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Operarios encargados de 'incrustar' en el adoquinado de la calle Laurel el curso del río Ebro a su paso por La Rioja reproducido en piezas de metal. :: JUAN MARÍN
Un meandro de dudas en la Laurel
LOGROÑO

Un meandro de dudas en la Laurel

La integración en el adoquinado del Ebro a su paso por La Rioja no deja indiferente a nadie, con opiniones a favor y en contra | La renovación estética de la zona de pinchos arranca con sorpresa general

JAVIER CAMPOS jcampos@diariolarioja.com ,

Miércoles, 30 de marzo 2011, 20:14

Anunciado para después de Reyes con todas las reservas habidas y por haber, el proyecto de adecuación y mejora del entorno de las calles Laurel y San Juan se iniciaba durante la última semana ante la sorpresa general de hosteleros, clientes y el común de los viandantes.

Las obras, que ya pueden verse en la intersección de la Laurel con la travesía del mismo nombre, han dado comienzo con la integración en el adoquinado del Ebro a su paso por La Rioja, fase previa a 'incrustar' en las baldosas placas de todas y cada una de las localidades bañadas por sus aguas.

De momento, y tras los primeros días de trabajo, ya pueden vislumbrarse los primeros meandros del río, algo que no tienen claro quienes ya han tratado de esquivar las piezas de metal de una anchura poco mayor de una cuarta que representan su recorrido... «¿El Ebro? Pues no me lo parece porque el río no da tantas vueltas... más bien podría ser el camino que hace alguien que va piripi», bromea uno de los paseantes que a mediodía de ayer se veía sorprendido por materiales y obreros.

Primero trazar el recorrido en el piso, luego abrir la zanja (pequeña, eso sí) con martillo compresor, retirar cascotes y, finalmente, encajar las piezas metálicas de sinuosas formas previamente fabricadas para fijarlas al suelo paleta en mano. Un auténtico 'trabajo de chinos' confirmado por la jefa de obra. «La tarea requiere gran precisión y mano de obra, pues primero hay que demoler el adoquinado con sumo cuidado para abrir el hueco con la anchura justa y luego colocar y fijar la pieza con exactitud», explica Belén Larrión.

Minuciosidad y detalle, en definitiva... Y eso sin olvidarse del cuidado «que hay que tener» a la hora de molestar lo menos posible a hosteleros y demás ciudadanos. Sin embargo, tal esmero no siempre se ve reflejado en las opiniones de los habituales de la zona. «Me parece una soberana tontería que siendo una calle con un adoquinado perfecto se empeñen en hacer no se qué...», sentencia el propietario de un bar que ya ha sufrido los efectos de la obra pero que prefiere no dar su nombre.

Argumentos a favor y en contra, como sucede cada vez que se abre una zanja en cualquier calle de la ciudad, se van alternando a lo largo de la calle colándose en medio alguno más comedido. «Habrá que esperar a ver el resultado para poder opinar con fundamento... Las obras siempre tienen sus inconvenientes, pero no creo que debamos quejarnos sin esperar a que terminen», confiesan desde el Bar Jubera sin conocer que como mínimo tendrán que aguardar un par de meses.

No en vano, Ángel Varea, el concejal responsable del plan de dinamización enoturística de Logroño, donde se enmarca la renovación estética de la afamada zona de vinos y pinchos de la capital regional, se reunió en su día con la asociación hostelera de la zona. «Todo lo que sea para mejorar nos parece bien, luego que sea bonito o feo es opinable, aunque hubiese sido más idóneo acometer las obras cuando se nos dijo, es decir, después de Navidad al tratarse de temporada baja», sostiene Blanca Fernández, quien deja constancia de que tras el aplazamiento de su comienzo el miedo es que no concluyan antes de Semana Santa.

Por lo demás, y sobre el proyecto en sí, Fernández reconoce que «se oye de todo». Hay quien protesta ante lo que considera un despilfarro -«gastan en payasadas el dinero que no es suyo», lamenta uno de los parroquianos habituales-, quien lo compara con «chapuzas» como las cometidas con Gran Vía o Bretón de los Herreros, incluso quien pronosticando el futuro augura un aumento de las caídas por el propio material con el que se está representando el curso del río a ras de suelo -«algo curioso pero peligroso al mismo tiempo», vaticina otro de los viandantes-.

También los hay que aplauden la originalidad de la idea y quien pone en valor las dificultades en su ejecución. A otros, sencillamente, 'ni fu ni fa'. Vamos, como cada vez que el martillo neumático se deja ver...

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