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L.J.R.
Domingo, 24 de julio 2011, 02:57
La Rioja Baja se ha convertido en los últimos meses en uno de los escenarios preferidos por los ladrones de cobre para cerrar con éxito sus golpes. La presencia de la Guardia Civil en las vías rurales parece no hacer mella en ellos y los agricultores exigen una solución de carácter definitivo. Uno de los afectados, Jesús Martínez, es un agricultor de Alfaro que ha visto cómo la pasión por el cobre ha causado importantes desperfectos en el sistema de riego que comparte con otros agricultores de la zona.
«No es la primera vez que sucede y somos bastantes los que hemos visto cómo nos robaban no sólo cobre, sino aperos, herramientas... Cualquier cosa les viene bien y estamos hartos», apunta Jesús, quien ahora trata de buscar una solución de urgencia para que hasta sus cultivos pueda llegar agua y no ampliar los daños del robo con los efectos de una cosecha perdida.
«La cantidad de cobre robado no es mucha», dice Martínez, que sopesa que el peso final de lo robado puede oscilar «entre los 20 y los 30 kilos», pero augura una factura demasiado elevada. «He hablado con el electricista y me ha dicho que ahora hará una reparación de urgencia, provisional, pero la definitiva será cara», asegura.
Como sus compañeros, agradece que la Guardia Civil patrulle la zona -«incluso me han parado en varias ocasiones cuando venía a regar por la noche»-, pero considera que buena parte del origen del mal está en esas chatarrerías «que compran material sabiendo que es robado». «Todo el mundo sabe quién compra y dónde están. No sé porqué no se hace nada».
También lamenta que de un tiempo a esta parte las vías rurales de la zona «estén llenas de furgonetas por las noches». «Ves todos los días furgonetas por la noche por los caminos y eso no es normal, igual que no es normal que haya chatarrerías que carguen camiones los domingos por la tarde», dice.
En busca de una solución que ponga freno al incremento de robos, los agricultores riojabajeños se afanan en salvaguardar cualquier objeto susceptible de robo. Y es que no sólo el cobre es bienvenido por los 'cazadores' de chatarra. «Hace unos seis meses me robaron uno de los aperos del tractor. Pesaba 200 kilos y se lo llevaron a las dos de la tarde», relata sorprendido mientras supone que para cometer un robo así hay que conocer muy bien la zona y la logística necesaria.
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