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Schommer, en Estudio 22 Espacio CUR, ante las instantáneas de Castroviejo, Dalí y Hierro. :: J.RODRÍGUEZ
«No soy un fotógrafo típico, sólo llevo la cámara cuando me siento a punto»
CULTURA

«No soy un fotógrafo típico, sólo llevo la cámara cuando me siento a punto»

El artista recibe el premio Estudio 22 y opina sobre su obra ante la muestra 'Antológica', que resume su trayectoria Alberto Schommer Fotógrafo

PPLL

Martes, 5 de octubre 2010, 13:14

Estudio 22 Espacio CUR ha expuesto para la ocasión Antológica, una muestra del autor que resume su carrera. Adorado por sus retratos y más que conocido por sus cascografías (fotografías con la tercera dimensión) conserva la humildad de los genios y el carisma del artista, condiciones con las que conquistó ayer a la prensa logroñesa.

Estudio 22 Espacio CUR va a comprar para su fondo el retrato del oftalmólogo logroñés el Doctor Castroviejo, ¿cómo surgió su colaboración?

Tenía el encargo de hacer unos retratos de las figuras del régimen franquista, naturalmente, Castroviejo era de los de izquierdas. No tenía mucho tiempo y él vino de viaje a Madrid . Cuando le llamé acababa de llegar al hotel, le pregunté si podría fotografiarle, él me dijo que sí, ya me conocía. Me contó que todavía no se había quitado la ropa del viaje y yo le contesté que eso no importaba, que yo ya tenía los ojos en las manos (en la imagen aparece el doctor con ojos en las manos). Él no lo entendió, volví a repetirle que yo ya tenía los ojos y que necesitaba eso y su mirada. Enseguida nos reunimos.

¿Qué tenía de especial su mirada?

Era muy penetrante. Era lo que yo quería captar. Le coloqué los ojos en las manos se ríe al recordarlo y le pedí que mirara a la cámara, sin pestañear, sólo con su mirada anónima. Le gustó todo eso una barbaridad y en vez de estar diez minutos juntos pasamos media hora charlando. Le interesaba la fotografía y lo que le comenté sobre su persona. Quise regalarle los ojos, pero me contestó que por desgracia tenía ya bastantes en su clínica. No necesitaba más.

Esta fotografía pertenece a la colección Retratos psicológicos, también en ella está Dalí, ¿cómo recuerda esa experiencia?

Tenía como dos caras. Ibas con un amigo y te trataba normal, ibas tú solo y se quitaba pelos del bigote y hacía astracanadas, pero conmigo se comportó normal. Fuimos a preparar la foto y cuando vi a la Santa (figura detrás de Dalí en la imagen) mirándole de reojo pensé «esto tiene que ir en la foto». Le pregunté cómo le gustaba mirar, contestó que «siempre de costado». Echó una mirada de reojo impresionante. En ese momento mi ayudante metió delante de la cámara la mano y le colocó la corona.

Parece que los protagonistas colaboraban mucho.

Una barbaridad y eso es una suerte. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de tiempos difíciles en los que era complicado contar cosas y yo quería hacer el mundo político de derechas y de izquierdas, que me había tocado vivir. Para meterles el dedo en el ojo tenías que engañar al de izquierdas y al de derechas.

En Antológica se ve con claridad que usted ha pasado por épocas muy distintas, ¿disfrutaba con el cambio?

No es que me gustara o me dejara de gustar, es que he hecho de todo.

A la serie de Fermento pertenece La Criada. Es una imagen muy impactante.

Llamé a la colección Fermento porque la zona de Jerez (lugar donde fue tomada la imagen) es una tierra de fermento, donde fermentaba el vino y las personas. En aquellos años (la Transición) se hablaba de la criada, hoy ya nadie utiliza esa palabra. Era un horror. Esta mujer perseguía al señor por toda la casa mientras accedía a sus peticiones. Son fotos que te hunden, es la pura tristeza, ¡qué mundo aquel!

Era una forma de criticar la sociedad del momento.

Desde luego, España no había espabilado todavía, seguía sin evolucionar su sociedad, la Iglesia...En una iglesia encontré tirada una figura de una Santa, la recogí, la puse sobre una silla y la fotografié en la calle. No podía entender cómo aquello estaba en el suelo.

¿Le preocupan los detalles?

En algunos casos esos detalles son casualidad como en La Mosca. Yo no soy el típico fotógrafo como Cartier - Bresson que llevaba la máquina siempre encima. Yo la llevo en los momentos en los que me siento a punto de. En esa ocasión, Santiago Ibarrondo estaba fumando una pipa y le reté a ver cuanto humo podía echar, lo fotografié y cuando revelé la imagen vi a la mosca. Era el instante, lo interesante del momento.

Su idea sobre la fotografía, ¿cómo influyó en su vida en determinados momentos de este país?

Te puedes imaginar. En el Franquismo, López Bravo se paró un día en la calle Serrano de Madrid y me confesó que, en el Consejo de Ministros, Franco había prohibido que les hiciera ninguna foto a los miembros de su gobierno. Franco sabía perfectamente lo que yo estaba haciendo.

Usted ha utilizado la fotografía para comunicarse con el público.

Así es y el público me agradeció muchísimo que hiciera, por ejemplo, la serie de Retratos Psicológicos, porque era una manera de hablar. Se sintieron bien, comprendidos, y dijeron: «¡Caramba!, aquí hay un señor que les mete a algunos el dedo en el ojo y a otros nos los deja más tranquilos». Así fue y les gustó. Annie Leibovitz dijo que yo era buenísimo y que lo había hecho todo antes que ella. Yo le mandé un recado diciéndole «pero que crees hija, ¿qué estás sola en el mundo? (se ríe)».

¿Qué opina de la fotografía actual?

Yo siempre veo el panorama positivo, yo nunca pienso...he aplicado esta frase cuando me preguntan sobre lo que está ocurriendo. Te diré entre paréntesis que creo absolutamente en el futuro de este nueva fotografía, que creo en las innovaciones y en todos los avances de la técnica y de la estética.

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