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VANESA RUIZ
Jueves, 26 de julio 2007, 13:26
El valle del Iregua esconde rincones de gran belleza no solo natural sino también patrimonial. Tal es el caso de la ermita de San Esteban en Viguera que se encuentra en la ribera izquierda del río Iregua, junto a la N-111. Desde la carretera, el templo pasa desapercibido ya que se encuentra oculto entre las peñas que flanquean la carretera. Para acceder a esta pequeña y desconocida joya medieval, deberemos dejar el coche en un lugar habilitado al lado derecho de la carretera (dirección Soria), justo frente a la Venta Paula, poco antes del cruce de entrada a Viguera. Una vez estacionados y con cuidado al cruzar la carretera podremos solicitar en la misma Venta la llave del templo, que nos prestarán para que podamos acceder hasta el lugar y al interior de la propia ermita.
Cruzaremos de nuevo la carretera y tendremos que seguir un sendero marcado por las pisadas de los anteriores visitantes y que como guía de inicio tiene un cartel con información general sobre el templo. Nos ayudará para la subida, coger uno de los bastones que hay apoyados en la pared de un edificio. Tras cruzar una puerta para que no pase el ganado (no olvidemos cerrarla al pasar), el camino no tiene pérdida, ascenderemos la empinada ladera, en dirección a las paredes rojizas, aunque no veamos aún la ermita.
La subida aunque no entraña peligro alguno, sí conviene hacerla con calzado adecuado ya que el terreno es pedregoso y resbaladizo. Hay que salvar un fuerte desnivel entre bancales, poblados de olivos y almendros. El ascenso llega hasta una pequeña finca de almendros, una vez que los hemos atravesado, otra puerta, también para evitar la entrada de ganado, y ahí, frente a nosotros, está esta coqueta joya del románico. El edificio abovedado se encuentra bajo el cobijo de una gran pared a la cual la erosión del agua ha formado en la base un gran hueco donde se cobija la ermita de las inclemencias del tiempo. El origen de esta iglesia se sitúa en el siglo X. Se trata, por tanto, de una construcción prerrománica, realizada por los cristianos tras la reconquista de estas tierras. Se considera a la ermita como oratorio de un centro eremítico cuyo origen se puede remontar a antes de la invasión musulmana. Hay, por el contrario, quien la considera como una iglesia castrense dependiente de la fortificación situada en las cercanías, ya que por su pequeño tamaño no podría satisfacer las necesidades de una comunidad monástica. En el año 1953 el templo fue reconstruido y en 1998 se restauraron las pinturas del interior, que datan de principios del siglo XII. El tema de la mayoría de las pinturas que decoran (decoraban) sus paredes se basa en el relato bíblico del Apocalipsis.
Desde la altura en la que nos encontramos podemos disfrutar de una amplia panorámica del valle, del imponente monte conocido como castillo, así llamado por su similitud con la característica silueta de un castillo medieval y de los montes de entrada a la Sierra de Cameros. Los buitres revolotearán sobre nuestras cabezas ya que una numerosa colonia habita estas paredes rocosas.
También desde este punto vemos un bonito puente medieval situado una vez pasado el túnel, viniendo de Logroño, cerca del cruce con Viguera. Su construcción data del siglo XI, y está catalogado como monumento del patrimonio histórico artístico.
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