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Urdiales brinda su primer toro // EFE
Oreja a la torería en Illumbe
TOROS

Oreja a la torería en Illumbe

Enorme faena de Diego Urdiales en una corrida de gran fachada de El Vellosino | El riojano llegó a abandonarse en una faena mecida con la muleta en la que administró con maestría el escaso fondo de su oponente

P.G. MANCHA

Lunes, 15 de agosto 2011, 13:49

Diego Urdiales se reencontró ayer en la plaza donostiarra de Illumbe con su mejor versión: figura encajada, colocación, temple, ductilidad en los engaños y una estocada cobrada a ley que le sirvió para anotarse la primera oreja de la feria de San Sebastián y a la vez para tomar moral de cara a los siguientes compromisos que le esperan en un agosto que puede ser decisivo para su carrera. Además, y por si faltaba poco, presenta con fuerza su candidatura para sustituir a Leandro el próximo jueves en este coso con toros de Garcigrande y nada más y nada menos que El Juli y José María Manzanares en el cartel.

Pero más allá de su porvenir, lo cierto es que el riojano dejó una faena sensacional de ritmo y torería con el gigantón 'Alcarabano', el mejor astado de la descomunal corrida de Vellosino, pero a la vez un animal que exigía una administración perfecta de alturas y distancias para no beberse de un trago las contadas embestidas buenas que tenía dentro. Diego, que vio la calidad pero el poco fondo del toro, comenzó su labor por arriba, con suavidad y se lo sacó a los medios para afianzarlo a media altura. Hubo algún derechazo descomunal por su largura, por su lentitud y por su belleza. Se vio, por momentos, ese toreo abandonado que suele prodigar cuando se siente; y ayer se sintió en Donosti con un público que captó al instante la suavidad de su toreó y que acompañó con olés roncos y sentidos el discurrir de la faena. Al natural fue imposible la ligazón, por eso los fue sacando uno a uno, muy cruzado, muy roto el torero. Volvió con la derecha y tras una larga coda por manoletinas, agarró un estoconazo que valía por sí solo la oreja. La fuerte petición le puso el trofeo en la mano y a buen seguro que este triunfo va a tener efectos balsámicos en su moral tras el dolor de las dos tardes tan poco provechosas de Madrid y su frío inicio de temporada.

El primero del lote del riojano fue un auténtico buey. Uno de esos toros amorfos con los que venía regalándole el caprichoso destino de los sorteos. Muy firme con él aunque la cosa quedó en silencio por su fallo con la espada.

Iván Fandiño no tuvo muchas opciones, aunque se adivina en él que se encuentra en un momento extraordinario. El tercero se rajó y huyó de la muleta, y el sexto embestía a pechugazos. Con la espada, inapelable: un cañón.

César Jiménez, al igual que Diego Urdiales, iba liado con el capote de paseo de La Rioja. Su primer toro se movió sin maldad y le planteó una faena rectilínea pero apañada y sin demasiadas. Estuvo fatal con la espada en ambos astados y aunque se le vio afanoso, demostró que está lejos de su mejor momento.

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