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Dos vehículos de la Guardia Civil, a las puertas de un edificio de la calle Río Segura. V. S.

Una mediación por unos pisos ocupados acaba descubriendo una plantación de marihuana en Lardero

Los agentes que acudían este martes a velar por un conflicto de viviendas apropiadas ilegalmente descubren un invernadero de droga en otra vivienda de la T-1

V. S.

Martes, 2 de julio 2024

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La tensión existe en la calle Río Segura de la T-1 de Lardero desde hace meses, cuando un clan ocupó tres viviendas del portal número 1. Problemas de convivencia, daños en el mobiliario y en las zonas comunes... una situación muy incómoda para los vecinos que esperaban una solución judicial. Sin embargo, la situación se agravó en la noche del lunes, cuando los ocupas aseguraron que, aprovechándose de que ellos se habían ido, alguien había entrado en dos de esos pisos. Es decir, unos ocupas de los ocupas.

Gritos, amenazas veladas y no tan veladas han tenido al vecindario preocupado durante largas horas nocturnas, aunque la presencia de agentes de la Guardia Civil y Policía Local de Lardero conseguía que la situación se calmase. El objetivo del clan era volver a entrar en esas dos viviendas (otra permanece ocupada) para, teóricamente, recoger sus enseres. Pero nadie les abría la puerta. Tampoco a la autoridad. Los vecinos aseguran que los que han entrado en los inmuebles lo han hecho con permiso del legítimo dueño y a la espera de poner alarmas. Pero no se puede determinar porque nadie contesta.

Este martes, uniformados de los dos cuerpos volvían al barrio de Lardero para comprobar cómo evolucionaba la situación. La familia que se había apropiado ilegalmente de las viviendas, también. El estado era de calma.

Mientras esa escena se desarrollaba a las puertas del número 1, en el portal colindante, el número 3, unos cerrajeros acudían a cambiar una cerradura. Un trámite decidido por su propietario ante la situación existente y el miedo a otra posible entrada. Pero al abrir la puerta se encontraban algo totalmente inesperado. El pequeño ático también había sido ocupado. En este caso, no para vivir.

Un gran armario de cultivo en el salón y otro en una habitación, perfectamente equipados con riego, iluminación artificial y extractores de aire daba vida a una cosecha de marihuana. Los agentes, a menos de diez metros y pendientes de la resolución del otro conflicto, se enteraban de esta manera fortuita del hallazgo y subían al piso para comenzar una investigación.

Algún vecino llevaba tiempo percibiendo un fuerte olor a marihuana y ruidos puntuales en la vivienda destinada al cultivo de droga. Sospechas, pero ninguna evidencia de lo que se escondía tras la terraza: un verdadero invernadero de droga.

La Guardia Civil se hacía cargo del caso, con la Policía Local en labores de acompañamiento. Tocaba hacer atestado, comprobar el número de plantas y dar inicio a las pesquisas para determinar quién está detrás de esa narco-ocupación. Pasadas las 15.00 horas, los agentes se llevaban el material incautado.

Y, en la calle, la preocupación por la ocupación de pisos es latente. «Es una situación muy rara. Parece el mundo al revés porque los ocupas amenazan al propietario«, indican. Incluso se mantienen vigilantes y organizados para evitar que el problema salte de piso en piso en la T-1 porque saben que los clanes analizan dónde pueden meterse de la manera más rápida y segura.

Tal es el grado de alarma que en la mañana de este martes el propietario de un piso frente a los ocupados recibía una llamada de la administración de fincas advirtiéndole de que el suyo también podía haber sido allanado. Evidentemente nervioso, esperaba a los agentes para acceder al domicilio de su propiedad. Afortunadamente era una falsa alarma. Pero la inseguridad está en el aire y todos se hacen la misma pregunta. Una vez desalojados, ¿cuál será el próximo objetivo de los ocupas?

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