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J.S.
Sábado, 15 de diciembre 2007, 01:55
En el siglo XVII, en respuesta a una cuestión planteada por el obispo de Quebec (Canadá), la Iglesia católica dictaminó que el castor, el animal nacional de aquel país, era un pez a efectos alimenticios, y, por tanto, la prohibición general de comer carne los viernes de cuaresma no incluía la suya.
Ignorante de que las normas humanas son ciertamente más volubles que las de la naturaleza, el castor se encuentra actualmente en medio de otra batalla. Esta especie, que fue autóctona, pero que desapareció de España hace siglos, ha vuelto al Valle del Ebro; concretamente ha sido detectada en el río Ebro entre Navarra y La Rioja y en sus afluentes Aragón y Cidacos, pero ambos gobiernos autonómicos se proponen erradicarla porque ha sido introducida de forma ilegal.
Por un lado, el castor es una especia protegida, pero, por otro, La Rioja y Navarra han conseguido permiso de la Comisión Europea para acabar con ella por considerarla una amenaza y ya han puesto en marcha un plan de trampeo para capturar a los ejemplares existentes.
Un grupo ecologista belga, Pays des Castors, ha denunciado el asunto ante el Defensor del Pueblo español. Sin embargo, todas las sospechas de la reintroducción ilegal recaen precisamente sobre ellos, aunque lo niegan. «No sabemos quién fue, pero si algún español soltó castores merece una condecoración -declaraba a El País un miembro de la asociación la pasada semana-. Da igual si fueron liberados o si llegaron de forma natural. Es una especie protegida que hace siglos crió allí y el Gobierno debería alegrarse».
Lejos de alegrarse, lo consideran «una salvajada», en palabras de Miguel Urbiola, director general de Medio Natural del Gobierno de La Rioja. «En la primavera del 2003 -denuncia- se introdujeron ilegalmente 18 ejemplares de castor en los ríos Ebro-Aragón, desconociéndose la autoría de una acción realizada sin ningún tipo de autorización administrativa ni participación de las autoridades competentes». La acción, según la Administración regional, podría haber incurrido en la comisión de un delito, dado que el Código Penal español tipifica como tal la introducción intencionada de especies no nativas, y ha sido denunciada ante los tribunales.
60 kilómetros de riberas
Ajenos a la polémica que han suscitado, los ejemplares introducidos en esta zona parecen haberse adaptado perfectamente. No así los que fueron liberados por la misma época en Galicia, donde no salieron adelante en el medio silvestre; se cree que en en ambos casos se trataba de ejemplares criados en cautividad en Baviera (Alemania). En La Rioja y Navarra, en cambio, han colonizado unos 60 kilómetros de riberas.
En el 2005, el biólogo Juan Carlos Ceña, que estudiaba al visón europeo en el río Aragón, entre Milagro y Alfaro, fue el primero en detectar indicios de su presencia: «tala de árboles, restos de forraje, pisadas, madrigueras, toboganes, excrementos y marcas de
castoreum
Posteriormente, la Administración riojana encargó una asistencia técnica para evaluar la distribución de los castores, número de ejemplares y daños causados. Las conclusiones fueron que se localizó su presencia en La Rioja en el río Ebro desde Agoncillo hasta Alfaro, en el Cidacos desde Arnedo hasta Calahorra, y en la desembocadura del Aragón en Milagro, en Navarra. Su población se estima entre 12 y 15 ejemplares, asentados mayoritariamente en el Ebro, «y se constata que están produciendo daños en árboles de ribera y choperas próximas al río, así como modificando hábitats de interés comunitario».
«Protocolo de exterminio»
Dispuestos a acabar discretamente con lo que consideran un serio problema, los gobiernos de Navarra y La Rioja presentaron el caso en junio del 2007 ante el Comité de Flora y Fauna de España, que consultó a su vez a la Comisión Europea, ya que el castor es una especie protegida por la Unión. Finalmente, la Comisión aprobó su erradicación.
Además de la UE, el Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora Salvaje Amenazadas, administrado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se encarga de proteger a esta especie. Pero las condiciones en las que ha sido reintroducida en España se consideran un precedente inadmisible. «Si no erradicamos esta colonia cualquier ecologista podrá soltar los animales que quiera», sentencia Urbiola.
De modo que, de mutuo acuerdo y con todos los permisos reglamentarios, La Rioja y Navarra han puesto en marcha lo que llaman «protocolo de exterminio» para capturar y devolver los ejemplares. Pero si fallan las trampas irán a cazarlos. Y, a todo esto, los castores, sin entender si son carne o pescado.
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