
CARLOS FERRER
Domingo, 17 de febrero 2008, 14:27
La marea azul, la hinchada del Haro Rioja Voley, adornó de forma especial el pabellón de El Ferial ante la visita del equipo al que más respeto se le tenía, el Universidad de Granada, el único que ha ganado a las jarreras en la temporada, allí por tierras andaluzas.
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Pero no se quedó en el adorno, sino en el apoyo constante y el ánimo puntual en cada jugada para que las riojanas sacaran adelante un partido que, aunque por el resultado de 3-0 puede parecer cómodo, les hizo trabajar a fondo durante todo el partido.
De ahí la ovación final de la grada y el agradecimiento de las jugadoras, que sintieron el aliento de su público como nunca, en lo que deportivamente se puede considerar como un paso de gigante para conseguir una de las plazas que dan opción a la Superliga. Hugo Gotuzzo decía al finalizar el partido que era un «paso importantísimo»: «Quedan varios más, pero este ha sido muy largo, de gigante», enfatizó.
Mucha igualdad
Sobre la cancha, mucha igualdad, destacando la entrega de las doce jugadoras que pisaban el parqué en cada jugada. Las de casa, porque querían dejar todo claro y las foráneas, entre las que destacaba la líbero -la riojana Elena Esteban- porque se lo jugaban a una carta todo, después de los tropiezos que han tenido en anteriores encuentros.
Se produjeron tantos de auténtico infarto, con remates y más remates, con sus subsiguientes bloqueos o recepciones excepcionales y de gran calidad. Y cuando más falta hizo, con 23-22 en el primer set y 22-23 en el segundo, fue cuando salió a relucir la calidad individual de las jugadoras jarreras, tanto en el bloqueo como en la finta o el remate, deshaciendo el intento de las rivales de conseguir el triunfo parcial.
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Los dos últimos puntos del segundo set, de bloqueo de Soto y Williams, fueron determinantes para acabar con la moral de las granadinas, que ya no fueron las mismas en el tercero y definitivo.
Además, ayer se pudo apreciar que todas aportan. Hubo un momento en que Maritere no encontró su siempre excelente recepción. Chiqui de Blas la sustituyó con toda garantía.
Y lo mismo pasó cuando Soto, después de pegar varios zambombazos tuvo unos instantes en que se le iban sus remates. Volvió Maritere y resolvió, mientras que las demás seguían haciendo su gran trabajo, como siempre, con calidad, soltura, imaginación y la seguridad que da el contar con unas jugadoras que demuestran cada jornada que están llamadas a jugar al máximo nivel del voleibol español.
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