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A. GIL
Martes, 25 de enero 2011, 18:33
La línea de alta tensión (220 kilovoltios) que Red Eléctrica de España está instalando en la falda de los Obarenes ha sorprendido a todo el que, de una u otra manera, tiene una vinculación con el vino o la naturaleza en Haro y la comarca. Bodegas, comerciantes, hosteleros, empresas de enoturismo, de naturaleza, artistas, viticultores o simplemente vecinos han comenzado a movilizarse de forma espontánea contra lo que consideran una «barbaridad» y un «atentado» contra un paisaje histórico que en los últimos años se había convertido además en una de las principales fuentes de ingresos de la comarca.
Así lo entiende Jorge Muga, director técnico de Bodegas Muga, quien da fe de la pujanza del enoturismo en el desarrollo económico de la zona: «Bodegas hay en todo el mundo y el turista, el aficionado al vino, quiere cada vez más conocer los viñedos; es ahí donde nosotros vendemos». «Paisajes vitícolas -continúa- sólo hay cinco o seis en todo el mundo, entre ellos Rioja, y, mientras serían impensables actuaciones de este tipo en el Piamonte, Alemania, Ródano, Borgoña..., aquí son continuas». El bodeguero recuerda en este sentido la duplicación pendiente de la vía férrea, la de la N-232 pese a que ya existe la autopista, dos gasoductos, nuevas líneas de alta tensión... y «todo siempre en la misma zona»: «San Felices y el entorno de los Obarenes, con viñedos como Tondonia, Paceta, Zaco, Cubillo..., es el cogollo más importante de los viñedos históricos de Rioja y de España», denuncia.
Trámites y alegaciones
La tramitación administrativa de la línea de alta tensión, que habitualmente genera importantes polémicas donde se instala por sus consecuencias sobre el medio ambiente, el paisaje y también la salud, ha pasado prácticamente desapercibida y los vecinos de Haro se han visto sorprendidos por unas enormes torres de cerca de 50 metros de altura y un complejo cableado que atraviesa una de las zonas más queridas que vigila la ermita de San Felices: «No vamos en contra del progreso, pero nosotros recibimos en agosto, en un mes de vacaciones, la comunicación de expropiación -explica Natalia Olarte, directora de viticultura de Bodegas Bilbaínas, una de las más afectadas como ya sucedió hace un año con el gasoducto- y no tuvimos margen de maniobra para ni siquiera presentar alegaciones; en unos días ya estaban levantadas las primeras torres y en unos meses terminada la línea».
Jorge Muga incide en la «mala fe» con que se ha tramitado el proyecto y se han levantado las torres: «No sé de legislación, pero el impacto de una instalación de este tipo es mucho más que ambiental o natural, especialmente económico y social, y lo que pedimos es que, más allá de que te paguen por expropiarte una docena de cepas, se tenga en cuenta a quienes vivimos de esto, algo que, como muestra esta pequeña concentración espontánea, no se ha hecho». Muga alude así a la reunión casi espontánea que provocó una llamada de Diario LA RIOJA para preguntar por las torres que dominan ahora este maravilloso paisaje: «En apenas unas horas nos reunimos casi dos decenas de personas para salir en la fotografía y varias más dieron también su apoyo y se disculparon por no poder acudir tan precipitadamente, y es que el daño es tan grande que cualquiera que quiere a este pueblo se siente agredido».
En este sentido, además de las personas, bodegas y colectivos citados y que aparecen en la imagen de la derecha, la Asociación Deportiva Toloño, la Asociación Cultural Oja-Tirón, la Sociedad Riojalteña de Caza y Pesca, el Grupo Arcoiris (globos aerostáticos) y otras bodegas como Torres, Telmo Rodríguez, López de Heredia, etc. han comunicado también su «apoyo incondicional» a la improvisada protesta.
José Uríszar, comerciante de Haro y paisajista, no entiende desde ningún punto de vista lo sucedido: «Como comerciante es un daño directo a nuestros negocios que además se repite ya en muchas ocasiones, lo que supone matar la gallina de los huevos de oro, y como artista es una aberración hincar estos mamotretos en un paisaje único».
Por su parte, Accira, la asociación de comercio y hostelería, muestra también su frontal oposición: «Estamos destrozando el atractivo que nos diferencia de La Mancha u otras zonas vitícolas y el enoturismo es uno de los pocos sectores al alza en Rioja y en Haro, por lo que la línea tiene un alto impacto económico para todos», explica Adelaida Alútiz.
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