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Miércoles, 2 de marzo 2011, 01:59
La súbita reaparición de Julio Revuelta en la escena logroñesa ha servido ya, por inesperada, como inyección de glóbulos rojos oxigenados en la carótida de una política local y regional acomodada entre la complacencia de unos, la resignación de otros y la incapacidad de terceros; ha insuflado energía en un cuerpo próximo al anquilosamiento y, haciendo bueno a Newton, ha provocado una reacción de intensidad similar a la acción que la ha desencadenado. No obstante, al que ayer desató el anuncio de la baja como militante del PP del exalcalde de Logroño y su pretensión de optar a la Alcaldía capitalina con un nuevo partido -acontecimientos ambos adelantados por este periódico-, no puede seguirle sino una serena reflexión. Una sosegada ponderación no tanto del futuro de un proyecto aún delicado por incipiente como del nuevo escenario sobre el que se va a representar la cuestión política de la capital riojana. Y es que, el juego de mayorías y minorías, de apoyos, pactos y repartos de poder se va a ver abocado sin remisión a cambiar de reglas; y no a mitad el partido, sino cuando apenas quedan unos minutos para el pitido final: las elecciones municipales de mayo. Los más que notables y onerosos esfuerzos del PP por recuperar la Alcaldía logroñesa en la persona de Cuca Gamarra se han visto contrarrestados, de repente, por un imprevisto que forzará al partido de la oposición a modificar una estrategia que parecía tener perfectamente planificada en tiempos y formas. Para el PP, el rival era Tomás Santos como cabeza visible del bipartito que le arrebató la vara de mando, precisamente, a Julio Revuelta. Santos se había convertido en el sujeto pasivo de todas las invectivas populares, en el objeto de sus críticas y en la diana de todas sus puyas. Y así pretende el PP que siga siendo, a tenor del mensaje que reiteraron Pedro Sanz o la propia Gamarra al ser consultados sobre la cuestión Revuelta, aun siendo conscientes -lo contrario sería una temeridad- de que su excompañero de viaje será un mal contrario. El contrario que más daño pueden hacerle a la lista popular.
Menos preocupado estará el PSOE, que saludó en la intimidad como positiva para sus intereses la iniciativa de Revuelta tanto por lo que puede provocar de redistribución de los votos de centroderecha como porque la carta con la que aquél solicitaba la baja del PP cargaba de razones al equipo de Gobierno municipal sobre la actitud del Ejecutivo de Pedro Sanz para con la ciudad de Logroño. Dos motivos para un instante de satisfacción por una cuestión que, deben ser conscientes los socialistas, no les será suficiente para contrarrestar el 'efecto Zapatero' en la jornada electoral ni les servirá, seguramente, para movilizar a los ciudadanos que les dieron su voto hace casi cuatro años.
A la espera de acontecimientos, en segundo plano, aunque capaz de asumir un protagonismo capital en el guión escrito para este nuevo marco proscenio, el PR, la segunda pata del bipartito que puede encontrar en el exalcalde un inquilino de lujo para su lista de Logroño -que aún no han dado a conocer los regionalistas-, en forma de cohabitación electoral; una relación que dura una legislatura o, en el peor de los casos, lo que duran unas elecciones.
Al fondo, junto al telón, las fuerzas sin representación municipal. IU puede beneficiarse del voto desencantado del PSOE y sumar las papeletas necesarias para volver a ocupar una silla en el salón de plenos beneficiado por el reflejo que la redistribución de votos tenga en el reparto de escaños. Y UPyD, aguardar que los votos que se descuelguen de los racimos mayoritarios acaben en su capazo, y no en el de los recién llegados 'Ciudadanos de Logroño.'
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