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ENRIQUE MÜLLER
Lunes, 30 de enero 2012, 09:22
Un trocito de papel, y otro, y otro y así hasta ¡600 millones! de trocitos de papel. Recomponerlos uno a uno, juntar esas minúsculas piezas como si fuera un puzle colosal y tratar de descifrar su significado es el sueño de Bertram Nickolay, un ingeniero alemán de 58 años decidido a desvelar los trapos sucios de la Stasi, la temible policía secreta de la ex República Democrática Alemana (RDA) que, tras la caída del Muro, se empleó a fondo en la destrucción de documentos muy comprometedores. Para ello, Nickolay y su grupo de ayudantes diseñaron un complejo programa informático que se encuentra instalado en un ordenador gigante en una dependencia secreta del instituto Frauenhofer IPK de Berlín. Cuando algún periodista curioso pide autorización para fotografiar la máquina recibe una respuesta amable pero categórica. El acceso está prohibido porque en ese enigmático lugar se está reescribiendo un capítulo de la historia reciente de Alemania, que aún despierta recelo y animosidad.
El software de Nickolay fue bautizado como 'epuzler', un nombre que define a la perfección la hazaña que tiene por delante su grupo de trabajo. Si el ingeniero tiene éxito en su titánica labor, la reconstrucción de ese puzle de 600 millones de trocitos de papel puede arrojar muchas luces sobre los métodos de trabajo de la Stasi, los pecados cometidos por el régimen y el nombre de sus agentes infiltrados en las más altas esferas de los países enemigos de la RDA. De momento hay un plan piloto en el que Nickolay tiene por delante el desafío científico de reconstruir, en el plazo de doce meses, el contenido de 400 sacos repletos de papelitos que fueron recuperados de la central de la Stasi en Berlín. «Si todo resulta bien, el Parlamento federal deberá decidir si existe interés en digitalizar y reconstruir el contenido de miles de sacos que fueron rescatados en enero de 1990», explica el ingeniero. El doctor Nickolay se niega a revelar el coste de la fase piloto, pero admite que en la reconstrucción del contenido de los 400 sacos trabajarán 20 personas. «El programa es único en el mundo», confiesa con orgullo el ingeniero.
En una habitación del cuarto piso del instituto Frauenhofer y que es utilizada como sala de exhibición, Nickolay muestra a este periódico cómo funciona el software que empezó a diseñar en su cerebro a mediados de los años 90. El scanner memoriza tamaño, color, letra y grosor del papel y el contorno de los trocitos. La información es enviada al ordenador, que, con la ayuda del programa 'epuzler', selecciona las minúsculas piezas del puzle para luego iniciar la reconstrucción. En segundos, aparece en un monitor la página en su versión original.
Corrían los años 90 y Bertram Nickolay tenía 45 años cuando vio en televisión un reportaje que mostraba el trabajo de un grupo de artesanos que armaban con paciencia infinita puzles de papel en una pequeña oficina oficial en Zirndorf, una localidad cercana a Nuremberg. «Pensé que armar ese puzle gigantesco podría ser un gran desafío para mi división y también para arrojar un poco de luz sobre los métodos siniestros de la Stasi», comenta al recordar el inicio de la gran aventura.
El Gobierno alemán había ordenado, en febrero de 1995, iniciar la reconstrucción manual del contenido de unos 16.000 sacos repletos con restos de documentos secretos de la Stasi y que fueron destruidos en los días posteriores a la caída del Muro de Berlín. Las imágenes que mostraban a los artesanos fascinaron al ingeniero.
El 'señor del miedo'
Cuando el fin del régimen comunista era inminente los agentes de la Stasi llevaron a cabo su última misión en defensa del socialismo: destruir los documentos más comprometedores que estaban almacenados en el cuartel central del organismo que dirigió Erich Mielke, el famoso y temido 'señor del miedo'. El frenético trabajo de destrucción, primero en forma mecánica y posteriormente a mano, duró hasta el 15 de enero de 1990. Ese día, una multitud, armada con rabia acumulada durante 40 años, asaltó el siniestro edificio y descubrió miles de sacas repletas de documentos destrozados que habían sido elaborados por 90.000 espías a sueldo y un ejército de 170.000 informantes voluntarios que tenían la misión de vigilar, día y noche, a una población de 17 millones de personas.
En los últimos 16 años, los artesanos de Zirndorf lograron reconstruir cerca de un millón de páginas, entre ellas 10.000 documentos, en su mayoría elaborados en la 'Sección principal XX', que tenía la misión de combatir a la oposición política en la ex RDA y de otros departamentos como el espionaje en el extranjero. Los rompecabezas recompuestos revelaron, por ejemplo, las vidas paralelas del profesor de Teología Heinrich Flick, exrector de la Universidad Humboldt de Berlín, y del antiguo obispo de Turingia, Ingo Bräcklein. Sus respectivos puzles demostraron que ambos habían trabajado para la Stasi como informantes.
«Los artesanos también reconstruyeron un documento que resume el contenido de una reunión donde los jerarcas solicitaban autorización a Moscú para invadir Polonia y acabar definitivamente con ese país» recuerda el doctor Nickolay. «Pensaban igual que los nazis. Por suerte, Moscú no respondió a la petición. Pero había un problema: la reconstrucción manual de todos los sacos duraría siglos».
Misión histórica
El ingeniero y sus ayudantes saben que tienen entre sus manos una misión histórica y que ha despertado el interés de otros países europeos que, al igual que la RDA, sufrieron el rigor de una dictadura comunista. El software 'epuzler' tiene la delicada misión de luchar contra el olvido para hacer posible la reconciliación.
El sistema también puede servir para escribir un nuevo capítulo en la ciencia dedicada a reconstruir el pasado milenario del planeta tierra: la arqueología digital. 'Epuzler', por ejemplo, es capaz de volver visibles documentos que fueron destruidos por el tiempo, como decenas de miles de pequeños trozos de papiros que descansan en los sótanos del Museo Egipcio de Berlín, o trozos de frescos rescatados de la legendaria Babilonia que también se encuentran en la capital germana.
«Estamos trabajando en la reconstrucción de un fresco en una iglesia italiana, pero también hay muchos países interesados en nuestro sistema, como Guatemala, donde la gente desea saber qué pasó con sus familiares», dice el ingeniero, al recordar una visita de un grupo de guatemaltecos que estaban interesados en saber si el software podría ayudarles a reconstruir documentos destruidos por las dictaduras que azotaron al país centroamericano.
El doctor Nickolay también tiene un interés personal en el gran proyecto de su vida. Su gran amigo Jürgen Fuchs, un famoso escritor disidente de la RDA, tenía 48 años cuando falleció en 1999, víctima de un extraño cáncer a la sangre.
El escritor tenía 25 años cuando fue detenido por primera vez por la Stasi y a lo largo de su cautiverio, según historiadores que han intentado reconstruir el sistema de terror del general Erich Mielke, fue sometido a sesiones de irradiación radiactiva que le produjeron la leucemia.
«Si puedo reconstruir la página que demuestre que Jürgen fue sometido a un baño radiactivo que le causó la muerte, le habré hecho justicia a mi amigo y a todas las víctimas anónimas de ese sistema», dice Nickolay, que está convencido de que las autoridades aprobarán el dinero para reconstruir el contenido de los miles de sacos que ocultan los pecados y secretos de la Stasi. «Si recibimos la luz verde, tardaremos entre 10 y 12 años para armar el mayor puzle del mundo», sentencia Nickolay.
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