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Jaime Jiménez Arbe, a su salida de los juzgados de Figueira da Foz (Portugal). / EFE
'El Solitario' pensaba retirarse en Brasil tras el atraco de Portugal
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'El Solitario' pensaba retirarse en Brasil tras el atraco de Portugal

Jaime Jiménez desguazó y guardó en una nave el Suzuki todoterreno que usó para asesinar a los dos guardias civiles de Calahorra

A. TORICES

Miércoles, 25 de julio 2007, 13:58

La Policía Nacional y la Guardia Civil pusieron patas arriba el lunes por la noche el chalé y la nave industrial de Jaime Jiménez Arbe, 'El Solitario'. Nada más confirmar que su mayor enemigo de los últimos años había sido atrapado en Portugal con las manos en la masa, fueron a registrar sus dos guaridas madrileñas, antes de que cualquier persona pudiese alterar las valiosas evidencias.

En el registro ha aparecido documentación que está siendo analizada. Entre dichos documentos figuran recibos bancarios que constatan el envío más o menos periódico de cantidades de dinero a Brasil. La destinataria sería una mujer, a la que busca un equipo de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta desplazado al país sudamericano. Al parecer, Jaime Jiménez tenía previsto asentarse en Brasil en compañía de su amante, posiblemente después del atraco que iba a cometer en Portugal cuando fue detenido, precisaron a Europa Press las fuentes consultadas.

En los registros la policía también buscaba las pruebas que demuestren ante los tribunales que el peligroso y misterioso delincuente de 51 años cometió 36 atracos bancarios desde 1984, asesinó a dos guardias civiles y un policía local, y disparó sobre dos empleados de banca. No salieron defraudados, entre la casa de la urbanización de Las Rozas en la que vivió con su familia desde hace casi 20 años y la nave que poseía en Pinto requisaron un auténtico arsenal y abundante documentación sobre la planificación y ejecución de los atracos.

Los agentes abandonaron los inmuebles con dos subfusiles, una pistola, un revólver y cuatro granadas, así con varios centenares de cartuchos y balas. Este arsenal, al que hay que sumar las dos pistolas y el subfusil que el ladrón portaba en el momento de su detención, se llevaron de inmediato al laboratorio balístico. Los peritos podrán comprobar en pocos días si, como parece, alguno de los tres subfusiles es el que el 9 de mayo del 2004 disparó la ráfaga de 23 disparos que mató a dos guardias civiles en un control de carretera en Castejón (Navarra), y si usó las armas cortas requisadas en el tiroteo en el que en el 2000 murió un policía local de Vall d'Uixó (Castellón), cuando pretendía impedir que huyese de uno de sus asaltos. Las pistolas también se compararán con las balas que se sacaron del cuerpo de un empleado de banco de Sarriá (Lugo) y de otro de Toro (Zamora), a los que disparó en los dos últimos años, enfadado por el escaso botín que logró.

Los agentes encontraron, además de las armas, abundante documentación -mapas, croquis, dibujos y apuntes- que el delincuente ha utilizó para preparar alguno de sus atracos, y extractos bancarios de importantes transferencias a Sudamérica, que podrían apuntar a la existencia de cómplices en el extranjero o a una huida que planificaba. Junto a este tesoro probatorio se encontraron postizos y gorros de los que utilizaba en sus golpes, e incluso piezas y fragmentos de vehículo, que podrían corresponder al Suzuki todo terreno con el que cometió gran parte de sus robos entre 1998 y el 2004. El coche lo abandonó o lo desguazó tras el asesinato de los guardias civiles, porque era el vehículo que conducía cuando los mató. Tras el hallazgo de las máscaras de escayola, los investigadores creen que además deformaba su rostro, especialmente pómulos, cejas y mandíbula. A partir del molde de escayola, Jiménez habría fabricado otra de látex -material hallado también en el registro-, cubriendo con este material la zona convexa y deformándola a su gusto, confundiendo así su apariencia original.

El resultado de los registros puede ser la guinda de una operación policial brillante, que el lunes al mediodía permitió atrapar a Jiménez Arbe cuando, disfrazado y armado con dos pistolas y un subfusil, se dirigía a asaltar la Caja Agrícola de la población portuguesa de Figueira da Foz, una localidad costera situada entre Oporto y Coimbra.

El atracador y asesino, con chaleco antibalas, las armas preparadas para disparar y varios cargadores de reserva, caminó sin saberlo a una trampa, ya que los investigadores españoles seguían sus pasos desde hacía un mes, gracias a un chivatazo, y alertaron a sus colegas portugueses de que viajaba a su país para dar un nuevo golpe. Los policías lusos no le dieron tiempo a sacar la pistola de la sobaquera, se le echaron encima y le inmovilizaron sin pegar un solo tiro.

A empujones

Sobre las tres de la tarde de ayer (hora española), El Solitario entró en los juzgados de Figueira esposado y sujeto del cuello por un nutrido grupo de policías y escoltado por tres coches patrulla. Los agentes, a duras penas y a empujones, se abrieron paso entre la multitud de cámaras, periodistas y curiosos que bloqueaban la entrada. Jiménez, vestido con un chándal azul, intentó ocultar el rostro, pero no logró.

El juez, tras tomarle declaración, se esperaba que ordenase su ingreso en la prisión de Coimbra. Los tribunales españoles tienen previsto solicitar en los próximos días su entrega a España, con la emisión de órdenes europeas de detención y entrega urgente. No obstante, es posible que sea preciso esperar a que los jueces del país vecino juzguen los delitos que cometió en Portugal antes de que El Solitario sea puesto a la disposición de España, para que responda por decenas de delitos.

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