HAZAÑAS BÉLICAS

Qué mejor forma de celebrar la nostalgia que adaptar el ritmo de un mito del tamaño y canas de 'El equipo A' a los tiempos que corren. El episodio piloto de Carnahan mira de reojo a los años 80, pero no tiene intención de reproducir con celo un esquema de difícil acomodo en un megablockbuster, sino amplificar los puntos de corte de la ficción catódica con el cine pirotécnico de Michael Bay y Jerry Bruckheimer. Lo imposible es que los nuevos miembros del grupo resistan alguna comparación con los mercenarios originales, no sólo porque remen a contracorriente de la memoria del espectador mitómano, sino por la extrema dificultad que entraña afinar el tono y maneras cómicas del homenaje.

Parodiar la parodia (y 'El equipo A' lo era) no entra en los planes de Carnahan; su misión consiste en ilustrar las hazañas bélicas de los fugitivos en un Irak posmoderno y avasallador, tan irreal como los campos base de las guerrillas sudamericanas frecuentados por la teleserie. El sentido de la planificación de Joe Carnahan es prácticamente nulo y apenas reparte instrucciones a sus intérpretes, pero sabe redireccionar la onda explosiva de su celuloide autocombustible para que nos estalle en la cara. Más metralla... 'El equipo A' dispara trucajes a quemarropa, tan evidentes, explícitos y desorbitados que no cabe plantearse análisis sobre la levedad de una trama desarticulada que se pone al servicio de una secuencia de escenas frenéticas.

Pero eso sí, los que crecimos pegados a las aventuras de Hannibal, M.A, Phoenix y Howling 'Mad' Murdock tenemos motivos para devorar con gusto esta infinita y desproporcionada ración de 'jeeps, rampas y dobles volquetes', aunque el espectador de al lado no sepa apreciar los guiños nostálgicos del prólogo y créditos. Puro y duro entretenimiento, en modo parental, que es sin duda el mejor refresco de todo el verano, sobre todo si lo disfrutamos en compañía y a bordo de una furgoneta tuneada.