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Detienen en Portugal a 'El Solitario', acusado de 36 atracos y tres homicidios Un malvado sin cara Los vecinos de Las Rozas le califican de «agresivo»
CAE EL ENEMIGO PÚBLICO NÚMERO UNO

Detienen en Portugal a 'El Solitario', acusado de 36 atracos y tres homicidios Un malvado sin cara Los vecinos de Las Rozas le califican de «agresivo»

Su disfraz era conocido por todos, pero no su verdadero rostro, y eso ha alimentado las teorías y suposiciones En el momento del arresto, iba disfrazado, llevaba chaleco antibalas y dos armas de fuego y se disponía a asaltar una sucursal bancaria El delincuente, de 51 años, reside en un chalé de Las Rozas

LA RIOJA MARIO DÍAZ C. B.

Martes, 24 de julio 2007, 12:15

El delincuente común más buscado de España ya tiene cara, nombre y apellidos y, lo que es más importante, se encuentra a buen recaudo. La Policía portuguesa, en una operación organizada por la española y la Guardia Civil, arrestó ayer a 'El Solitario' en Figueira da Foz, una localidad costera del norte del país, entre Coimbra y Oporto. En el momento de la detención, el sujeto llevaba su disfraz habitual -peluca y barba postiza, además de un chaleco antibalas y cinta adhesiva en los dedos para no dejar huellas dactilares-, portaba dos armas de fuego y abundante munición y se disponía a atracar una sucursal de la Caixa de Crédito Agrícola. Se le atribuyen 36 asaltos a entidades bancarias cometidos a lo largo de la última década, así como tres homicidios: los de dos guardias civiles de Calahorra en Castejón (Navarra) y la de un agente municipal en Vall d'Uixó (Castellón).

El hombre que se ocultaba tras la conocida máscara es Jaime Jiménez Arbe, de 51 años y residente en un chalé adosado de la localidad madrileña de Las Rozas. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, de visita oficial en el país vecino, ofreció una rueda de prensa junto al director general de la Policía Judicial lusa, Alipio Rivero, para explicar los pormenores de la operación. Según relató, las fuerzas de seguridad españolas estaban siguiendo la pista a Jiménez Arbe desde el mes pasado, gracias a una llamada recibida en el teléfono de colaboración ciudadana. La vigilancia les permitió descubrir que, el 12 y el 13 de julio, el individuo se desplazó a Portugal, en lo que se interpretó como un viaje de reconocimiento. Hace dos días, volvió a dejar su casa de Madrid y los agentes fueron tras él hasta la frontera.

A partir de allí, se hizo cargo de la operación la Policía portuguesa. Su dispositivo dio fruto a las 14.40 de ayer, hora española, cuando dos docenas de funcionarios apoyados por varios agentes españoles cercaron a 'El Solitario' en las inmediaciones de la caja de ahorros de Figueira da Foz. El sujeto intentó oponer resistencia, pero ni siquiera tuvo tiempo de abrir fuego. Llevaba encima un subfusil y una pistola, del calibre 45, así como un pequeño arsenal de munición. «Era necesario tener la certeza de que iba a asaltar un banco», aclaró Rivero. El vehículo en el que se desplazaba el presunto delincuente era una 'Renault Kangoo' con matrículas portuguesas falsas, aunque disponía también de otro juego de placas falsas españolas. «Es un criminal de elevadísima peligrosidad», advierte la Policía lusa.

Ante el juez

Jiménez Arbe comparecerá hoy ante un juez, que habrá de decidir sobre su futuro inmediato. En Portugal sólo podría ser juzgado por intento de asalto, uso de matrículas falsas y posesión de armas ilegales, pero Pérez Rubalcaba ya ha apuntado ayer que España «pedirá la extradición» en los próximos días. Durante la tarde de ayer se fueron desvelando varios detalles sobre la vida del detenido: de 1,75 metros de estatura, reside en la urbanización Monte Alto de Las Rozas, está divorciado de una inglesa y tiene dos hijos, de 6 y 15 años aproximadamente. Los vecinos le describen como un hombre calvo y delgado, aunque algunos apuntan que tiene abundante pelo castaño y se lo ha afeitado. En el barrio destacan, además, su carácter difícil, que le ha llevado a protagonizar numerosos altercados -«le teníamos por loco», afirma un residente-, y explican que cultivaba marihuana en un invernadero del jardín y que solía ensayar en el garaje con un grupo de folk. Según Europa Press, en su momento se le declaró exento del servicio militar porque tenía diagnosticada paranoia. Actualmente no trabajaba, pero su oficio conocido era el de instalador de aire acondicionado.

Las autoridades atribuyen a 'El Solitario' 36 atracos a oficinas bancarias, algunos de ellos en La Rioja, además de lugares como Murcia, Huesca, Ciudad Real, Albacete, Lugo, Castellón y varias localidades madrileñas, con un botín conjunto de unos 600.000 euros. Su último golpe registrado fue en la Caja Rural de Toro (Zamora), de donde se llevó 6.000 euros en mayo de este año. Su carrera delictiva tuvo un punto de inflexión el 9 de junio de 2004. Los guardias civiles destinados en Calahorra Juan Antonio Palmero y José Antonio Vidal dieron el alto a su 'Suzuki' en un control de carretera y le persiguieron hasta la localidad de Castejón (Navarra) porque había cometido una infracción de tráfico. 'El Solitario', que venía de atracar un banco, sacó el cañón de su subfusil por la ventanilla y, con el vehículo todavía en marcha, disparó 23 balas, de las que catorce impactaron en los funcionarios y los mataron. Los investigadores vincularon este hecho con un asalto perpetrado en Vall d'Uixó (Castellón) el 10 de mayo de 2000, en el que se empleó la misma arma y falleció el agente municipal Vicente Ferrandis. Jaime Jiménez Arbe no sólo era hasta ayer el delincuente común más buscado de España, también el vecino más odiado de la urbanización Monte Alto, una zona de chalés adosados de la exclusiva localidad madrileña de Las Rozas. Se lo había ganado a pulso tras años de incidentes con buena parte del vecindario.

