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JAVIER CAMPOS
Viernes, 7 de enero 2011, 10:37
«La clientela, obligada a salir a la calle a fumar, lo agradece». La sentencia, dictada por el encargado del Café Bretón, resume el juicio al que el sector hostelero está siendo sometido con la entrada en vigor de la nueva ley antitabaco. Bares y cafeterías, en su particular búsqueda de fórmulas a partir del pasado 2 de enero que les sirvan para paliar posibles perjuicios económicos aún por demostrar, han encontrado en las terrazas una salida con la que seguir siendo atractivos a ojos del fumador. Quien puede, y así se está viendo durante la primera semana sin humos, se apunta a la moda de sacar la terraza en pleno invierno aliándose, eso sí, con las estufas exteriores, llamadas popularmente 'setas'.
Lo que empezó hace dos años en la Pastelería Viena de forma tímida, a día de hoy se extiende de forma imparable por distintos establecimientos de la capital. El Porto Vecchio, pionero en cuanto a cerramientos de terrazas se refiere, también incorporó calefactores en septiembre incluyéndolos como un elemento más de la recién inaugurada ordenanza municipal de veladores. Sin embargo, ha sido en los últimos días cuando las denominadas 'setas' han proliferado de manera visible.
Colonny, Noche y Día, Dover... la lista se incrementa según pasan las horas, lo que ha provocado que distribuidores y comerciantes de este tipo de productos hayan confesado abiertamente que actualmente no se encuentran en disposición de vender ni un aparato más.
Y es que la prohibición de fumar en espacios públicos cerrados y en algunos otros al aire libre (perímetros de centros sanitarios, educativos o espacios destinados al ocio infantil) ha disparado la demanda de estufas de terraza hasta el punto de agotar existencias.
«He podido llegar a vender hasta 18 unidades en los últimos días y en estos momentos no tengo ninguna. A quien me viene preguntando le remito, como mínimo, a finales de mes», explica Miguel Muñoz, gerente de Horotel, empresa de servicios y complementos para la hostelería asentada en Logroño desde hace casi 50 años.
Y es que, como bien señala Jesús Oria, presidente de Euritecsa, uno de los principales mayoristas de calefactores en España, la apuesta de los hosteleros por convertir las terrazas en un refugio para fumadores ha hecho que los principales distribuidores vendiesen las últimas unidades en un tiempo récord.
Al igual que Euritecsa, su competencia también está sin stock. Es más, no está previsto tener más hasta el próximo febrero. «Para reponer producto harán falta como mínimo dos meses: uno para su fabricación y otro más para su envío», sentencia Oria.
La demanda, por esta vez, ha superado a la oferta haciendo que más de uno ya se arrepienta de no haber sido más prevenido.
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