Jorge Edwards, junto a las murallas del cubo de El Revellín. / JUAN MARÍN
I JORGE EDWARDS I ESCRITOR Y DIPLOMÁTICO

«La memoria absoluta es una enfermedad que no servirá nunca de nada»

El autor chileno, presidente del jurado del Premio Logroño de Novela, analiza distintas facetas de la vida social y política de España y Latinoamérica

C. SOMALO

Sábado, 29 de septiembre 2007, 02:57

Elegido presidente del jurado del Premio Logroño de Novela creado por el Ayuntamiento de Logroño, Fundación Caja Rioja y Editorial Anaya, el chileno Jorge Edwards (Santiago, 1931) llegó el jueves a La Rioja para conocer de cerca la tierra y probar algunos de los vinos que tanto le recuerdan a su país natal. El Premio Cervantes se presentó con un porte erguido, un agudo y finísimo sentido del humor y una enorme capacidad de análisis. Al margen de su actividad literaria mucho más conocida, la figura de Edwars aporta una perspectiva singular, acumulada por experiencias vitales muy singulares desde sus tiempos como diplomático del Gobierno de Salvador Allende...

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- Para muchos de nosotros, usted ha sido un hombre puente entre Latinoamérica y España.

- Soy un chileno que ha venido mucho a España y que ha tenido una conexión con la literatura española desde hace muchos años, desde mi adolescencia. He sido un lector intenso de la literatura española, de la Generación del 98, de Ortega, de Pérez de Ayala... Después he publicado mucho acá. A veces tengo que explicar a mis amigos de Chile las cosas españolas y a la inversa...

- Su figura también es un puente entre el totalitarismo reductor y hasta mesiánico y la democracia.

- Cuando yo escribí mi libro sobre Cuba,

Persona non grata

- Usted está marcado por una generación en la que muchos creíamos en la utopía...

- Claro. Yo mismo creí. Pero mi experiencia cubana fue decisiva para que yo cambiara y revisara toda esa creencia juvenil.

- Desde hace muchos años usted apuesta por un posibilismo reformista frente a la revolución...

- Exactamente. Y por eso he apoyado al gobierno de la concertación en el Chile de hoy. Es una alternativa que viene de la experiencia dramática de la revolución y de algunas políticas muy izquierdistas e intervencionistas... Así que yo creo que la concertación es la alianza entre la izquierda y el centro que durante el allendismo no se pudo producir.

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- ¿Usted hubiera acabado sintiéndose cómodo con la Unidad Popular chilena si no hubiera llegado Pinochet?

- Desconozco lo que hubiera pasado. Sí que había una crisis interna de autoridad y de la economía muy profunda cuando intervino Pinochet. El problema del allendismo fue impedir que la clase media chilena pudiera colaborar para parar una aventura fascista. Desgraciadamene pasó lo contrario; la clase media apoyó el golpe.

- Un problema de falta de estructura social...

- Claro. Y de no entender la política como el arte de lo posible.

- ¿Salvador Allende fue un ingenuo?

- Era lúcido; se daba cuenta de lo que podía pasar pero no lo pudo controlar. Las fuerzas que él llevaba detrás estaban desbordadas, desatadas. Hay declaraciones suyas que indican que él no pudo controlar la situación.

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- Sin embargo, la historia de Allende está cargada de mitos...

- Allende se encontró en la calle a don Clotario, un viejo dirigente sindical chileno poco antes del golpe. En aquella entrevista le dijo a Allende que estaba muy preocupado por los sucesos chilenos y que veía que aquello podía terminar mal. Allende le contestó: Lo que pasa es que aquí yo no soy presidente ni soy nada; porque si yo ordeno algo no se hace y si lo prohibo, se hace... Es el drama del control político.

- Es que una revolución sin derechos humanos es terrible...

- Terrible. Sin derechos humanos es una falsa revolución porque si no se hacer para protegerlos no sirve para nada. El problema de la izquierda moderna ha sido Stalin, que el fin justifica los medios.

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- Cierto, muchos siguen anteponiendo supuestos intereses colectivos a la libertad individual.

- Primero los supuestos intereses colectivos, después los del partido y más tarde los del secretario general. Eso es clásico en el marxismo.

- Chile tiene un pasado más reciente de dictadura. Pero en España, después de la Guerra Civil, seguimos hablando de memoria histórica.

- Es un problema chileno típico, y español también. Pero me sorprende que después de tanto tiempo haya surgido de nuevo este problema en España. La memoria absoluta es muy grave; siempre tiene que haber algún momento de olvido combinado con la memoria. Yo no lo entiendo muy bien y quiero estudiar por qué ahora. En la Transición se fueron resolviendo estos graves problemas de la reconciliación, de la memoria... y yo creía que había un interés en doblar la página.

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- Es que para afrontar el futuro hay que aportar una parte de olvido...

- Sin una dosis de olvido no se puede vivir. La memoria absoluta es una enfermedad que no servirá nunca de nada. Espero que los problemas de la sociedad española se resuelvan. La Transición tuvo cosas muy inteligentes y la monarquía un papel estabilizador.

- Latinoamérica se conmociona con Chávez, Evo Morales...

- El predominio indigenista en Bolivia es notorio; de alguna manera era previsible, no es extraño. Chávez es un militar muy ambicioso, con una tendencia dictatorial muy clara, como siempre existió en Latinoamérica.

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