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Rubén pasea por la vía romana, que discurre junto al Iregua surcado por el puente medieval. :: DÍAZ URIEL
La tranquilidad de la naturaleza camerana
ÉSTE ES MI PUEBLO

La tranquilidad de la naturaleza camerana

PPLL

Miércoles, 29 de septiembre 2010, 14:47

Tranquilidad, espectaculares paisajes, el sentir que los vecinos de cualquier municipio próximo forma parte de tu familia... Éstas constituyen algunas de las razones por las que el joven Rubén Martínez Soriano decidió hace unos meses volver a fijar su residencia en el pueblo en el que había pasado su infancia y por el que siempre ha sentido un gran cariño: Pradillo.

«Desde pequeño mi sueño fue montar algo en esta localidad y trabajar aquí», declara con la satisfacción de quien ha convertido su deseo en realidad, después de que Rubén abriera el pasado 7 de agosto la panadería El Horno de Pradillo y de afincarse junto a su novia Liz de forma definitiva en el municipio camerano.

«Lo tenía claro porque en Logroño me agobiaba. A mí me gusta la caza y la pesca y en Pradillo tengo el monte a un paso», comenta. En su opinión, Pradillo suma innumerables atractivos: «Es muy tranquilo, está en el centro de la sierra, posee un paisaje precioso, pasa la carretera nacional por el casco urbano por lo que en invierno no te quedas incomunicado y sólo se encuentra a 40 kilómetros de Logroño, así que bajas enseguida a la ciudad».

Más allá de los populares bancos con azulejos de inicios del siglo XX que dan fama a Pradillo, los rincones predilectos de este joven camerano se esconden entre la exuberante naturaleza de la zona. De crío solía ir a cazar por el entorno del 'Roble gordo', como los 'cucharones' (gentilicio de los de Pradillo) denominan al impresionante quejigo, de más de 15 metros de altura y con más edad de La Rioja, documentado como uno de los árboles singulares de la región. Ahora pasea por el 'Camino Pinillos' -como en el pueblo se conoce a la vía romana-, que discurre paralelo al Iregua y desde el que se contemplan el puente medieval y las denominadas 'Peñas malas'. Y a cada paso asoman los chopos, robles, pinos, endrinos o nogales que, en las próximas semanas, desplegarán su abanico de tonos ocres por el término municipal.

Al margen de la naturaleza, Rubén destaca el coqueto centro urbano de Pradillo, con cuatro ermitas, multitud de plazas cada una con su correspondiente fuente y bellas casas, ejemplos de la arquitectura tradicional de Cameros. «Casi todas se construyeron en torno al año 1800, la mayoría cuenta con un arco de medio punto de piedra de sillería que rodea la puerta de entrada y con las esquinas forradas de este mismo material, y varias mantienen hornos colgantes de leña en los que antaño se elaboraba el pan», detalla. Así que Rubén no lo duda: «No hay mejor sitio para vivir».

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