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Jota González da órdenes a sus jugadores en un partido de Asobal. :: F. DÍAZ
Con J de Jenofonte
COMARCAS

Con J de Jenofonte

VÍCTOR SOTO

Lunes, 29 de octubre 2012, 01:24

El Naturhouse, con lo que está padeciendo, podría ser ahora un barco a la deriva. Una nave desarbolada por las lesiones y condenada a remar a la deriva. Sin embargo, su situación es la opuesta. Lucha, sufre, gana y empieza a acercarse a sus objetivos.

La historia del equipo se escribe con Jota. Jota de Jenofonte, aquel militar y escritor griego quien, junto a sus compañeros de expedición, sobrevivió a las desgracias, los ataques y las miserias apoyándose exclusivamente en la unión, el orden y la inteligencia.

Veinticinco siglos después, los valores del Naturhouse siguen siendo los mismos. Y Jota González, como Jenofonte, sabe trabajarlos diariamente, sin que el desánimo llegue a mellar al grupo. Él no disfruta con el balonmano. Lo sufre en cada minuto de su vida. Es tal la atracción que siente hacia su deporte que resulta difícil imaginarlo en su vida anterior, como profesor de matemáticas, sin pensar todo el día en jugadas, sistemas y rivales. Pero ahí está, volcado con un proyecto en el que pocos creían hace unos años en Logroño.

Un equipo pequeño, con afición limitada pero estable y muchas necesidades, ha empezado a alcanzar límites insospechados. Se podrá justificar el crecimiento por la crisis económica y la consiguiente devaluación de la competición en Asobal, por la marcha de estrellas a países extranjeros o por cualquier otro argumento más o menos razonable.

Pero la verdad es que el Naturhouse se ha hecho grande y empieza a competir por la gloria de acabar tercero (solo por detrás de los inalcanzables Barcelona y Atlético de Madrid) gracias a la continuidad de un proyecto deportivo y económico serio. Algo que, durante años, se ha echado de menos en el fútbol regional y que sólo puede compararse con el Clavijo, aunque el futuro del baloncesto está sentenciado a causa de las estrecheces monetarias.

El ejército de Jota González, mermado por las bajas y asediado por rivales, se acerca cada vez más a su objetivo. Ya ha andado parte del camino y sólo le queda perseverar. Allí, al final del trayecto, espera el mar. Y Europa.

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