![De puertas adentro](https://s1.ppllstatics.com/larioja/www/pre2017/multimedia/noticias/201009/30/Media/poligonos-huelga--253x180.jpg)
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TERI SÁENZ
Jueves, 30 de septiembre 2010, 10:46
El polígono de La Portalada presentaba ayer a primera hora de la mañana los vestigios de una madrugada agitada. Restos de neumáticos y palets quemados en las rotondas de acceso; un ligero olor a pólvora; cascotes desperdigados sobre el asfalto. Los piquetes aún montaban guardia frente a un puñado de empresas de distribución y transporte, mientras en el resto de las naves las persianas se mantenían a media asta trabajando en el interior a la espera de que la tensión aminorara.
Beralán, la firma de distribución de, entre otras publicaciones, Diario LA RIOJA , concentraba el grueso de la presión. Dos furgonetas de reparto con las ruedas rajadas -«¿a quién le pido mañana el coche para hacer mi trabajo? ¿no entienden que soy autónomo y me han hecho una putada?», lamentaba uno de los afectados- flanqueaban la entrada donde dos dotaciones policiales se erguían ante una docena de sindicalistas. Según el «acuerdo» alcanzado entre las partes, a esa hora salía el segundo vehículo permitido para llevar sólo la mitad de la prensa local a los quioscos. «La noche ha sido movida», confirmaba un empleado de la zona que, como otros tantos, esperaba agazapado en el interior de su compañía a la espera de poder abrir las puertas sin temor a represalias.
Una escena similar se dibujaba en las cocheras de Autobuses Jiménez. Allí los piquetes permitían sólo el cumplimiento de los servicios mínimos (un autobús por línea, un servicio a Zaragoza y el desplazamiento para trabajadores del turno de noche) a la vez que respondían estruendosamente desde la distancia con petardos y silbatos los amagos de los chóferes de asomarse al exterior y «convencían» a los trabajadores de otras empresas que llegaban andando o en bicicleta a repensar su decisión de acudir al tajo.
En El Sequero gobernaba una tranquilidad ralentizada. «Parece un sábado», explicaba a la puerta de Rioglass un empleado confirmando que la actuación sindical se había centrado sólo en puntos neurálgicos del polígono y en las horas de relevos, mientras en el resto la respuesta de las plantillas estaba siendo desigual o, como se adivinaba en los muelles de carga de las principales firmas de logística, estaba pendiente de ver el panorama despejado para sacar sus trailers a la carretera. Una fotografía pareja a la del polígono Cantabria, donde en las naves proliferaban más los carteles de 'Se vende' que las pegatinas alentando a la huelga.
En el Mesón El Molino, en el corazón de una N-232 con menos trasiego del habitual, Jaume, Eduardo y Fran aguardaban a que la tormenta pasara dentro de sus remolques cargados con toneladas de sulfato sódico. «El jefe nos ha dicho desde Tarragona que paremos para evitar problemas», explicaban en plena ruta de Belorado al puerto de Barcelona estos tres conductores con una opinión común: «Los sindicatos sólo defienden a los funcionarios y a los currelas nos ignoran».
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