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MARTÍN SCHMITT
Domingo, 7 de noviembre 2010, 13:52
Hay derrotas que hieren profundamente en el corazón de un vestuario, que penetran sin anestesia en el alma de un equipo y que dejan una cicatriz difícil de borrar. Como la de ayer en el Palacio de los Deportes frente al Amaya Sport San Antonio, un equipo muy joven que está siendo la revelación de la liga Asobal gracias a jugadores como Niko Mindegia, el maestro trilero del conjunto pamplonica, Javier Humet, Ibai Meoki o Gedeón Guardiola. Pero la derrota de ayer, además de certificar la irregular liga que está jugando el Ciudad de Logroño y malas sensaciones en algunos pasajes de los encuentros, aleja -por no decir 'elimina'- el sueño de volver a jugar la Copa del Rey.
El Naturhouse saltó a la pista desordenado, echando de menos a Marc Amargant en la defensa. Una ausencia que aprovechó Mindegia para moverse a su antojo y colocar al San Antonio con un 1-4 favorable. En defensa, los logroñeses no le encontraron la vuelta a la primera línea azul, que mantuvo esa diferencia durante casi todo ese primer tiempo. Una etapa en la que ni Alfredo Sorrentino ni Paco López tuvieron suerte en los lanzamientos a portería, donde se toparon con un gigantesco Ristanovic.
El portero serbio, en esos primeros compases, resultó fundamental, blocando todo lo que le disparaban entre los tres palos. Para colmo de males para los intereses del Naturhouse, el otro portero sanantoniano, Lucau, estuvo muy acertado en los penaltis, con un 50% de efectividad. Además, los franjivino tuvieron que soportar un arbitraje especialmente permisivo con la defensa visitante.
Tras el desastre, revolución
Pero los problemas del Ciudad de Logroño eran más propios que ajenos, muy espeso en el ataque y dejando varios huecos en defensa para que los pamplonicas se fueran al descanso con una cómoda diferencia de cinco goles. Cuando muchos daban el choque por concluido, en el segundo tiempo el Naturhouse mostró otra cara muy distinta. Después del paso por los vestuarios, apretó los dientes con furia y de la mano del siempre explosivo Sasha Tioumentsev se hizo con el balón y con el protagonismo del encuentro. Arrinconó con presión al Amaya Sport y en diez minutos equiparó las cosas 17-17. Tan acertado se mostró el conjunto franjivino en defensa, además de una muy buena portería de Gregor Lorger, que el San Antonio, en ese cuarto de hora, tardó 12 minutos en marcar un gol.
Pero todo se quedó en ese prometedor anuncio. Ahí se fundió el empuje local porque el Naturhouse no se pudo poner por encima de su adversario nunca. Comenzaron los cortocircuitos, volvieron las pérdidas de balón, las desconcentraciones, los errores de coordinación, las faltas en ataque... y el San Antonio se aprovechó de esas lagunas para liquidar el pleito.
En defensa, los jugadores locales no atinaban a mantener a raya a Humet, Gedeón, Meoki y Mindegia, y los goles en contra comenzaban a caer con cuentagotas, estirando de a poco la diferencia. Si no era por la penetración de algún jugador visitante, era desde los siete metros donde hacían daño (Vasko Sevaljevic tuvo un 100% de efectividad). A falta de cuatro minutos, el San Antonio ganaba 19-23.
Pero el Naturhouse no se dio por vencido y decidió dar responsabilidades a Álex Dujshebaev. Entre él y Tioumentsev dieron vida a los franjivino y pusieron las cosas 22-23 a falta de un minuto y medio. Fueron 90 minutos casi de infarto, en las que tanto Lorger como Ristanovic pararon balones importantes. Quizá el más crucial fue un mano a mano que el portero del San Antonio le detuvo a Dujshebaev. Una parada que fue festejada con algunos gestos que provocaron la ira del público. Un nuevo penalti de Sevaljevic hundía definitivamente al Naturhouse, que a partir de ahora deberá buscar alternativas para mejorar su aspecto y, sobre todo, para curar sus heridas.
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