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David Barrufet aplaude a los aficionados que acudieron al Palau rodeado por jugadores de su equipo y del Naturhouse, que también vistieron de amarillo. :: G.S.
El Naturhouse pierde en Barcelona un partido convertido en homenaje al gran Barrufe
Balonmano

El Naturhouse pierde en Barcelona un partido convertido en homenaje al gran Barrufe

La derrota del CAI en Pamplona hace que el Naturhouse tenga en sus manos la quinta plaza de la liga Asobal

PPLL

Domingo, 9 de mayo 2010, 13:27

En realidad, no era un partido de la liga Asobal. Quizá lo parecía: sin duda, el 39-34 de ayer estará en el cuadro de resultados de esta temporada 2009-2010 como si de un partido normal se tratase. Pero lo de ayer fue cualquier cosa menos normal.

Lo de ayer fue una fiesta. Una fiesta de despedida, y por tanto con su punto de tristeza, pero también una fiesta de homenaje. Reconocimiento, aplauso y emoción alrededor de un grande que se despide. David Barrufet no jugará más en el Palau, su Palau. Tras docenas de títulos y muchos años de gran balonmano, uno de los mejores deportistas españoles de todos los tiempos se despidió ayer de su afición. Y el Palau le agasajó como se merecía.

Miles de camisetas amarillas cubrían las gradas en homenaje al gran portero catalán. No fueron fruto de una iniciativa del club, sino de grupos de amigos y aficionados que espontáneamente decidieron homenajear al gran Barrufet. El Palau hizo ayer algo grande: recibir la mayor entrada del año (5.674 personas) para decir adiós. Una ceremonia sencilla, algún regalo (el Naturhouse, por ejemplo, le llevó vino de Rioja con etiquetas personalizadas) unos vídeos, y algo que ni se compra ni se organiza: cariño. Adiós a Barrufet, pues, en una noche grande.

A veces los dioses del balonmano tienen gestos de justicia. Puede, en fin, que el hecho de que al Naturhouse le tocara estar anoche en el Palau sea una especie de premio a un equipo que está cuajando una temporada fuera de todos los límites previsibles. Los jugadores de Jota González pueden decir que estuvieron aquí esa noche, y sin duda será un buen recuerdo.

Si fue acto divino, desde luego que es justicia: porque dada la victoria del San Antonio sobre el CAI de ayer, el Naturhouse está a un paso (ganar al Octavio en casa el sábado) de acabar la Asobal en la quinta posición. Sólo superado por Ciudad Real, Barça, Valladolid y Ademar. Increíble.

Ésa será la historia del sábado que viene. Antes habrá que contar la de este sábado aunque, en realidad, no tenga demasiada chicha. Al menos, chicha de la que se entiende por normal en un partido de balonmano. O sea, tácticas, esfuerzos, jugadores y disputa. Porque el partido, lo dicho, fue rarito.

Sin tensión

Cuando dos equipos de balonmano no quieren pegarse (en el mejor sentido de la palabra) las cosas son extrañas. Y ayer nadie quería pegarse con nadie: la noche era demasiado bonita, y flotaba demasiado buen rollo en el ambiente como para que brotara ese instinto asesino que distingue a este deporte.

Así las cosas, sin defensas fieras y con no demasiada gana por el contacto feroz, los goles fueron llegando. O, más bien, fueron lloviendo. Nunca había encajado el Naturhouse 22 tantos en una primera mitad; lo normal es que si eso pasa en el Palau, el partido vaya camino de una paliza. Pero es que el Naturhouse había hecho 18 goles, algo pocas veces visto ante un rival así.

Y es que el ambiente era raro. El pabellón estaba como distraído, como mirando el partido a medias, sólo atento a las paradas de Barrufet para inspirarse. El Naturhouse jugaba con fluidez en ataque, pero no defendía apenas nada, mientras Iker Romero tenía uno de esos días de los que sólo el vitoriano parece capaz: 7 goles en la primera mitad.

Así, mientras aumentaba la cuenta de gol tras gol en las dos áreas, hacía falta un elemento que desequilibrara la cosa. Y fue el que casi siempre utiliza el Barça, el contraataque. Entre Tomás y Noddesbo (que debe ser el pivote que más corre del mundo) pusieron la distancia necesaria. Que llegó a ser de hasta 6 goles (19-13, minuto 25) pero que se quedó en cuatro al final de la primera parte.

Y en realidad, ahí se iba a quedar. Del Naturhouse se puede decir que contribuyó al partido de homenaje a David Barrufet siendo un rival honroso, que no dejó de pelear por el partido y que mantuvo la cara durante todo el encuentro. Tanto fue así, que incluso se permitió acercarse (30-28) utilizando sabiamente a sus dos pivotes, tanto el habitualmente afinado Romero como el ayer muy afortunado Silva.

Ahí, como tantas otras noches, apareció don David, sumándose a su fiesta con muchas paradas e incluso un gol. No faltó de nada. Buen final para un gran jugador: Barrufet vivió la fiesta que se merecía.

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