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Los fotógrafos

Primeros disparos de Limorti

El periódico publicó su primera fotografía a comienzos del siglo XX, un retrato de Cayetana Martínez, la víctima del crimen de Torre, pero hasta los años treinta no empezó a contar con un fotógrafo que inmortalizara la actualidad de la región

J. Sainz

Logroño

Domingo, 28 de enero 2024, 08:15

Una mujer víctima de violencia machista tuvo el triste honor de protagonizar la primera fotografía publicada en LA RIOJA. Aunque entonces se llamaban crímenes pasionales o cosas por el estilo. Fue el martes 20 de enero de 1903. En primera plana, de las cuatro páginas tamaño sábana que componían el Diario Imparcial de la Mañana, aparecía el retrato de la joven Cayetana Martínez, asesinada el primero de septiembre por el cura Victoriano Valdecantos en Torre de Cameros, donde ella vivía y él era párroco. Era una imagen de estudio de retratista, no de fotógrafo de prensa, figura que todavía tardaría tres décadas en aparecer en el rotativo riojano. Ilustraba la crónica del comienzo del juicio en la Audiencia de un crimen que llevaba meses conmocionando a la provincia: un sacerdote enamoradizo y celoso había acabado a navajazos con la vida de la chica que le había rechazado. El redactor se refería a ella como «la agraciada joven Cayetana Martínez» y ahora, por primera vez, los lectores podían verla con sus propios ojos. En la fotografía aparece con semblante serio y noble, cabeza ligeramente ladeada a su izquierda y mirando fijamente hacia ese lado. La frente despejada, el cabello, moreno y recogido hacia atrás, el mentón firme, el cuello cerrado y los hombros cubiertos con una toquilla. La viva imagen de la inocencia. Todo el mundo llevaba meses hablando de la pobre Cayetana, degollada en el monte, y ahora, como por arte de magia, la tenían ahí mismo, en el periódico, pidiendo justicia.

No sabemos hasta qué punto impresionó a la opinión pública aquella visión, pero podemos imaginar que en adelante nada sería igual. El público quería ver a los protagonistas de las historias que leían en la prensa. Sin embargo, los medios técnicos todavía no estaban lo suficientemente desarrollados para satisfacer esa curiosidad. Solo la reproducción de fotografías de estudio, especialmente de personajes de la política nacional a internacional, fue haciéndose más presente paulatina y muy lentamente.

En los anuncios publicitarios, en cambio, sí eran frecuentes los dibujos, grabados y fotografías para vender los 'polvos de amor' Tokalón, las veinte curas vegetales del abate Hamón, el digestivo Servetinal para dolencias de estómago e intestinos, el laxante de Hipofosfitos Salud contra el estreñimiento y la bilis, los ortopédicos Prim para hernias, vientres abultados y piernas torcidas, así como otros extraños remedios que sin duda entraban mejor por los ojos. O los diseños de moda en las páginas de 'Lecturas para la mujer'. Olos chistes tomados del 'New Yorker' o el parisién 'Ric et Rac' o 'Il Travaso de Roma' o el 'London Opinion'. Salvo eso, el resto de páginas de LA RIOJA seguía siendo un desierto de textos a seis columnas y tipografías varias.

Sería en las décadas siguientes y especialmente en la primera mitad de los años treinta cuando se empezó a popularizar en la prensa nacional y regional, también en este diario, la fotografía como noticia. La prensa ilustrada comenzó a desarrollarse en España especialmente en Madrid y Barcelona con fotógrafos como Luis Ramón Marín, Díaz Casariego, Claret, Gaspar, Alfonso, Campúa y tantos otros que inventaron el género del reportaje gráfico, el oficio y la relación con las empresas periodísticas. Y con estas, las relaciones laborales, los precios y la forma de trabajar. Construyeron, a fin de cuentas, un nuevo estilo de vida, el fotorreportero, poco que ver con los fotógrafos de estudio, retratistas profesionales y aficionados.

Puntualmente, el 17 de junio de 1924 aparecieron en LA RIOJA cuatro fotografías anónimas del partido inaugural del campo de fútbol de Las Gaunas, disputado por el Club Deportivo Logroño y el francés la Vie au Grand Air. Pero esa práctica no se hizo habitual hasta nueve años después. Fue el martes 24 de octubre de 1933. La Página Deportiva –dónde si no– incorpora dos magnificas fotografías del partido del domingo anterior, un Osasuna-Deportivo Logroño disputado en Pamplona, «en el hermoso campo de San Juan», según la crónica, resuelto con triunfo visitante por dos goles a tres, marcados por Juliac, Calero y el Chan. En las imágenes a pie de plana se ven dos momentos del encuentro, ambos con protagonismo del meta riojano, tras cuya portería debía de encontrarse el todavía anónimo fotógrafo: «Un buen blocaje de Urreaga en un disparo bombeado de Catachú», explica el primer pie de foto; y, de nuevo, en el segundo, «Urreaga, en una feliz intervención, acosado por el osasunista Bolico».

