Borrar
BALENCIAGA SE VISTE DE ETIQUETA
SOCIEDAD

BALENCIAGA SE VISTE DE ETIQUETA

El próximo 7 de junio se inaugura en Getaria, con la presencia de la reina Sofía, el museo dedicado al modisto vasco, protagonista de la época gloriosa de la alta costura

PPLL

Domingo, 29 de mayo 2011, 03:22

Después de una historia salpicada de episodios de crónica negra, el martes se abrirá en Getaria, su pueblo natal, el Museo Balenciaga. La inauguración contará con la presencia de la reina Sofía y, al menos esa tarde, se olvidará lo ocurrido. Años de retraso en la apertura, desviaciones presupuestarias de 6 a 20 millones de euros, enjuiciamiento del antiguo gerente y exalcalde de la localidad, Mariano Camio, por un rosario de presuntos delitos, adjudicaciones a dedo, malversación de fondos públicos y falsedad documental, envueltos en una relación sentimental con el también presunto arquitecto -no tenía titulación válida- Julián Argilagos.

Ese capítulo oscuro va camino de enterrarse gracias a la nueva composición de la fundación que gestiona el museo. El Ministerio de Cultura, el Gobierno vasco y la Diputación de Guipúzcoa, sus principales integrantes, han destinado medio millón de euros cada uno para los gastos de este año. El que viene tendrán que aportar más, pues se prevé la incorporación de un director que se sumará a la media docena de personas que ya compone la plantilla, ayudada por empresas externas.

La oscuridad deja paso a luz, gracias al estudio de arquitectura AV62 de Barcelona, formado por Toño Foraster y Victoria Garriga. Ganaron el concurso para terminar el proyecto arquitectónico e idear el planteamiento museográfico. La situación de partida era extraña y difícil, y la primera misión consistía en combinar el palacio Berroeta Aldamar, del siglo XIX, con un inmueble de apariencia moderna, acristalado, a medio construir.

Foraster y Garriga imaginaron la fachada del nuevo edificio como una gran puerta que uniera esa parte con el palacio, la antigua residencia de verano de la marquesa Casa Torre: la mujer que dio la oportunidad a un chico de doce años de hacer una copia de uno de sus vestidos. El mismo al que luego llamarían Maestro.

Pero, además, AV62 tenía que aportar la museografía, la manera de mostrar a Balenciaga. «Nos propusimos superar esa barrera que separa al modisto del artista, y exponer cada vestido en su particularidad y en su relación con los demás. En el recorrido las obras aparecen y desaparecen, se contemplan y se pasa de una a otra. Se trataba de evitar por todos los medios que apareciera la 'mirada escaparate'. Un vestido de Balenciaga es algo más que un vestido», explica Foraster, de origen bilbaíno.

La colección del museo alcanza las 1.200 piezas. De ellas se exhibirán 80 en seis salas, distribuidas en dos plantas, y correspondientes a los comienzos del diseñador, y a los vestidos de día, cóctel, noche y novias, con un espacio final para mostrar los puntos esenciales de su trayectoria.

La importancia de la luz

Unas vitrinas colocadas frente a unas paredes curvas servirán para exponer los atuendos, uno a uno. El tipo de luz, pensada con especial cuidado por AV62, dará personalidad a cada sección. En la referida a los comienzos la iluminación será difusa y poco intensa, como una nebulosa, que sugiere la promesa de lo que luego llegará a ser Balenciaga. Los vestidos de día estarán bañados por una luz blanca, matinal, «la luz de las vanguardias», matiza Foraster. Los focos de la sala cóctel lucirán el anaranjado de las puestas de sol, mientras que en el espacio dedicado a los atuendos de noche la luz de dirigirá a los pliegues y caídas de los vestidos. La luminosidad de la sección de novias será blanca y etérea.

Al arquitecto le fascina de Balenciaga su habilidad para crear volúmenes rotundos con un solo pliegue y una costura. «Eso da una idea de la dimensión de su inteligencia», destaca. Y a la conservadora del museo, Miren Arzalluz, le entusiasma la manera en que el diseñador convirtió «lo que por definición es efímero, la moda, en unos vestidos que han pasado la prueba del tiempo y se han convertido en clásicos». Quizá porque, como dice el diseñador Ion Fiz, su obra supera lo actual, las tendencias. «Más que la moda, él es el estilo».

Arzalluz, autora de 'Cristóbal Balenciaga. La forja de un maestro' es una de las personas que ha trazado el recorrido de la exposición, que comienza con un documental de veinte minutos para familiarizarse con la figura del modisto. La sala de los inicios contiene el vestido más antiguo de Balenciaga que aún se conserva, un traje sastre datado en 1912, cuando aún no había cumplido los veinte años. «Si bien la época más gloriosa es la que va de finales de los

C ristóbal Balenciaga es un personaje de otra época. De la época en que las mujeres de la alta sociedad, las grandes actrices y las princesas acudían a las casas de alta costura a tomar medidas, a probar, a recoger el vestido. Eran los tiempos en que los talleres de París tenían 500 empleados, patronistas, costureras, planchadoras, bordadoras, jefes en cada sección, al servicio de la carismática figura del modisto.

El mundo de Balenciaga ya no existe. La edad de oro de la alta costura, entre los años cuarenta y sesenta del pasado siglo, ha pasado a la historia. Salvo contadas excepciones, las princesas y las estrellas visten con marcas caras pero de gran distribución, nombres famosos aupados por la publicidad global. Pero su vigencia se mantiene intacta, gracias a su actitud y a su técnica, a su modernidad, tan admirada por los diseñadores de hoy. Por eso le llaman Maestro, con mayúscula.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja BALENCIAGA SE VISTE DE ETIQUETA