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MIGUEL M. NAFARRATE
Domingo, 13 de febrero 2011, 12:03
No invitaba al optimismo la visita a Pucela y los peores presagios se hicieron realidad. El Naturhouse cosechó una derrota notable en terreno del Cuatro Rayas Valladolid. Pero pudo ser peor. Un Gregor Lorger impresionante cortó lo que pudo ser una derrota dolorosa. Sacó el brazo, los pies y usó a sus amigos los palos como aliados. Incontables lanzamientos del Valladolid se estrellaron en la madera. Gurbindo daba ritmo al equipo local y la defensa riojana, bien estructurada, trataba de leer los mensajes de Pastor para tratar de poner en escena todo tipo de contramedidas. Claro que esta estrategia hubiera sido determinante si el equipo riojano hubiera podido poner en práctica su propia táctica y no fue así. No hubo una dirección correcta del equipo. Sasha navegó en círculos y no profundizó y quizá por excesivo temor.
Se adelantó el Valladolid 5-2 y 8-5 con un Gurbindo estelar, que se echó la responsabilidad a la espalda. En el equipo riojano se repartió mucho el protagonismo. No hubo un líder claro. Garabaya estaba dándose una paliza y el balón viajaba de norte a sur sin encontrar un último pase o un tiro letal. El amigo Angelito Romero levantaba los brazos y recibía el balón por alto para girarse como una peonza y mandar a las mallas. Era un martillo percutor.
Alex Dujshebaev dio un poco más de mordiente al equipo, como el volcánico Rok Praznik, ambos más incisivos. Con ellos en pista el Naturhouse se arrimó a un 14-13 segundos antes del descanso para desesperación de Pastor, que pidió un tiempo muerto para afianzar ideas en un equipo que corría el riesgo de diluirse. Perales, al borde de la bocina abrió a dos goles la renta (15-13).
Espanto de segundo tiempo
En los cinco primeros minutos del segundo tiempo el Naturhouse cavó su fosa. No dieron una. Salió el equipo adormilado, desvaído. Lejos de continuar la inercia del buen final del primer tiempo, el equipo se vino abajo inesperadamente. Joli, desde los siete metros, dos acciones de Romero y un penalti de Havard terminó de tallar en la losa el nombre del equipo que iba a caer. Sasha arregló el descosido con un solitario gol en cinco minutos de torrija absoluta.
La capacidad anotadora del equipo riojano quedó reducida a escombro. Dos goles en 16 minutos. El ya señalado de Sasha, muy desdibujado en la tarde de ayer, y otro de Parra. En el haber del conjunto vallisoletano, siete goles en el zurrón. No hay que echar más cuentas. El partido estaba ya condenado.
Trató Jota por todos los medios de reconducir la situación con jugadores pequeños, hábiles con el balón en las manos, incisivos. Tampoco. Parecía que se jugaba con dos balones diferentes. El del Valladolid estaba impregnado de liga, el del Naturhouse estaba embadurnado en aceite. A Amargant se le escurrió el balón de las manos varias veces, al igual que a un Kallman que salió en un par de acciones ofensivas del Naturhouse. Jota le usó y le pidió genio, pero al chaval, como al soldado, el valor se le supone. Paciencia con él.
El dibujo del partido ya estaba hecho. Pastor trataba de afianzar ideas entre sus hombres, pero el partido deambulaba por una senda anárquica y también que también contagió a los locales. Pastor buscó afianzar su triunfo y no jugó con hombres menos utilizados. Dejó a los buenos en la pista. No titubeó.
En medio de este desaguisado, Lorger seguía realizando un partidazo bajo palos. También se salió en esta faceta el cancerbero local, José Manuel Sierra. Ambos compartieron equipo en Valladolid. De la competencia sale la calidad. En definitiva, derrota clara y casi esperada del Naturhouse ante un equipo que está en otra esfera.
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