Si el triunfo logroñesista en tierras navarras era histórico, aún lo es más la aparición de la fotografía en el periódico, aunque en esta ocasión nada sepamos de su autor. Solo dos días después es una última página cultural la que vuelve a emplear imágenes para enriquecer su testimonio. Se trata de la representación en el Teatro Bretón de Logroño de la zarzuela 'Echaide' con libreto «de nuestro querido amigo Pepe Eizaga y música de otro estimado amigo también, el maestro Iruretagoyena», y un anticipo de 'La Zarabanda', de los mismos autores. En las fotos, el coro del primer acto, los protagonistas Valentina Pascual y Román Zorzano y el terceto formado por Josefina de las Heras, Milagros de Diego y Luis Navarro.

Las cuatro fotos aparecen firmadas por Garay, pero este fotógrafo es episódico. El martes siguiente, las cuatro fotografías del partido del domingo, con el Deportivo Logroño alzándose frente al Irún con el Campeonato de la Mancomunidad de Guipúzcoa, Navarra y Aragón, las firma Limorti, el nombre que a partir de entonces identificarán los lectores de LA RIOJA.

Ese otoño-invierno Limorti comienza a inmortalizar en imágenes la actualidad local: el cementerio de Logroño en la festividad de Todos los Santos, la visita a Logroño de Manuel Azaña, expresidente del Consejo de Ministros y presidente de Acción Republicana, la toma de posesión del gobernador Alfredo Espinosa Orive, la inauguración de los comedores de niños y niñas de las escuelas dirigidas por Juana Madroñero, la fiesta de las modistillas, el reparto de ropas en la Casa Cuna del Niño Jesús por las monjas de San Vicente de Paúl, la jura de bandera en el cuartel de Infantería o la entrega de un guion en el aeródromo de Agoncillo, enlaces de alto copete, estampas varias de sociedad e incluso simpáticos fotomontajes, todavía rudimentarios pero muy efectistas, para despedir el año y saludar el nuevo.

Los ojos de un periódico

Si Limorti fue el primer fotógrafo de LA RIOJA en los años treinta, a partir de los cuarenta y cincuenta se prodigaría Enseñat, autor, entre otras imágenes históricas, de las del rodaje en Logroño de la película 'Calle Mayor', en la Semana Santa de 1956. Payá y Herce (padre e hijo) fueron fotógrafos habituales en el periódico en las siguientes décadas, el último de ellos acompañó a Roberto Iglesias en la edición original de la serie de reportajes 'La Rioja, de cabo a rabo' a finales de los setenta. Jusán, un empleado de la fototipia, colaboró esporádicamente como fotógrafo en aquella misma época. Yredactores como Emilio Ramírez o José Ignacio Gasco también hacían fotos. En los últimos tiempos, han sido fotógrafos de la plantilla Enrique del Río, Juan Marín, Justo Rodríguez, Alfredo Iglesias, Ricardo Zapatero, Fernando y Antonio 'Zuri' Díaz Uriel, Tomás Blanco, Sergio Espinosa, Miguel y Jonathan Herreros, Sonia Tercero, los actuales colaboradores Irene Jadraque y Suleyman Evrán y becarias como María Sobrino. Y eso sin contar a todos los corresponsales y colaboradores que han sido y son los ojos de este periódico. Estos últimos son los que han hecho la transformación de la fotografía analógica a la digital y, al mismo tiempo, han dignificado el oficio.

