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PPLL
Jueves, 3 de febrero 2011, 01:53
El 'caso de las estatuas desparecidas' no pasaría de ser el título de una novelita infantil de 'Los cinco' de Enid Blyton de no ser porque el fondo del asunto destila síntomas de la despreocupada ligereza con la que pueden llegar a conducirse algunos asuntos de carácter público. Una pretendida, según el PP, adjudicación irregular a la empresa Jazz Group ha descubierto una sucesión de negligencias en el Ayuntamiento logroñés a la que parecen no ser ajenos, con permiso de don Francisco de Rojas, del alcalde abajo, ninguno; ha puesto sobre el tapete el sinfín de desidias que devienen en un final tan rocambolesco como lo es la desaparición física como por ensalmo de cuatro voluminosas esculturas de fundición. De la adjudicación aseguran los informes técnicos municipales que fue acorde a ley. Pero de la obra escultórica nadie más supo que el funcionario que firmó el 'recibí', una persona de confianza del concejal del asunto, el regionalista Ángel Varea, que responde a este rancio guión de comedieta bufa con visiones de una trama conspirativa de serie B. Se impone, en cualquier caso, que el alcalde, Tomás Santos, aclare cuanto haya que aclarar más allá de que la imaginería vinícola reaparezca hoy o en una semana. Como máximo responsable del Consistorio debe exigir las explicaciones pertinentes a los miembros de su equipo de Gobierno, sean correligionarios o socios de coalición, y depurar cuantas responsabilidades devengan del asunto. Y lo debe hacer por los ciudadanos, que no son tiempos para trucos de magia barata, bromas ni novelas de medio pelo.
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