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Domingo, 16 de mayo 2010, 19:33
Terminó el año más grande. Terminó bien. Hubo que sufrir y pelear, y casi es mejor: así ha sido esta temporada que el Naturhouse termina en esa increíble quinta posición. Con sufrimiento, con corazón. Con triunfo.
Ha sido un año tan duro y tan sorprendente que a casi todos les da pena que se termine. No es extraño, porque los seguidores de este equipazo han disfrutado este año de un buen montón de alegrías y apenas un par de disgustos.
Pero entre los que se apenan de que esto se acabe no están los jugadores. La liga ha terminado con este equipo, casi literalmente: su estado físico es ahora mismo deplorable. El Naturhouse es un equipo feliz, pero también un equipo al límite. Tres de sus hombres más importantes pasarán por el quirófano pasado mañana para tratarse de cosas que deberían haberse operado hace meses. Pero no había tiempo, no había reservas.
Ahora se puede decir que todo mereció la pena. El Naturhouse ha cerrado este año de ensueño en la quinta posición. Por debajo, muchos equipos con más presupuesto y ambiciones. Por encima, sólo los cuatro grandes-grandes del balonmano español. La Copa EHF garantizada por derecho propio, y una posibilidad de jugar la Recopa si finalmente Ademar va a la Champions. Todo muy grande.
Octavio pelea
Claro que para lograr eso, el Naturhouse debía primero vencer en su último partido, ante el Octavio Pilotes Posada. Había quien pensaba que los gallegos, ya descendidos, iban a ser una cosa de comer y cantar. Un rival desmotivado y cómodo. Un regalito para la fiesta de la grada.
Pero no. Los gallegos tienen orgullo, además de gente de mucha calidad. Si el éxito del Naturhouse de este año es difícil de explicar, el fracaso de este Octavio no es más sencillo. En la primera parte los locales fueron muy inferiores a un Octavio que jugó más y mejor. Los cuatro goles de diferencia que aparecieron mediado ese periodo (6-10) no eran ningún espejismo. Los gallegos atacaban mejor ante un 5-1 que no funcionaba: demasiado cansancio. Y en defensa, los riojanos se encontraban con mucha más intensidad de la que se podía suponer, y con un increíble Yerai Lamariano, el portero suplente del Octavio.
Esa intensidad fue en parte la salvación del Naturhouse. El Octavio sufrió tres exclusiones casi seguidas entre el 21 y el 28, que permitieron a los riojanos agarrarse al partido. Los riojanos habían ajustado su defensa, bajándose de nuevo al 6-0. Pero aunque el marcador se apretó por un momento (9-10), unas cuantas contras del gran Masachs dejaron la cosa en 10-13 al descanso.
Luego, en fin, todo cambió. El Naturhouse defendió mejor, recuperó intensidad y sentido en el ataque (con un sorprendente Ales Silva, otra vez) y siguió defendiendo mejor. Y el Octavio, entonces sí, demostró por qué está donde está: ante las dificultades, se disolvió como un azucarillo. El Naturhouse cogió renta con un terrible parcial de 8-1 (18-14, minuto 40), y ya no perdió pie con el partido.
Todo terminó en una fiesta a la que sumó el recuperado Bashkin, muy aplaudido. Así termina el sueño. Y termina cumplido.
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