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PABLO ÁLVAREZ
Lunes, 26 de abril 2010, 18:51
Y cuándo acabará esto. Lo ideal sería decir «nunca»: ojalá este Naturhouse tan sorprendente siguiera sorprendiendo día a día. Como si les diera igual si el rival es mediano, grande o muy grande, los chicos de Jota González avanzan por este final de temporada plenos de seguridad, acierto y éxito. Ayer cayó un super-grande, el Lemgo. Y cayó con justicia y con holgura.
Y nadie lo hubiera dicho en los primeros cinco minutos. El equipo alemán salió como se espera de un gran equipo. Confiados en una defensa muy complicada de penetrar, los teutones jugaban en ataque a la velocidad de la luz, sin dar tiempo a que el Naturhouse pusiera a funcionar su defensa. Entre Kraus y Kehrmann pusieron la cosa en 1-4 cuando apenas habían pasado cuatro minutos. Y en el Palacio las cosas no tenían buena pinta.
Pero por lo visto hasta ahora siempre hay que confiar en este Naturhouse. El equipo de Jota González no se puso nervioso, asentó su defensa y empezó a hacer sufrir a los teutones. Que sufrieron mucho desde ese momento: en los 26 minutos que quedaban para acabar la primera parte el Lemgo iba a hacer 7 goles. Muy poco para un equipo con tanta pólvora en ataque.
El mérito era exclusivo de la defensa del Naturhouse. El 5-1 de los riojanos volvió a funcionar a pleno rendimiento. Incluso aunque falten muchos jugadores que son fundamentales en ese cometido -Sorrentino e Isaías- o incluso aunque haya que echar mano de gente que nunca había defendido en ese lugar (Silva en el lateral, por ejemplo).
De hecho, el Lemgo puede dar gracias de que el Naturhouse empezara así de frío (o ellos así de bien), porque el parcial del resto de la primera parte (12-7) hubiera podido romper el partido muy pronto, algo que siempre es muy peligroso.
Al ataque
En ataque, mientras, pasaba algo curioso. Reducido (sin Sorrentino ni Isaías) a un equipo con muy poco tiro exterior, el Naturhouse debería sufrir mucho contra una defensa tan fuerte y tan contundente como el 6-0 alemán. Y sin embargo, los de Jota se volvieron a ir ayer a los 30 goles, una frontera que alcanzan con relativa facilidad.
Lo de ayer hay que achacárselo a unas cuantas cosas. Primero, a que hay gente, como Víctor Vigo o Ángel Romero, que han alcanzado un nivel de crucero muy importante. Después, a que hay otros jugadores con un plus de carácter que sirve para estas ocasiones, como Paco López. El ayer único lateral zurdo del Naturhouse jugó un partido lleno de eso que, huyendo de palabras malsonantes, puede definirse como casta.
Y Sasha Tioumentsev, que sigue mostrando que su talento tiene poco techo. Sus fintas, su lanzamiento, su arrojo volvieron loca a una defensa alemana que no sabía si salir (y arriesgarse al quiebro imposible) o si quedarse (y abrir hueco para el lanzamiento seco y terrible).
El 13-11 del descanso era un preludio de cómo iban a ir las cosas. A los alemanes les costaba mucho hacer gol, y eso que Mudrow iba sacando conejos de esa enorme chistera que tiene en el banquillo. Si no funcionaba Glandorf, el gran tirador ayer muy sequito, salía Hermann, lleno de recursos. Y si no, aún había un tercer zurdo, el húngaro Mocsai, que mantuvo a los suyos vivos al final del partido.
Si no funcionaba Kraus (ayer, penaltis y poco más), la nómina de laterales parecía no tener fin. Y siempre estaban los dos maravillosos extremos, el gran Florian Kehrmann y, en la otra esquina, el rubio Jens Bechtloff, un talento.
El fondo de armario le valió al Lemgo para salir de Logroño con vida, porque en el conjunto del juego todo seguía igual. O sea, que a los alemanes les costaba mucho hacer gol (y Gregor Lorger, magnífico de nuevo, contribuía a ello), mientras los riojanos veían puerta con algo más de facilidad. La diferencia fue creciendo poquito a poco, hasta esos cinco goles con los que acabó el partido.
Pudieron ser alguno más, pero o no hubo suerte (como en ese último lanzamiento de Sasha Tioumentsev que se fue a la cepa del poste) o se perdieron algunos balones tontos en el peor momento.
Pero nadie puede decir que lo de ayer no sea un éxito para el Naturhouse. Ganar por cinco al Lemgo no garantiza casi nada con un partido de vuelta en Alemania. Pero para el Naturhouse, envuelto en la magia de esta temporada tan inesperada, es un auténtico logro.
La semana que viene será Alemania, y será otro tipo de patido, con los alemanes en casa y con lo que eso supone en Europa, sobre todo a nivel del arbitraje. Pero eso será otro cuento. Parecería imposible, pero a estas alturas empieza a parecer que ese adjetivo no existe. Al menos, no para estos chicos.
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