Pero si hay un terreno en el que Limorti despliega su talento es la crónica de sucesos. El martes 14 de noviembre de 1933 el periódico da buena cuenta de un episodio más propio de las calles de Chicago: «Cinco pistoleros, en un taxi de Logroño, se trasladaron a Mendavia con el propósito de dar un atraco. En busca del taxi salió otro coche, al que tirotearon, y luego en la ciudad realizaron una accidentada huida, hiriendo a un guardia de Asalto que iba de paisano y a un transeúnte. Fueron detenidos cuatro individuos, que se declararon ocupantes del auto». No hay imágenes en esta primera información, seguramente por falta de tiempo. Sin embargo, al día siguiente, la última página prosigue el relato con un extraordinario aporte fotográfico. En la primera imagen, «el coche que utilizaron los pistoleros (con el cristal de la trasera roto para disparar desde el interior), y el propietario del mismo, don Alonso Abad (señalado en la foto del periódico con un número 1), su acompañante en la persecución, Emiliano Ruis (2), y el chófer Paulino Miguel (3), que conducía el vehículo. La fotografía está tomada en la calle de Sagasta y en el mismo punto donde descendieron los atracadores». La foto, técnicamente perfecta y magistral como documento gráfico, está firmada por nuestro hombre, Limorti. También las otras tres. En la segunda, «el juez de Instrucción, señor Sánchez Terán (sentado), el secretario habilitado señor Arizmendi (a su derecha) y el depositario de Mendavia don Cruz Sagredo, víctima del intento de atraco». En la siguiente, «el ebanista Sabino García, herido casualmente durante los sucesos de anteanoche, y el guardia de Asalto Ponciano Moreno, lesionado por un disparo, ambos en las camas que ocupan en el Hospital Provincial». Y, por último, «las armas, prendas y utensilios recogidos a los pistoleros, o halladas en las calles que estos recorrieron en su huida». El trabajo del fotorreportero daba al lector toda la información posible; por razones obvias, solo faltaban los pistoleros detenidos. El periódico tenía por fin lo que le faltaba;alguien en la calle dispuesto a capturar los momentos que ninguna pluma podía describir así.

Como buen reportero de la época y de su ciudad, era Limorti un profesional todoterreno, como demuestra el hecho de que pocos días después su cámara se ocupa de las históricas elecciones del 19 de noviembre de 1933 –las segundas elecciones generales de la Segunda República Española a Cortes y las primeras en que las mujeres ejercieron el derecho al voto en España–. En la contraportada del miércoles siguiente utiliza una técnica de montaje fotográfico para reproducir tres imágenes en un único espacio a cuatro columnas: una larga fila a las puertas del colegio electoral del Instituto Sagasta, un grupo de monjas esperando su turno para votar y una joven a punto de entregar la papeleta a la presidenta de la mesa, «algunos momentos de la jornada electoral del domingo en Logroño –dice el pide foto– recogidos y llevados al zinc por nuestro redactor gráfico y fotograbador señor Limorti».

Sin firmar se publican diversas fotografías de la intentona revolucionaria de la madrugada del 8 al 9 de diciembre en Logroño y diversas localidades, pero son de Limorti las que registran, días después, el entierro del guardia civil Gabriel Balanza, herido en San Asensio y muerto en la capital riojana. También en esta época comienzan a colaborar con el periódico Tutor, en Calahorra, y la saga Donézar, en Haro. Pero es Limorti quien se ha ganado en pocos meses el puesto de fotógrafo titular del periódico. El 18 de abril de 1934, en el número 3 del Muro de Once de Junio inaugura su laboratorio fotográfico «dotado de los más modernos adelantos, tanto para el trabajo de revelado de clisés, como para pruebas, ampliaciones y cuanto se relacione con el arte de Daguerre». La Señorita Miss Rioja, Matilde Benés, y la totalidad de la redacción de LA RIOJA, así como «numerosos amigos del singular artista, señor Limorti», asistieron al acto. Según la nota publicada con foto de los presentes, «el señor Limorti, en el corto espacio de tiempo que lleva conviviendo con nosotros ha sabido captarse muchas simpatías».

Limorti es el perfecto ejemplo de lo que representa la naciente generación de fotógrafos que aparecieron en la España de provincias en el primer tercio del siglo XX. Un tipo de fotógrafo que ya no proviene de la tradición profesional del retrato de estudio, aunque como él establezca en la ciudad su propio negocio al margen de su relación laboral con el periódico, generalmente de mero colaborador puntual con una modesta retribución económica. Un observador que tiene una clara orientación hacia los aspectos de la realidad que pueden convertirse en noticia y que por puro instinto está al cabo de la calle. Era una profesión casi nueva para la que no había más formación que el talento innato y la práctica diaria. Un oficio al principio casi artesanal en el que era necesario estar al corriente de los avances técnicos, con especial importancia de las cámaras cada vez más ligeras y prácticas, como los modelos de cámara y película fotográfica que popularizó la casa Leica. Y, sobre todo, un testigo de la vida de su ciudad y su región dotado de una mirada avezada para el ejercicio de la libertad de expresión.

Con el golpe de Estado de 1936, la Guerra Civil y la dictadura, el 'Diario Imparcial de la Mañana', de espíritu liberal desde su origen, paso a estar controlado por el régimen y se convirtió por un tiempo en su principal órgano de propaganda en la provincia. Pero para la historia de LA RIOJA quedan aquellos primeros disparos de Limorti, abriendo el camino a una larga saga de cazadores del instante preciso.

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