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MARTIN SCHMITT ,
Domingo, 27 de noviembre 2011, 11:51
Lo que era antes una quimera, una ilusión fantástica alejada de un equipo que había fracasado, hoy es algo tangible, al alcance de la mano. Porque con la difícil y trabajada victoria conseguida anoche en el Palacio de los Deportes frente al Balonmano Huesca (38-34), el Ciudad de Logroño se ubica noveno en la tabla clasificatoria, a un punto del Academia Octavo y el Ciudad Encantada, dos rivales directos con los que el conjunto franjivino debe enfrentarse en las próximas jornadas. Así que los aficionados más descreídos pueden frotarse los ojos y empezar a soñar otra vez. El Naturhouse está comenzando a subir peldaños a ese lugar donde las expectativas lo colocaron antes de iniciarse la liga.
Cierto es que ayer les costó más de la cuenta a los de Jota doblegar a un rival que parecía débil. Sobre todo por su inicio, imposible de dar con la táctica local. Rapidez en el juego de manos y lanzamientos certeros a la portería de Blas vencían.
El Naturhouse comenzó serio, como en los dos últimos encuentros, combinando bien, fuerte en defensa, saliendo al contraataque de forma eficaz, con los pies bien puestos en la pista. Parecía que iba a ser un paseo de los hombres de franjivino (6-2, en el minuto 7), pero los árbitros -otra vez más- inclinaron la cancha para uno de los dos lados. El Naturhouse se descontroló y el Huesca, sin demasiados argumentos, empató el partido. En ese lapso, el Ciudad de Logroño llegó a jugar con dos jugadores menos, ya que las exclusiones se sucedieron un atrás de otra (Víctor Hugo López, Tioumentsev, Curuvija...). Alguna con justificación; otras, la respuesta sólo la tienen los árbitros.
La obligación de mejorar
Los jugadores locales parecían desquiciados y empezaron a deslucir su juego, a fallar lances sencillos desde los seis metros. El cuadro oscense se vino arriba y gracias al poderoso brazo de Federico Vieyra y a la puntería de Javier Ancizu pasaron a comandar las acciones y se marcharon al vestuario con el marcador favorable (15-16).
El Naturhouse tenía la obligación de mejorar ante su público y salió en tromba en la segunda parte. Pero no dio con la clave hasta el primer tercio de esa última parte. Allí volvió a aparecer Sasha Tioumentsev, una vez más, para desequilibrar las acciones. Cierto es que todo el trabajo se forjó en la defensa, con otro partidazo de Gurutz, que detuvo catorce lanzamientos, algunos de ellos decisivos. La retaguardia franjivina, que alternó el 5-1 con el 6-0, supo leer el ataque oscense y robar algunos balones vitales (Víctor Hugo López, Tioumentsev y Ales Silva cortaron varios ataques y crearon réplicas) y promediando esa mitad el Ciudad de Logroño pasó a mandar.
A partir de allí y hasta el final, no dio el brazo a torcer. Eso sí, no dejó de sufrir hasta el último minuto del encuentro, cuando Gurutz paró un lanzamiento de Álvaro Ruiz con 38-33 en el marcador. Hasta entonces, ambos equipos se intercambiaron golpes y ninguno caía definitivamente a la lona. De hecho, la mayor brecha abierta por el equipo de Jota González en esos últimos quince minutos fue de tres goles, aunque los de José Nolasco reaccionaban con velocidad para igualar las cosas.
Pero el Ciudad de Logroño tuvo la fortaleza física y, sobre todo mental, de aguantar el tipo y saber liquidar el partido en su momento. En ese momento, el público del Palacio de los Deportes ayudó muchísimo, empujando al equipo hacia la victoria, sin desesperar a los suyos. Y el Naturhouse respondió al envite.
No fue un triunfo lucido, pero sí muy trabajado y luchado, con varias cosas que mejorar (como el balance defensivo y algunas distracciones), y otras muchas que celebrar. Entre ellas, que el Naturhouse está otra vez en el baile, con ganas de vestirse de gala y meterse en la Copa del Rey para empezar a tachar objetivos marcados al inicio de la temporada. Aún falta mucho por remar, pero brazos sobran en este equipo.
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