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LUIS JAVIER RUIZ
Domingo, 27 de noviembre 2011, 11:12
Subirse al peso es, para más de 126.000 riojanos, su particular pesadilla diaria. Saben que el disco girará más de lo que esperan. Siempre más de lo que desean. Tienen obesidad o sobrepeso. Lo han intentado todo. Desde las famosas -y peligrosas- dietas milagro, a los más sofisticados y publicitados métodos. Los resultados no siempre son los esperados y, en ocasiones, retroactivos. Los expertos son claros y contundentes: mientras la desnutrición acaba con la vida de miles de personas en países menos desarrollados, el mundo occidental se enfrenta a una realidad antagónica: la obesidad es una epidemia de salud pública.
No es una mera cuestión estética. El trasfondo de la obesidad es más complejo e incluye una serie de derivadas que multiplican el gasto sanitario y que actúan como el caldo de cultivo de patologías que, en primera instancia, van minando la calidad de vida para, con el tiempo, erigirse en un riesgo vital.
La Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad Mórbida y de las enfermedades metabólicas enumera en su página web (www.seco.org) los riesgos del sobrepeso y una nómina de patologías que se derivan de la obesidad que incluye, entre otras, cáncer, diabetes, patologías cardiacas, asma, apnea del sueño, enfermedad de los discos y de la columna vertebral y depresión. En total señalan hasta 22 dolencias estrechamente vinculadas en su origen con la obesidad.
Pero las consecuencias del sobrepeso van más allá. No sólo es una cuestión de salud, de calidad de vida o de riesgo vital. En ocasiones son más duras las 'consecuencias sociales'. Así, la exclusión social, la estigmatización, el rechazo, la marginación o las barreras para acceder al mercado laboral forman parte de ese conjunto de derivadas en muchas ocasiones olvidadas.
LOS ORÍGENES DE LA EPIDEMIA
Identificar las causas de esta epidemia de salud pública no es complicado: el ritmo de vida en nada se parece al de hace unas décadas; la dieta mediterránea se ha reemplazado por otra menos equilibrada. A ello hay que sumar que la sociedad es cada vez más sedentaria: falta -o ausencia- de actividad física y ocio pasivo de consolas, televisión o ordenadores. Múltiples factores que, macerados, dificultan la solución a una epidemia que, además, tiene un peso importante en el gasto sanitario: las patologías derivadas de la obesidad representan, aproximadamente, el 7 por ciento de esa factura.
Más allá de lo evidente, para conocer si una persona está en su peso ideal, tiene sobrepeso o obesidad, la Organización Mundial de la Salud ha fijado el índice de masa corporal como indicador para evaluar los riesgos derivados del exceso de peso. Aplicando esa fórmula a la población riojana mayor de 18 años y según los datos de la última encuesta nacional de salud del Instituto Nacional de Estadística, el 48,05% (120.000 habitantes) de los riojanos está en una situación óptima, es decir, que de su peso no se derivarían problemas de salud. ¿Qué pasa con el 52 por ciento restante? El 1,27% -unos 3.200 riojanos- tendría un peso insuficiente mientras que el 39,6 por ciento -98.900- sufre algún tipo de sobrepeso. El verdadero problema es el del 11,08% restante: 27.700 riojanos tienen algún grado de obesidad y se integran en la estadística de una epidemia que ataca especialmente en los países desarrollados.
PREVENCIÓN Y PROGRAMAS
De igual manera que la prevalencia de la obesidad crece en la región, crecen los recursos destinados a la promoción de hábitos de vida saludable. Así los planes de la Consejería de Salud de dirigen a los centros escolares, al sistema de salud y a la comunidad en general. Tres áreas de actuación con programas específicos y un objetivo único: concienciar que lo que hoy comemos nos puede pasar una gran factura mañana.
El tratamiento en personas adultas no es sencillo. Lo reconoce José Miguel Acítores, director de Salud Pública de La Rioja: «Los hábitos alimentarios se adquieren en la más tierna infancia y su consolidación se produce a los 14 o los 15 años. Por eso los programas de prevención se orientan a los niños pequeños».
Y es que la obesidad infantil también es un problema. Esa misma encuesta dice que La Rioja es la tercera región con más niños obesos (4.700, el 12,4% de la población de entre 2 y 17 años) tras Canarias, Ceuta y Melilla. El 31% de los menores, 11.800, tienen obesidad o sobrepeso. Por contra, el estudio de prevalencia de obesidad infantil 'Aladino' -que presentó sus datos provisionales este verano- dice que en los menores de entre 6 y 10 años La Rioja presenta la segunda menor prevalencia de obesidad (13,6%) y la segunda mayor de sobrepeso, 30,9%.
Con tres de cada 10 niños menores de 10 años con problemas de sobrepeso todas las actuaciones parecen pocas. En juego sigue estando la salud de la mitad de los riojanos.
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