
M. LORENCI
Jueves, 1 de noviembre 2007, 01:46
«Muchacho, que nada ni nadie hipoteque nunca tu libertad de creación». Este consejo recibido de Pablo Picasso, que valoró y siguió al pie de la letra, marcó la vida creativa de Modest Cuixart, pintor libérrimo y cofundador del grupo 'Dau al set' que fallecía en la madrugada del miércoles a los 81 años en la residencia de Palamós (Girona) en la que estaba ingresado tras sufrir una grave caída. Sus restos serán incinerados y sus cenizas reposarán en el cementerio de la localidad gerundense de Palafrugell en la que residía.
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Cuixart había nacido en Barcelona el 2 de noviembre de 1925. Tras abandonar los estudios de medicina, inició su andadura plástica en la década de los cuarenta. Desde que en 1948 se integrara en el mítico grupo de la revista 'Dau al Set' junto a Joan Brossa, Joan Ponç, Antoni Tàpies, Arnau Puig y Joan Josep Tharrats, estableció uno hito renovador del arte contemporáneo español y europeo.
Cuixart, que en la década de los cincuenta viajó por Europa y pasó largas temporadas en París y Lyon, trató de ser fiel a sí mismo. En el vasto 'corpus' creativo de este creador libre conviven el informalismo, la abstracción, el surrealismo, el expresionismo, o aproximaciones al pop y la pintura matérica. Tendencias practicadas siempre con un prisma más que personal patente en sus pinturas, grabados, dibujos, objetos, figurines y escenografías. «Siempre obré con total libertad; no soy un fabricante de cuadros» resumía su trabajo.
Grandes museos
Sus piezas recalarían en grandes museos de arte contemporáneo como El Moma de Nueva York, el museo de Jerusalén o el Reina Sofía, y en las mejores colecciones, puesta en valor desde que en 1959 triunfara en la V Bienal de Sao Paulo. Se le abrían las puertas del bienal de Venecia y se reclamaban sus exposiciones desde la Unesco o el Guggenheim neoyorquino.
Una obra a través de la cual se expresaba Cuixart mucho mejor que con la palabra, siguiendo el consejo de otro de los grandes de la pintura catalana, Isidre Nonell: «Los pintores hablamos mucho con nuestro trabajo».
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Cuixart, que en las dos últimas décadas de su vida se entregó a una pintura más introspectiva, estuvo siempre orgulloso que haber logrado vivir de la pintura durante toda su vida. Eso era para él la mejor muestra de su independencia, aunque con lo mejor de su producción a la vista se confesara alguna vez «insatisfecho».
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