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MI BALCÓNFÉLIX CARIÑANOS
Sábado, 21 de enero 2012, 02:11
Buenos días, Jesús, Jesús Molviedro Chasco. Sí, nos vimos el martes pasado en Funes, poco después de haber cumplido tú noventa y dos años. Ibas vestido de blanco y rojo, como dispuesto a actuar, a la manera de tantas otras veces, con las manos en la cintura con los pulgares hacia delante y los demás dedos hacia atrás; te vi el pañuelo de fiestas de Viana en las manos. Contigo, los cientos de textos que ideaste, plenos de ingenio, los corridos, las murgas, las viejas canciones agrícolas heredadas de tus antepasados, que tú, trovero, supiste popularizar desde tus tiempos de noviazgo: «Soy de Viana y vivo en Funes; / yo recuerdos te mandé: / en un papelico escritas / las jotas que yo me sé».
¿Te acuerdas, Jesús? Durante el invierno y la primavera de 1949 participaste en los distintos homenajes que se tributaron a Raimundo Lanas al traerse sus restos desde Fuendejalón (Zaragoza), donde había fallecido a los treinta y un años, a su villa natal, Murillo el Fruto. En Pamplona presidió el acontecimiento el gran escritor tudelano José María Iribarren, el mismo que escribió de ti que eras «el que con más gusto y sentimiento ha cantado la jota navarra». Tanto es así que forma parte del folclore ribero esta letra: «De los misterios que tiene / la brava jota navarra, / uno lo puso Molviedro, / los otros Gayarre y Lanas». Ese mismo año escribiste el texto irónico que propagaste por las fiestas de los pueblos: «El año cuarenta y nueve / ha sido un año completo: / no se ha segao el secano / y los ríos bajan secos, / el pimiento se asolea / y el tomate a real el cesto».
Me acuerdo del 1 de febrero de 1995 y de la jota que cantaste, cuando el Ayuntamiento de tu ciudad natal te homenajeó: «El Ayuntamiento en Viana / una placa me ha entregado; / de las muchas que yo tengo, / esta es el mejor regalo: / un recuerdo de mi Viana, / siempre lo estaré mirando». Y tu hijo Jesús, que ha seguido tus pasos, acompañó: «En la gran ciudad de Viana / nació el jotero Molviedro; / es como el vino en barrica: / cuanto más viejo, más bueno». Y Gregorio Bernechea, amigo y obrero de Galletas Marbú, me susurró a la salida del acto: «Me han dicho que cada día / cantan mejor los jilgueros / y es porque escuchan las jotas / que canta Jesús Molviedro».
Joteros albergaron tu salida de la iglesia de Santiago en Funes, ahí en lo alto; abajo, las aguas del Arga avanzaban silenciosas, paralelas al camino nuevo que has tomado: «A las orillas del Arga / las golondrinas cantaban / y en sus trinos repetían: / Jesús Molviedro se marcha». Pero tú no te vas, Jesús. El recuerdo es el acero de la memoria. Échanos otra jota con tu estilo incomparable, ya en la leyenda definitiva, Jesús.
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