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PILAR HIDALGO
Domingo, 20 de febrero 2011, 18:00
Los primeros minutos comenzaron a correr el 26 de noviembre de 1974 durante el vuelo de traslado de las aeronaves desde el cuartel general de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET) en Colmenar Viejo (Madrid) a Agoncillo. Treinta y siete años después, el Batallón de Helicópteros de Maniobra III (BHELMA III) establecido en el acuartelamiento riojano ha cumplido 100.000 horas de vuelo, lo que equivale a dar 347 vueltas al mundo en este vehículo aéreo. Todo un hito, al que han contribuido con su esfuerzo varias generaciones de pilotos, mecánicos y personal de apoyo que han buscado la excelencia en su trabajo y la máxima seguridad en cada salida.
Desde que la primera aeronave se elevó en el cielo, mucho ha llovido y mucho ha cambiado la unidad de Agoncillo. Corría el año 1974 cuando las FAMET, fuerzas aeromóviles creadas en 1965, decidieron implantar su tercer batallón de helicópteros, el correspondiente al cuadrante norte del país, en La Rioja. Los mandos consideraron para esta decisión el emplazamiento estratégico de la región para la instrucción en entornos exigentes y de montaña. Y es que Agoncillo se sitúa próximo al campo de maniobras de San Gregorio (Zaragoza), el más importante de España, tiene cerca la media montaña de La Rioja y a una distancia media las altas cumbres de los Pirineos.
Además, Logroño históricamente ha mantenido estrechos vínculos con el Ejército y la navegación aérea. El militar logroñés Eduardo González-Gallarza fue un pionero en la aviación al realizar el primer vuelo entre Madrid y Manila en 1926, la ciudad acogió cuarteles de Artillería y de Infantería durante los siglos XIX y XX e, incluso, los niños vieron hasta hace pocos años cómo los Reyes Magos aterrizaban cada 5 de enero en la capital en un helicóptero.
Cuando llegó el BHELMA III, la base acogía la Escuela de Capacitación del Ejército del Aire, por la que pasaron numerosos riojanos para adquirir una formación profesional. El batallón se asentó con una veintena de aeronaves y dos centenares de militares, cifras que se mantienen en la actualidad. La misión que ocupaba a estas 'alas del Ejército de Tierra' consistía en colaborar con otras unidades, en especial con la de montaña. El BHELMA III aún trata de ofrecer estos apoyos, pero su orientación ha cambiado de forma radical desde 1991, cuando España inició el envío de efectivos a operaciones en el exterior. Esto ha exigido una instrucción mucho más exigente para actuar en condiciones extremas, implementar todos los avances posibles en materia de navegación y de protección y asumir por parte de los profesionales que deben prepararse para las misiones que se les encomienden.
El referente
La incorporación a misiones en el exterior obligó a relegar los HU-10, modelo que durante décadas constituyó el helicóptero de referencia del batallón y que muchos riojanos identificaban por su inconfundible batir de alas, por los HT-27 'Cougar' que ofrecen una mayor capacidad de transporte de personal, mayor seguridad, más alcance y que posibilitan un despliegue más rápido. Así, el HT-27 se ha impuesto entre la flota de aeronaves del cuartel de Agoncillo por sus mejores prestaciones para los despliegues internacionales. Las FAMET mantienen destacamentos en apoyo a las fuerzas españolas en el exterior. El BHELMA III ha aportado en varias oportunidades unidades de helicópteros al contingente español destacado en Afganistán y el próximo mes de marzo participará en la vigésima rotación de la operación ASPUHEL en el país de Asia Central. Entre las tropas desplazadas, probablemente se encuentren mujeres y militares nacidos en otras naciones. Hoy, el Ejército ha abierto sus puertas a estos dos colectivos, que en el caso de las militares representan ya en torno al 15% de la unidad de Agoncillo (frente al 13% de la media nacional) y el personal de origen extranjero cerca de un 10% (todos los casos corresponden a efectivos provenientes de Iberoamérica).
Los HU-10 no han abandonado del todo el acuartelamiento riojano, aunque su presencia ya no resulta mayoritaria en los hangares, en detrimento de los 'Cougar'. Ahora las horas de vuelo de los HU-10 se dedican a la instrucción de pilotos. La formación militar en este área no ha variado en su metodología desde el establecimiento del batallón en tierras riojanas. Sí se han reformulado los ejercicios para adaptarlos a escenarios con diferentes condiciones de temperatura y orografía. También los profesionales han debido asimilar la vocación expedicionaria del Ejército, lo que obliga a ausencias más prolongadas y frecuentes.
Las FAMET han tenido que actualizar el material para incorporar numerosas medidas de seguridad, que cuando el campo de acción se localizaba en España no resultaban tan prioritarias. La misión de unidades como la de Agoncillo consiste en estar a disposición del componente terrestre, lo que se traduce en operaciones de transporte táctico y logístico, de evacuación sanitaria y de apoyo en catástrofes. En este sentido, en los últimos años militares con base en la región colaboraron en las tareas de limpieza de la costa gallega tras el hundimiento del Prestige en el 2002 y en la vigilancia de las líneas férreas con motivo de la operación Romeo-Mike desarrollada en el 2004.
Apoyo riojano
La Rioja ha respaldado la actividad del acuartelamiento de Agoncillo. No en vano, cientos de ciudadanos de la comunidad realizaron en este cuartel la 'mili' como personal de reemplazo. El Ejército ha correspondido a ese apoyo de la sociedad promoviendo la realización de pruebas de alto nivel en él como el ejercicio 'Azor 10', las mayores maniobras de entrenamiento de helicópteros militares de Europa.
Hasta 700 efectivos de nueve países de la Unión Europea desarrollaron pruebas de adiestramiento el pasado año en áreas de montaña y en superficies que reproducían los escenarios desérticos y con mucho polvo, como los que las tropas se topan en muchas zonas de operaciones en misiones multinacionales. Por otro lado, Agoncillo resultará la primera base de Tierra en recibir el nuevo modelo de aeronave NH-90 en el 2012, lo que exigirá a los militares formarse en el pilotaje de este tipo. La mayoría de unidades del NH-90 se fabricarán en España y están diseñadas para operar de día y de noche en todo tipo de entornos. Supondrá otro nuevo paso adelante en la historia del BHELMA III.
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