Agresivo, grosero, maleducado, conflictivo... la inmensa mayoría de los residentes, tras la sorpresa inicial al conocer la noticia, fueron desgranando una interminable sucesión de duros calificativos al conocer que 'El Solitario' vivía justo al lado, en el número 29 de una zona con unos 40 chalés de tres plantas. Pese a su largo historial de atracos y asesinatos, Jiménez Arbe no trató de pasar desapercibido ante el vecindario o, al menos, no lo consiguió.

«Era un hijo de la grandísima, un mal tipo, muy conflictivo. A lo largo de los años ha tenido problemas con varios vecinos, con algunos incluso había llegado a juicio», explica José Luis, vecino del número 4.

A uno de los inquilinos del adosado contiguo al suyo, por ejemplo, le hizo de tal modo la vida imposible que el propio 'Solitario' llegó a ser amenazado con una escopeta. «Le decía a la mujer de este vecino todo tipo de groserías, hasta que éste estalló y, como era cazador, le sacó el arma; parece que el delincuente dejó de molestarle», explican fuentes policiales.

Con el vecino del otro chalé con el que lindaba el detenido tampoco resultaron las cosas mejor, y eso que Jiménez Arbe trabó cierta amistad durante algún tiempo, según las mismas fuentes. La buena relación duró hasta que este residente le movió el vehículo a 'El Solitario' tras ocupar su plaza: el atracador y asesino salió disparado hacia Èl amenazándole de muerte, y ahí acabó ese amago de amistad vecinal.

El listado de desavenencias continúa hasta casi el infinito: «Discutía en las reuniones de vecinos por cualquier cosa, se enfrentaba por todo», explica un vecino. «Una vez empujó con su furgoneta el coche de otra residente, con él dentro, que había ocupado unos centímetros de su plaza», apunta otro. «Otra vez estalló su todoterreno, se comentaba que lo voló él mismo, añade un tercero. «Pegó a mi hijo, y si sus hijos hacían algo al resto de chicos del vecindario y le decías algo te espetaba que salieran con casco», apunta un cuarto.

Y es que 'El Solitario' tenía dos hijos, de unos 14 a 16 años, que según sus vecinos pasaban ciertas temporadas con él en Las Rozas después de que se separase de su mujer «hace unos dos años». 'El Solitario' tenía mucho de personaje de novela, de película, incluso de cómic: el sobrenombre que le habían puesto las fuerzas del orden, su ingenioso uso del disfraz y la determinación y rapidez fulgurante con las que actuaba contribuían a mitificar una figura atípica en la crónica negra española. El propio delincuente se adornaba con detalles pintorescos, como el de desear felices Pascuas a las víctimas de los atracos cercanos a la Navidad. Pero su perfil de lobo estepario tenía también una dimensión de fría crueldad que, lamentablemente, no dejaba margen para ensoñaciones de ficción. En su historial constan tres muertos -dos guardias y un policía que se cruzaron en su camino- y al menos cinco heridos, entre ellos un vigilante y dos cajeros bancarios a quienes disparó porque le parecía escaso el botín. «¿Sólo tienes esta puta mierda?», espetó a un empleado en Sarria (Lugo) momentos antes de abrir fuego contra él. El atracador era el delincuente más buscado de España, con la peculiaridad de que nadie conocía su auténtica apariencia.

En las grabaciones de las cámaras de seguridad se le veía corpulento y barbudo, pero se suponía que sus características físicas serían precisamente las contrarias. Por su 'modus operandi', su destreza al disparar y la inusual munición que empleaba, se le atribuía un posible vínculo con el mundo militar. Y el análisis de sus apariciones hacía sospechar a los investigadores -al menos, eso decían- que tenía su base en la costa mediterránea, quizá en Murcia.

Pero la identidad del fugitivo se ocultaba detrás de un gran signo de interrogación y de una confusa pantalla de suposiciones, a veces contaminadas de literatura. Recientemente, un periodista gallego difundió su tesis de que se trataba de un criador de ganado o un mayoral que daba sus golpes en la ruta de las cañadas reales. A partir de cierto momento, los clientes de las sucursales bancarias empezaron a reconocer su disfraz. El personaje se había hecho famoso. Incluso le salió un imitador, otro atracador confiado en que bastaría colocarse unas barbas para garantizarse la impunidad.

Escurridizo

Él, por su parte, extremó las precauciones para que nadie pudiese discernir su rostro: por si acaso las lentillas de colores fueran poco, añadió a su 'atrezzo' unas impenetrables gafas oscuras. Eso sí, los agentes encargados del caso tenían unas cuantas cosas claras: el misterioso fugitivo era un español de entre 50 y 55 años, medía alrededor de 1,80, no tenía mucho pelo, había conducido uno o varios todoterrenos de la marca 'Suzuki' y sólo robaba cuando se le acababa el dinero... «Lo que es seguro es que no lo vamos a encontrar en un poblado chabolista gastándose cinco millones en droga o haciendo ostentación de lo que ha robado, es más que probable que lleve una vida normal», explicaba hace un año a este periódico el responsable de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil.

Además, la Policía y el instituto armado contaban con una valiosa testigo, una vecina de Sarria que pudo ver al sujeto sin peluca ni barba postiza, momentos después del atraco en esa localidad.

Ayer, por fin, los investigadores lograron atrapar al escurridizo delincuente y -como el héroe que arranca la máscara al malvado- desvelaron su verdadera identidad.

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