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CASIMIRO SOMALO csomalo@diariolarioja.com
Sábado, 15 de febrero 2014, 22:58
Cuando la Sociedad Genealógica de Utah rastreó entre los archivos españoles se planteó la posibilidad de realizar un convenio con el Ministerio de Cultura que pudiera incluir también los fondos documentales de la Iglesia. Necesitaban la autorización de los obispados españoles para realizar la microfilmación de los libros parroquiales. El Obispado de Calahorra, sin embargo, no firmó aquel convenio pero los mormones de Estados Unidos llegaron a La Rioja y se puso a disposición el Catastro del marqués de la Ensenada, una fuente de incalculable valor para conocer lo que hoy es La Rioja a mediados del siglo XVIII.
Miembros de la Sociedad Genealógica de Utah microfilmaron los 784 volúmenes del Catastro de Ensenada. Era la única posibilidad de realizar un trabajo rápido y sencillo aunque en años posteriores se iniciara la digitalización de las imágenes microfilmadas (386.970).
«El uso más frecuente que se viene realizando del Catastro -precisa Micaela Pérez, directora del Archivo Histórico de La Rioja-, es como fuente genealógica».
Pero hay muchas más cosas. En realidad es una fuente historiográfica de gran magnitud, en la que se pueden documentar todos los datos imaginables sobre más de 200 localidades de lo que hoy es territorio de La Rioja. Pasarían algunos años todavía para que Tomás López realizara en 1769 el mapa de La Rioja, el territorio de la vieja provincia de Logroño repartido entonces entre Soria y Burgos.
En el Catastro de Ensenada pueden encontrarse todos los datos precisos sobre agricultura, ganadería, urbanismo, toponimia, comercio, población... «Está todo», reconoce Micaela Pérez. Efectivamente. Es la magna averiguación, como se ha dicho siempre, en la que se incluyen hasta los bienes y propiedades de la Iglesia, algo insólito e inaudito hasta entonces.
Una anécdota. Al realizar el catastro de Ortigosa, por poner un ejemplo, se constataron las cifras de ganado ofrecidas por su ayuntamiento y las recogidas entre la población. «El Ayuntamiento no sabía, seguramente, porqué no tenía los datos -afirma Micaela Pérez-. Pero una persona que había trabajado en el Catastro aportó todas las cifras que resultaron mucho más elevadas».
Hay más, muchas más que no se pueden obviar. Aquí no se había establecido el sistema métrico decimal. Y, claro, las medidas eran tan singulares que en alguna localidad situaba la distancia «a dos tiros de...» y la vara no era la misma en una u otra localidad. Y así, ni en distancias, ni en peso, por lo que quienes trabajaron en el Catastro tuvieron que armonizar con precisión.
A través de las imágenes digitalizadas en JPG pueden apreciarse multitud de curiosidades de interés. «Por primera vez -comenta la directora del Archivo- se dibujan las fincas, la forma y lo que rentaban... Realmente fue muy preciso y detalladísimo. No hubo nada, nunca, ni parecido en España. Apenas una pequeña incursión en tiempos de Felipe II. Efectivamente, fue un trabajo enorme al que se destinaron gran cantidad de medios y 10.000 personas durante varios años».
Acercarse hoy al Catastro de Ensenada a través de imágenes digitalizadas y de gran calidad (más y mejor caligrafía en las localidades que pertenecieron a Burgos que en las de Soria) obliga a contextualizar casi todo en su época.
Sin ir más lejos, entre las localidades no aparecen algunas como Pradejón. «Es que era un barrio de Calahorra -precisa Micaela Pérez-, por lo que la búsqueda debe realizarse en la misma ciudad». También, como sucede en la actualidad, había despoblados o poblaciones desaparecidas de las que apenas queda el recuerdo en la memoria.
Y si no había medidas generales de longitud ni peso, a mediados del siglo XVIII tampoco había unas normas ortográficas como las actuales. «Todo ello generó una gran variedad de grafías en todos los nombres propios (localidades, nombres y apellidos. Así -concreta la directora del Archivo-, nos encontramos conque los fonemas g, j, v, c, z, y h son los que crean las variantes más complicadas».
También conviene recordar que la web ha respetado toda la estructura original del Catastro. Hay nombres sincopados y seguían el criterio de ordenamiento por el nombre de pila. Así, entre las dificultades de búsqueda podemos encontrarnos que la homonimia en frecuente en la misma localidad. O, por ejemplo, que no hay uniformidad a la hora de dar un título uniforme a las instituciones.
En cualquier caso, la web del Catastro de Ensenada es clara y sencilla y tiene una estructura fácil para cualquier persona con acceso a la Red.
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