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De las neuronas al músculo
SOCIEDAD

De las neuronas al músculo

Temblor, rigidez y ausencia de movimiento son los signos más característicos de esta alteración del sistema nervioso Los tratamientos de última generación ayudan a controlar los síntomas de la enfermedad de Parkinson

RAFAEL RODRÍGUEZ LOZANO FISIOTERAPEUTA

Martes, 18 de enero 2011, 01:39

La enfermedad de Parkinson y el síndrome parkinsoniano comprenden un grupo de trastornos derivados de una alteración progresiva del sistema nervioso central que afecta al sistema extrapiramidal. Fue descrita por primera vez en 1817 por un médico británico, James Parkinson, en su obra 'Un ensayo sobre la parálisis agitante'; sin embargo, no se definirá su patología hasta las primeras décadas del siglo XX.

La enfermedad de Parkinson es lo que denominamos Parkinson primario o idiopático (trastorno degenerativo primario), y al hablar de síndrome Parkinsoniano englobamos un grupo de alteraciones que presentan los síntomas característicos de la enfermedad de Parkinson, pero secundaria a tóxicos, otra enfermedad neurológica, etc.

Síntomas cardinales

Temblor. Se trata de un temblor característico de reposo. Desaparece con el movimiento (sobre todo en las fases iniciales). Suele iniciarse en la extremidad superior en su porción distal. El pulgar realiza movimientos de abducción-adducción; los otros dedos efectúan movimientos de flexoextensión. Recuerda el movimiento de liar el cigarrillo o de contar monedas. La frecuencia del temblor es de cuatro a seis ciclos por segundo, pero puede llegar a ocho.

Rigidez. El tono muscular está aumentado, pero la resistencia al movimiento pasivo en una articulación es uniforme a lo largo de todo el rango de movilidad, en contraste con la hipertonía espástica. Existen dos tipos de rigidez parkinsoniana: «en tubo de plomo», en la que la resistencia es uniforme o plástica, y «en rueda dentada», en la que es intermitente (3). Afecta a toda la musculatura siendo la cervical y proximal de las extremidades las afectadas con mayor intensidad y precocidad.

Acinesia. Es el signo más característico y más incapacitante. Significa ausencia de movimiento y puede dividirse en dos categorías:

Bradicinesia. Es la lentitud en el inicio y ejecución del movimiento, reflejándose sobre todo en los movimientos poco aprendidos o muy voluntarios y en los muy aprendidos o automatizados.

Hipocinesia. Dificultad para mantener un ritmo y amplitud adecuados durante la realización de movimientos repetidos alternantes y la escasez y pobreza de movimientos.

Estos síntomas producen que el paciente Parkinsoniano vaya adquiriendo una postura encorvada y se mueva en bloque, perdiendo las reacciones de equilibrio y enderezamiento. El inicio de los movimientos es lento, sin ritmo y de escasa amplitud, con problemas para levantarse de una silla y caminar.

Los tratamientos médicos y quirúrgicos de última generación ayudan a controlar los síntomas. El tratamiento de fisioterapia en el Parkinson debe comenzar desde los primeros momentos para evitar la perdida del esquema corporal y la consciencia de postura, intervenir precozmente sobre los acortamientos musculares y mantener la fuerza y la coordinación que permitan al paciente mantener la autonomía y la calidad de vida el mayor tiempo posible. Durante el tratamiento fisioterápico será importante:

Corregir las alteraciones postulares.En las primeras fases de la enfermedad sólo se aprecia una protusión de la cabeza, pero a medida que progresa aparece cifosis dorsal, flexión y adducción de hombros y caderas, flexión de codos y rodillas. Los pacientes en fases avanzadas no son conscientes de su alteración, lo que dificulta la reeducación postural.

Trabajaremos delante del espejo, el paciente se observará de frente y de perfil para poder apreciar las alteraciones en los distintos planos. Tratamos de realizar una autoconcienciación de la postura errónea y una corrección de la misma a través de estímulos verbales, visuales y propioceptivos. También trabajaremos con ojos cerrados centrando la atención del paciente en estímulos cinestésicos y propioceptivos que permitan al paciente reconstruir el esquema corporal. Además vamos a actuar sobre la postura a través del trabajo muscular, acortando la musculatura elongada y estirando la acortada.

Fortalecer la musculatura debilitada. Corregir los acortamientos musculares.

La debilidad muscular y los acortamientos musculares van a aparecer como consecuencia de la disminución de la actividad, por la rigidez y la hipocinesia. Para prevenir esta atrofia muscular, o en el caso de que ya esté instaurada potenciar la musculatura afectada, vamos a utilizar contracciones isométricas en un principio, para a medida que el paciente progresa utilizar movilizaciones activas contrarresistencia, en carrera externa en la musculatura flexora, que va a estar acortada, y en carrera interna en la extensora. Para prevenir o corregir los acortamientos musculares utilizaremos estiramientos mantenidos en la musculatura flexora y en adductores de cadera y hombro.

Tratamiento orofacial

Deberemos prestar especial atención a la musculatura orofacial, ya que van a aparecer alteraciones en la masticación y la deglución, en la motilidad ocular y de los párpados y en la mímica facial, con lo que se va a comprometer el lenguaje gestual. Para prevenir y tratar estas alteraciones emplearemos:

Masoterapia relajante, descontracturante en la musculatura de cuello, hombros y cara.

Ejercicios de mímica para aumentar la flexibilidad y ganar expresión.

Ejercicios progresivos de masticación y deglución de alimentos, primero líquidos y después sólidos.

Equilibrio y las reacciones posturales

El cuerpo humano se halla sometido a la fuerza de la gravedad, capaz de generar mayor o menor tono en diferentes segmentos corporales. Estas variaciones de tono deben permitir la ejecución de ejercicios al mismo tiempo que el individuo mantiene el equilibrio en distintas posiciones y ante diferentes situaciones. Para ello se ha desarrollado el mecanismo postural automático con las reacciones de enderezamiento, las de equilibrio y la adaptación de los músculos a los cambios posturales.

Los tratamientos de fisioterapia han demostrado ser eficaces en el tratamiento del Parkinson, produciendo una mejoría en la autonomía de los pacientes, reflejándose en los estudios más mejoría con mayor numero de sesiones encontrándose significación estadística a partir de 10-12 mensuales.

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