Diego Pérez Marne e Isaías Guardiola estuvieron sencillamente sensacionales, con pases de lujo y fantasía. Los pivotes lo agradecieron con goles: Oneto hizo 5 y Alonso 2 en la primera mitad, todos sin fallo. Si encima se añade que funcionaba el brazo de Fis y el extremo de Aguirrezabalaga, se entienden las diferencias: hasta 6 goles arriba llegó a estar el Naturhouse (18-12).
La segunda parte iba a ser más dura. El CAI no es un equipo que sepa defender mal durante todo un partido, y así iba a demostrarlo. Cerró el agujero que tenía en el centro, y empezó a salir con fiereza a los alterales. Fis, por ejemplo, no volvió a ver puerta, aunque Isaías estuvo mejor: 5 de 8 en la segunda mitad.
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Y sin embargo, el Naturhouse aguantó a pie firme. Los goles de Guardiola mantuvieron al equipo hasta el minuto 44, guardando la diferencia de 4 goles (26-22).
Entonces el CAI demostró por qué es mejor equipo. Primero aparecieron dos enormes jugadores, Hussein Ali Zaky y Marco Krivokapic. El egipcio se inventó dos golazos con los defensores encima, y el serbio sacó un obús cuando los árbitros ya pitaban pasivo. Además, en la otra portería apareció Pablo Hernández, muy gris toda la noche, pero enorme en el tramo final: paró 10 de 13 lanzamientos en apenas un cuarto de hora. Y eran lanzamientos claros, de 6 metros. Además, Tvedten falló un penalti tirando a la madera: el Naturhouse dio hasta 5 postes durante todo el encuentro.
Así, un terrible parcial de 0-6 dio la vuelta al marcador (26-28, minuto 51). Aún encontró el Naturhouse piernas para otro arreón (29-28) pero eso fue todo. De repente, los de Jota se miraron y no vieron más que agujeros: los dos pivotes, muy tocados ambos, sobre todo Oneto, estaban muertos pidiendo el cambio. Isaías Guardiola, único lateral zurdo, boqueaba sin aliento. La defensa flaqueó en el momento decisivo, y enfrente Pablo seguía parando.
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Un lástima, en fin. Faltaron piernas para la hombrada.
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