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LINA GARRIDO CALVO
Martes, 6 de septiembre 2011, 02:34
Aunque hay animales descontrolados o salvajes, lo cierto es que el 90% de estos accidentes ocurren en el medio doméstico urbano o rural, siendo las mordeduras de gatos, perros y humanos las más frecuentes, según se constata en las consultas de los médicos de familia y en los trabajos de la Sociedad Riojana de Medicina de Familia y Comunitaria (srmFYC). Por fortuna, en nuestro país, la mayoría de los casos son leves cursando con síntomas locales predominantemente, aunque no por eso debemos obviar la gravedad que en ciertos pacientes hipersensibilizados o con especiales características puede suponer una agresión de este tipo.
Las mordeduras se consideran heridas de tipo contuso o punzantes, que comprometen a la piel y se pueden acompañar de lesiones de estructuras musculares, tendinosas, vasculares o nerviosas, pudiendo dar clínica de carácter sistémico además de la local.
En el manejo de las mordeduras existen normas generales de actuación. Desde la srmFYC se recomienda la limpieza de la herida con agua y jabón, evitando el uso de antisépticos (yodo, agua oxigenada, mercromina.), ya que pueden modificar el aspecto de la lesión. Si hay hemorragia se cohíbe con presión en la zona sin realizar torniquetes, cubriendo la herida con un apósito limpio o estéril. Se debe trasladar a un centro sanitario para desbridar la herida (casi nunca se sutura) y para valoración de la indicación de profilaxis antitetánica y/o antirrábica. Si es posible, hay que comprobar que el animal que ha mordido esté contaminado o presente síntomas de infección.
Las mordeduras más frecuentes son las de gatos y perros en ambientes domésticos, pero no debemos menospreciar las de los humanos: en ambientes infantiles durante juegos o peleas, suelen ser superficiales o abrasiones, sin embargo, en adultos tienen relación con agresiones, siendo más profundas y pudiendo llegar a motivar infecciones locales graves por la gran cantidad de bacterias existentes en la saliva humana.
Mención especial merecen las mordeduras por serpientes, frecuentes en áreas tropicales y subtropicales, principalmente en primavera y otoño. En Europa existen dos grupos de serpientes venenosas: una de la familia de las víboras y otra de las culebras.
Las víboras tienen dos colmillos anteriores acanalados por donde se inyecta el veneno. Su mordedura se forma de dos incisiones paralelas de aproximadamente dos milímetros de longitud y separadas entre sí por 6 milímetros. La clínica es variable y no se suele manifestar en casos leves, pero pueden provocar trastornos digestivos, alteración del ritmo cardiaco y distintas manifestaciones neurológicas, por lo que se recomienda valoración médica.
La mordedura de culebra se caracteriza por tener forma de 'U'. Generalmente los síntomas son más locales, como anestesia o inflamación, pero también es recomendable la valoración sanitaria. Nunca se debe hacer incisión de la herida o succión, ya que añade sobreinfección y puede complicar también al sujeto que la realiza. Es recomendable aplicar frío local y elevar la extremidad evitando el movimiento. Se podría realizar un torniquete suave en la zona más proximal de la extremidad para evitar la progresión del veneno al cuerpo. Estas y otras actuaciones recomendadas desde la srmFYC pretenden mitigar el efecto negativo de este tipo de accidentes que nos pueden dificultar nuestra actividad diaria.
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