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NURIA ALONSO
Jueves, 17 de abril 2014, 01:43
Pocos visitantes del recientemente reabierto Museo de La Rioja desconocen que entre sus muros se esconden pequeños -y grandes- tesoros. Las tablas de San Millán, la Venus de Herramélluri, el retablo de Bucesta... son algunos de las reconocibles alhajas históricas que guarda el Palacio de Espartero. Lo que quizás sea algo menos notorio es que de sus paredes cuelga un cuadro cuya placa atribuye la autoría a Doménikos Theokopoulos, también conocido como El Greco, de cuya muerte este año se cumple el cuarto centenario y que se celebra por todo lo alto en Toledo.
Se trata del cuadro procedente del convento franciscano de San Antonio de Nalda (abandonado tras la desamortización de Mendizábal en 1836) que el Museo titula 'San Francisco de Asís', y cuya temática -una vista del santo sujetando una calavera con el hermano León orante- centra más de cuarenta versiones supuestamente atribuidas al autor griego. De hecho, la del Colegio del Cardenal de Monforte de Lemos (Lugo) está oficialmente atribuida a El Greco y se exhibirá en la muestra 'Arte y oficio' de Toledo.
La obra que alberga el Museo de La Rioja se encuentra en la segunda planta, cerca de la escalera. Su situación, en una zona expositiva que comunica dos salas más grandes de la época contemporánea a El Greco, fomenta que el lienzo pase desapercibido para los visitantes del Museo riojano. Muchos expertos argumentan la desacertada ubicación de la obra para alentar las sospechas sobre su auténtica autoría. También despierta recelos que en la propia guía del Museo (provisional hasta que se elabore el catálogo final), no haya ninguna referencia escrita, a excepción de una fotografía del cuadro que luce sin pie explicativo.
De El Greco o del taller
Discernir si una obra fue elaborada por El Greco o por su taller de ayudantes entraña muchas dificultades para los expertos. La complicación estriba en que muchas obras se realizaban con los mismos materiales, los mismos procedimientos y siguiendo los modelos fijados por El Greco. Él intervenía a veces de manera parcial, para dar el toque final a la obra y completar el trabajo pictórico, pero la mayor parte del trabajo lo realizaban sus ayudantes.
Sin embargo, la placa identificativa de la obra expuesta en Logroño no deja lugar a dudas: «San Francisco de Asís / Domenikos Theotokopoulos, El Greco / Óleo sobre lienzo / Convento de San Antonio, Nalda/1600-1606».
La rotunda inscripción de la placa, en cambio, se contradice con las palabras de la directora del Museo de La Rioja, María Teresa Sánchez Trujillano: «Pintó muchísimos cuadros con este tema, unos son obra personal suya y otras son obra de taller. Este cuadro es una obra del taller. Después de haberlo estudiado, los especialistas han concluido que es obra del taller de El Greco».
La deducción no es gratuita. Hace algunos años la obra fue sometida a una compleja restauración. Un equipo multidisciplinar diseccionó y analizó la obra de Logroño, un trabajo imprescindible previo a la intervención restauradora. Se realizaron radiografías, exámenes bajo luz ultravioleta, análisis de muestras del hilo de la tela y de los pigmentos, además de los estudios del estilo pictórico y el diagnóstico fue claro. Según fuentes del equipo de restauración a las que ha tenido acceso Diario LA RIOJA, el cuadro de Logroño lo realizó el taller de El Greco, no el propio artista.
El profesor y crítico de arte Ignacio Gil-Díez Usandizaga, explica que «el tema de las atribuciones de El Greco es complicado porque él trabajó en taller y hay muchas obras del mismo tema en distintos lugares». «Cuando existen esas dudas se utiliza el término 'taller' para decir que se duda de la mano directa del pintor, aunque deja claro que trabajó alguien muy próximo bajo su dirección», clarifica Gil-Díez, añadiendo que «esto ocurre con todos los artistas que produjeron cuadros en gran cantidad».
La misma tesis es la que comparte la propia directora del Museo que asegura que «cuando se restaura, se observa mucho la calidad de las pinceladas y las diferencias que hay entre una parte y otra del lienzo; es cuando se ha visto que no es de él, de su misma mano todo el cuadro, sino de su taller».
Confusión en la placa
La perplejidad aumenta con la respuesta de Sánchez Trujillano ante la cuestión de por qué figura la autoría de El Greco en la placa cuando los especialistas ya lo han rechazado previamente: «No creo que cambie mucho la información que se da a la gente, teniendo en cuenta cómo trabajaban los talleres de la época».
Este aspecto concreto resulta incomprensible para el galerista e historiador Enrique Martínez Glera: «Lo de la placa no lo entiendo, porque el Museo tiene el informe de la restauración que indica que según las radiografías no hay nada que diga que es de El Greco». Y también ahonda en el asunto de la ubicación de la obra en el espacio expositivo del Museo: «Si eso fuese un Greco real no estaría tan desprotegido, ni apartado al lado de una ventana; sería una obra señera y se expondría en el Museo como algo principal por los 400 años (de la muerte del autor)», indica rotundo Martínez Glera.
Una protección y reconocimiento que merecerían otras dos obras similares, si se demuestra que su autoría también puede estar relacionada con el taller de El Greco. Una se encuentra integrada en el retablo mayor de la Colegiata de San Miguel de Alfaro. La otra, en la sacristía de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Igea. Ambas ya aparecían reflejadas en el 'Inventario artístico de Logroño y su provincia', que en 1975 dirigió José Gabriel Moya Valgañón, una autoridad en arte y patrimonio riojano. Sin embargo, Moya Valgañón simplemente las enumera y menciona la influencia de El Greco sin aclarar si el pintor cretense es su autor.
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