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Rafael Alcides, ayer en el Café Bretón, rodeado de sus editores riojanos, Rafa Amilburu (Mangolele), César Sánchez (Fulgencio Pimentel), Julián Lacalle (Pepitas), Alfonso Martínez Galilea (AMG) y Jorge Frías (Mangolele). :: DÍAZ URIEL
Logroño ofrece asilo literario a un gran poeta
CULTURA

Logroño ofrece asilo literario a un gran poeta

Rafael Alcides«No soy un perseguido político, no publicar en Cuba es una decisión personal, una manera de no colaborar con el Gobierno», afirma Alcides

J. SAINZ

Domingo, 15 de mayo 2011, 12:30

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Esta es, efectivamente, una historia de gratitud. El 3 de mayo del 2006 el poema 'El agradecido' se escuchó en Logroño por vez primera en la voz profunda y cálida de su autor, el poeta cubano Rafael Alcides. Era uno de los invitados de la octava edición de las Jornadas de Poesía en Español, un ciclo organizado por Cultural Rioja que tiene la virtud de reunir a poetas hispanoamericanos y españoles y que ya antes había reparado en importantes autores de la isla. Entre otros, precedieron a Alcides sus compatriotas Manuel Díez Martínez y Raúl Rivero, que fueron, junto con el entonces coordinador de las jornadas, Alfonso Martínez Galilea, quienes le abrieron la puerta de Logroño y le acompañaron durante aquel día grande para la poesía, aunque corriente para todo lo demás.

Ese día, como ocurre siempre con cubanos de por medio, la cuestión política no tardó en hacerse prioritaria: dos intelectuales exiliados en España, uno de ellos, Rivero, muy reciente y polémico, y a su lado Alcides, que seguía (y sigue) viviendo en La Habana, pero apartado de la vida pública y sin publicar ni una línea desde 1993. Todos hablaron vivamente para la prensa local, siempre ávida de reproches a otros gobiernos que no sean el propio. Pero las palabras de aquel hombre menudo, con voz de siglos, con mirada humilde y gesto amable, trazaron un discurso difícil de olvidar:

«Pertenecemos a una generación -contó Alcides entre melancólico e inconformista- que sintió el mismo entusiasmo de todos los cubanos el año 1959. El pueblo cubano entendió que era la oportunidad de construir un mundo nuevo, cambiar la historia de nuestro país y de América Latina. Nosotros lo cantamos. Entonces el poeta un día escribía y al siguiente salía a la trinchera a esperar a los americanos, que nos defraudaron y nunca llegaron. El poeta, como el pueblo cubano, soñaba con una muerte heroica: morir por la Revolución. La Revolución era una mística, una especie de religión. Finalmente nos sentimos muy frustrados por no morir por todo aquello. Después, con el tiempo, llegó la desilusión. Dejamos de soñar y empezamos a ver la realidad. Hubo un momento en que sí se pudo hacer todo lo que soñábamos; fue un momento muy bello: el socialismo fue posible y creo que fue el más bello sueño que haya tenido un hombre nunca. Ya no, porque está desacreditado; la historia lo ha desacreditado. Pero tenemos otro sueño mejor: seguimos creyendo en el porvenir, porque pensamos que el mundo tal como está no sirve, no funciona, muere mucha gente de hambre, hay mucha tiranía, hay demasiadas superpotencias. Hay que acabar con la pobreza e instaurar un único partido en el mundo: el partido de la poesía, la justicia, la dignidad, la verdad, donde todos seamos realmente hermanos y la consigna sea abrazarnos, besarnos, querernos... Estamos en la infancia de la especie. Acabamos de empezar, no se ha perdido demasiado».

Peón y periodista

Aseguran que no hay cubanos pesimistas. Desde luego no lo es Rafael Alcides (Barrancas, 1933), con una vida de novela. Maestro panadero en la adolescencia, peón agrícola, cortador de caña, leñador, cocinero de cuadrillas, dependiente y encargado de tienda en una colonia cañera. Ya en La Habana, años cincuenta, albañil, pintor de brocha gorda, fumigador, agente de seguros y vendedor a domicilio. En el 59 era jefe de la oficina de divulgación del Departamento de Asuntos Latinoamericanos en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de dicho departamento en un programa diario de televisión en el que presentaba y entrevistaba a personalidades políticas del extranjero.

