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PABLO ÁLVAREZ
Domingo, 10 de octubre 2010, 13:15
A parar. Y a pensar: el Naturhouse frenó anoche en su carrera, esa que parecía que le llevaba sin remedio hacia los puestos de Copa del Rey. Más que parar, en realidad, le pararon. El Arrate de Julián Ruiz, lleno de fe y de solidez, le puso una trampa y el Naturhouse cayó con todo su equipo. No hubo remedio. Casi de principio a final, los guipuzcoanos fueron mejores que los riojanos. Y al final ganaron, porque era lo más justo que podía ocurrir.
El Naturhouse venía, cosa curiosa, muy contento consigo mismo. Dos victorias muy convincentes contra Antequera y Torrevieja habían dado alas a las comparaciones con el año pasado. El deporte tiene esas cosas: cuando se consigue algo parece que se tiene derecho de volver a repetirlo. Y las cosas no son así; al Naturhouse las hazañas le cuestan mucho, porque no deja de ser un equipo mortal.
El Arrate no es mejor conjunto que el riojano. Si se apura, puede ser hasta peor. Quizá menos compensado, con menos banquillo. Pero la decena de hombres válidos que tiene Ruiz le bastaron para superar de largo a los riojanos.
El Naturhouse perdió desde el inicio todas sus virtudes. Por un lado, su defensa. Si hasta ayer parecía cosa imposible penetrar en el 5-12 o en el 6-0 de Jota, ayer al Arrate le fue insultantemente fácil, sobre todo en los momentos decisivos. Quizá también haya que anotar en su debe un sencillo problema de ausencias. El centro de la defensa es el reino de Rubén Garabaya. Pero ayer, hacia el minuto 20, el asturiano recibió un fuerte golpe en los lumbares que le sacaría del partido para no volver.
Sin él, y descontados Sorrentino y Víctor Hugo, quedaba Ales Silva. El brasileño no estuvo a la altura, y quizá era complicado pedirle que estuviera, recién salido de su lesión. Sin fondo físico, acabó por no defender. Así, la defensa sólo podía ser cosa de Praznik y Amargant. Demasiado poco, aunque por momentos funcionara.
Locura de exclusiones
El caso es que, aún estando Garabaya, Arrate empezó atacando bien. El 4-9 del minuto 14 ante un estupefacto público del Palacio era la muestra de lo que estaba pasando. El partido se volvió loco por un rato, sin embargo, cuando Arrate recibió tres exclusiones seguidas (y bastante justas) que le dejaron con tres de pista. El Naturhouse aprovechó para empatar (9-9, minuto 17) aunque no iba a durar mucho. Le tocaba a él la ruleta de exclusiones (dos en 15 segundos) y Arrate volvió a subir en el marcador.
Ahí llegaron los mejores minutos en defensa, casi los únicos realmente buenos, que permitieron un par de contras (una, un golazo de rosca de Parra) y que el partido se fuera al descanso empatado a 14.
El retorno del vestuario fue esperanzador. Los riojanos salieron bien, para conseguir ponerse por delante por primera vez en el minuto 7, y llegar al 19-17 poco después.
Paco López y Sasha Tioumentsev mandaban en el ritmo anotador, y la defensa parecía funcionar de nuevo. Lo de Tioumentsev es un asunto serio. Jota cree, y probablemente tiene razón, que si se adaptara al puesto de central sería un jugador decisivo. Pero ya van dos partidos en los que, cuando las cosas se aprietan, echa mano de él para el lateral. Quizá obligado, porque Sahsha sigue aturrullado y fallón en el centro, perdiendo balones inoportunos.
Si alguien pensaba que viéndose por fin por debajo Arrate se iba a venir abajo, se equivocaba. Los guipuzcoanos aprovecharon una superioridad para irse de nuevo arriba. Eran unos minutos sin demasiado dominio. De hecho, el Naturhouse volvería a coger esa ventaja de dos goles en el minuto 20 (25-23). Es esperable que los equipos rivales tengan respeto a un Palacio con el Naturhouse lanzado y su público caliente. Pero no el Arrate. Los vascos jugaron mejor que nunca, y el Naturhouse, desajustadísimo en defensa, dejó que le hicieran demasiados goles. No hubo respuesta además en un ataque demasiado individualista, y el Arrate ganó con justicia.
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