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M. MAYAYO
Martes, 19 de febrero 2013, 01:51
Huele a verde, mezcla de la permanente lluvia y los campos que se suceden, salpicados aquí de un pequeño pueblo, allí de una granja y un poco más lejos de un bosque. Irlanda es campo y cada pedazo de tierra releva a otro, encadenando una paleta casi infinita de tonos verdosos. Demasiado terruño para un urbanita. Pero no fue un obstáculo para la logroñesa Isabel Cañas, ávida de conocer, de cambiar, pero, sobre todo, de profundizar en el inglés. Un buen día, se apuntó al 'wofing', una forma de aprender y vivir en una granja ecológica a cambio de un trabajo voluntario. No cuesta dinero sólo es cuestión de tener voluntad y ganas de naturaleza.
A Isabel la aventura le ha llevado ya por tres granjas orgánicas. La primera, próxima al pequeño pueblo de West Cork, Macroon. «Vivía con una señora mayor en una casa en medio del bosque. El destino más próximo estaba a diez kilómetros», recuerda. Ella cuidaba de las gallinas y ayudaba en el invernadero. «También cortaba leña para el fuego. Eran cosas muy básicas, de mantenimiento porque era invierno y en esta época no se planta nada», comenta. Fue su primer contacto con el campo. «Yo soy muy de ciudad, de Logroño y de Madrid, pero me apetecía este cambio».
La curiosidad le llevó a una segunda granja. Esta vez en Portlaois, cerca de Dublín. Ahí convivió con una familia y sus tres hijos. De nuevo, gallinas y un invernadero, y, como novedad, hacían jabones naturales que luego vendían en un mercado. «Recogíamos las hierbas en el invernadero y hacíamos mezclas. Los jabones se vendían muy bien». También tenían vacas. Un día vino un veterinario e hizo unas ecografías: las vacas estaban preñadas. Su ocupación principal pasaron a ser las vacas hasta que volvió a mudarse. En la tercera granja, vivían tres familias -cada una en su hogar- y educaban a sus hijos en casa. No los llevaban al colegio. «Un movimiento alternativo, un tanto peculiar», explica Isabel. Acogen a gente, les enseñan inglés y se mantienen con un proyecto de turismo ecológico bastante interesante. «No tenían calefacción y me enseñaron a hacer fuego. He hecho cosas muy variopintas», dice.
En enero ha 'repetido' con 'su' segunda granja; la que se encuentra Portlaois. Las vacas están a punto de parir e Isabel asistirá al alumbramiento. Se ocupará de los ternerillos hasta que se vendan pero también es época de siembra: las patatas y los demás productos que deben plantarse para ayudar a la economía familiar.
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