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LUIS MIGUEL CÁMARA
Sábado, 29 de marzo 2014, 00:32
Venganzas, reivindicaciones, morbo, reencuentros, la posibilidad de una sobredosis de clásicos, amenazas de nuevos derbis, sospechas de bolas calientes. Seis campeones de Europa, 23 títulos de la máxima competición, los ocho cabezas de serie de los octavos, cientos de millones invertidos. Todo cabía en los bombos del sorteo de cuartos de la Liga de Campeones celebrado en la localidad suiza de Nyon. Una mezcla explosiva que sólo podía dar como resultado cuatro bombas de relojería y muchos fuegos artificiales.
Es lo que tiene lanzar a los mejores trenes de alta velocidad del mercado desde ocho carriles distintos hacia una vía única con destino a la 'orejona' y que sólo el más fuerte podrá alcanzar. Tarde o temprano, debían acabar chocando unos con otros. Aunque para los españoles no era precisamente plato de buen gusto encontrarse en el camino, el Bayern era el rival a evitar. El vigente campeón, da miedo. De la mano de Pep Guardiola ha mejorado si cabe el equipo que Heynckes llevó al triplete. Para el Real Madrid suponía enfrentarse a una de sus bestias negras. A los culés aún les escocía la aplastante eliminación en las semifinales del pasado año, además de tener que pasar por el amargo trago de ver en el banquillo contrario al hacedor del mejor Barça de todos los tiempos. Los colchoneros, por su parte, tenían en los bávaros al adversario que les impidió levantar la Copa de Europa tras el desempate de la recordada final de 1974.
Poco tardaron los equipos de la Liga en saber que no se verían las caras con los de Múnich y en conocer a sus contrincantes reales, ya que fueron las tres primeras bolas en aparecer. El nombre del Barcelona abrió la lista y la posterior salida de la papeleta del Atlético garantiza la presencia de un representante español en semifinales. Es un enfrentamiento inédito en Europa, pero Simeone y Martino se han convertido ya en viejos conocidos tras los tres choques -dos de Supercopa y el de la primera vuelta liguera- que ya han debido afrontar esta campaña, todos ellos acabados en tablas. Ahora llega esta eliminatoria, que se abrirá en el Camp Nou (el martes 1 de abril), tan poco deseada por todos porque supone un desgaste extra que puede marcar el devenir futuro en la competición patria.
Por el puente aéreo se cruzan halagos y adulaciones. Martino se mostraba contrariado por la mala suerte de encontrarse con los rojiblancos, y Zubizarreta, director deportivo culé, alababa el juego de los madrileños y los señalaba como uno de los bloques «más poderosos de Europa». Desde el frente opuesto, Gabi calificaba a la entidad de la ciudad condal como «el mejor equipo» y el favorito y recordaba «lo que ha demostrado en estos últimos seis años». «Están maravillando a todo el mundo y han sido un ejemplo a seguir», resaltaba el capitán. Sin embargo, defendía sus posibilidades y prometía «pelea y máximo trabajo».
Vientos de venganza blanca
Más contento puede estar en un Madrid en el que soplan vientos de venganza. Se jugará el pase con el Borussia Dortmund, su verdugo en la edición anterior. Pese al contratiempo de disputar la ida en el Bernabéu (el 2 de abril), los de Ancelotti son claros favoritos. Jürgen Klopp intenta recuperar el vistoso juego que maravilló a Europa, pero las lesiones de Gündogan, Subotic, Blaszczykowski y la última de Schmelzer, le lastran en exceso.
Los aurinegros, además, contarán en el primer partido con la importante baja por sanción de la referencia ofensiva, el polaco Lewandowski, autor de todos los goles del Dortmund en el 4-1 de la ida de semifinales de la pasada temporada. En el Signal Iduna Park parecen encantados con repetir contrario. El técnico se alegraba «locamente» por «un desafío» en el que esperaba hacer «todo lo posible por tener una pequeña oportunidad». Sebastian Kehl, el capitán, estaba eufórico. «¡Un sorteo de locura! Los españoles tienen una cuenta que arreglar con nosotros», explicaba.
En la casa blanca también estaban satisfechos dentro de la mesura habitual. Emilio Butragueño, director de Relaciones Institucionales, esperaba aprovechar «el impacto negativo» que suponía para los germanos la ausencia de Lewandowski. Ancelotti apelaba al «coraje y la personalidad» para pasar ronda ante un oponente «muy competitivo, con experiencia» que estará «muy motivado».
Los otros dos cuartos depararon un igualado combate entre el París Saint-Germain y el Chelsea y un Manchester United-Bayern, el más desequilibrado de los emparejamientos. El millonario equipo francés ya asusta. Ha formado una plantilla de estrellas con los petrodólares de Catar, y empieza a convertirse en un gran equipo gracias al legado de Ancelotti y al trabajo actual de Blanc, liderados por el prodigioso Ibrahimovic. En los londinenses, la máxima estrella se sienta en el banquillo. El regreso de Mourinho ha devuelto el carácter competitivo a un bloque poco brillante pero sólido y con un maravilloso Eden Hazard al mando.
Por su parte, el Bayern es claro favorito ante el United. Con la Bundesliga en el bolsillo, sueñan con convertirse en el primer club que repite título desde que lo hiciera el Milan en 1990. Los ingleses no pasan por su mejor momento. Su principal valor actual es el peso de su historia, mientras intentan superar el proceso de recomposición en el que está inmerso tras la jubilación de sir Alex Ferguson y la llegada de Moyes.
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