La Revolución le hizo jefe de prensa y asuntos culturales de la Delegación Revolucionaria en el Capitolio Nacional y fue uno de los fundadores de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba). Durante treinta años trabajó para el Instituto de Cubano de Radio y Televisión como autor de dramatizaciones, locutor, director de programas y comentarista literario.

En ese tiempo escribió incesantemente y publicó, entre otros títulos, los poemarios 'La pata de palo' (1967), 'Agradecido como un perro' (1983), 'Y se mueren, y vuelven, y su mueren' (1988), 'Noche en el recuerdo' (1988) y la novela 'Un caballo, dos hombres y una mujer' (1986). Está considerado como uno de los más destacados poetas de la generación cubana de los 50.

Pero en 1993, tras publicar 'Nadie', otro libro de poesía, desengañado por el inmovilismo del castrismo y cansado de la falta de libertades, decidió apartarse de toda actividad editorial y pública. «No soy un perseguido político en Cuba -afirma-. El Gobierno estaría encantado de que yo publicara algo allá, el ministro me lo pide, pero no hacerlo es una decisión personal, una manera de no colaborar».

Siempre pendiente de obtener visado, ha participado en numerosos eventos literarios internacionales y ha ofrecido conferencias y lecturas en países de Hispanoamérica. Su presencia en Logroño en el 2006 le dio a conocer en España. En el 2009 la editorial sevillana Renacimiento publicó 'GMT. Poesía seleccionada', la más amplia recopilación de sus poemas aparecida hasta el momento. En cambio, la mayor parte de su abundante producción narrativa continúa inédita.

Ese mismo año volvió a participar en las Jornadas de Cultural Rioja. Antes de viajar concedió una entrevista a este diario desde La Habana. Como no tiene teléfono (también tuvo que vender el hace tiempo), había que llamar a casa de su vecina y esperar a que le avisaran. «Un momentico no más», contestaba amablemente la señora, acostumbrada ya a atender las cada vez más frecuentes conferencias de su vecino desde España.

«Logroño me tocó profundamente -confesaba Alcides, ya al otro lado de la línea-. No soy ya el mismo. Yo entonces había perdido la fe en la poesía. En Logroño encontré aquello que perdí en La Habana, aquel entusiasmo por la poesía y los libros. Salí bastante contento y encontré mi pasado. Hay dos lugares que elegiría para volver a nacer: la isla canaria de La Palma y Logroño. Pero, en realidad, todos nosotros somos de la patria de la poesía. Eso es la poesía: la patria para soñar en un mundo nuevo. Esto son los poetas: un grupo tratando de cambiar el mundo a través de la poesía. Hice grandes amigos, hice hermanos en Logroño. Yo nací de nuevo en Logroño. Yo soy de allí».

Cinco libros ante el silencio

Nuevamente esa voz y esas palabras... Pero aún habría una tercera ocasión para escucharlas en esta tierra que él tiene ya por adoptiva. Durante los últimos cinco años el escritor ha venido publicando en distintas revistas una emocionante y ácida serie de crónicas sobre la Cuba del presente, algunas de las cuales integran el libro 'Memorias del porvenir', con el que acaba de obtener el Premio Café Bretón & Bodegas Olarra y cuya edición, a cargo de AMG Editor (Alfonso Martínez Galilea), fue presentada la semana pasada en la capital riojana.

Fue solo el anticipo de la presentación ayer en el Café Bretón de otros dos títulos: el libro de poesía 'Por una mata de pascua', editado por Fulgencio Pimentel (César Sánchez); y el misceláneo 'Libreta de viaje', de Mangolele (Rafa Amilburu y Jorge Frías). Otro acontecimiento cultural de primer orden, que como aquel de hace cinco años también pasará casi inadvertido. Y aún faltan dos libros más: 'Un cuento de hadas que termina mal', ensayo que prepara la también riojana Pepitas de Calabaza (Julián Lacalle); y la novela 'El anillo de Ciro', de la sevillana Renacimiento. Cinco libros en cuestión de días. Pero poco, en todo caso, para tanto tiempo de silencio de un gran poeta.

En Logroño, convertido en su honor y por obra de sus amigos en rincón de La Habana, Rafael Alcides, el agradecido, ha encontrado asilo literario. Su voz puede escucharse aquí hasta el porvenir.

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