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Sábado, 28 de mayo 2011, 13:25
Durante muchos años, el periodista Emilio Ramírez -o Zerimar, como también le gustaba firmar- llegaba antes a los sucesos que la Policía. «Tenía muchos contactos», asegura. Tantos, que se convirtió en un experto de la crónica negra riojana que acabó reflejando en las páginas de Diario LA RIOJA en la sección 'Crimen sin huella. El asesino anda suelto'. Ahora acaba de publicar un libro sobre las peñas de Logroño y en mente tiene otro sobre los crímenes -que relata sin pudor- más mediáticos.
- El periodista de crónica negra por excelencia escribe un libro sobre peñas.
- Era un sueño que tenía. Nací en la calle Mayor y allí se fundaron muchas peñas. Siempre he sido muy festivo y fundé varias peñas.
- Pero lo suyo siempre han sido los crímenes.
- Sí. Hasta los jueces me decían: 'Emilio, sólo te falta publicar el nombre, los apellidos y dónde vive el asesino'.
- Y le llamaban 'comisario'.
- Sí, sí. Soy comisario honorífico. Me dieron la medalla al mérito policial. He vivido tantos crímenes...
- Usted empezó como camillero de Cruz Roja y acabó siendo periodista de sucesos.
- Siendo miembro de Cruz Roja estuve en muchos sucesos. Incluso en el accidente de Pradillo. Recuerdo que salvé a una chica, Nuria, y al final le acabé poniendo ese nombre a mi hija.
- Ahora está todo mucho más tranquilo.
- Ahora no hay un triste crimen que echarte a la boca. Antes había más y en el periódico publiqué una sección, 'Crimen sin huella. El asesino anda suelto', que se la leía todo el mundo.
- Y de todos en los que estuvo, alguno le marcaría.
- Muchos, muchos. Me acuerdo uno en que violaron a un chica, le dieron 20 puñaladas y la intentaron quemar en un guardaviñas, pero eran tan desgraciados que ni supieron hacerlo. O el crimen del armario, en la calle Carnicerías.
- Y usted sabrá, o tendrá sus teorías, sobre los autores.
- Sí, claro. Yo era muy observador e investigaba mucho.
- Algún susto también tuvo. ¿Es cierto que acabó en el interior de una tumba?
- (Ríe). Eso fue en Calahorra. Fui con Gasco a un entierro de una señora a la que su nuera había tirado por la escalera y cuando vieron que éramos periodistas, empezaron a pegarnos y me tiraron a un panteón. Tuvo que ir hasta la Guardia Civil. ¡Qué día¡
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