

Secciones
Servicios
Destacamos
DR. J. LASIERRA CIRUJEDA
Domingo, 25 de abril 2010, 02:56
Todos somos conscientes de que a pesar de los riesgos que nos acechan permanentemente, nuestra esperanza de vida se prolonga a cotas insospechadas, principalmente a partir de los años 60 de la pasada centuria. El hombre a lo largo de su existencia ha dedicado tiempo a intentar descubrir el elixir de la inmortalidad, tal como lo buscó durante gran parte de su vida en forma de fuente de la salud Ponce de León, por mandato de Rey Católico, sin que pudiera hallarlo. Sin embargo en los tiempos que corren, nuestra esperanza de vida puede llegar a ser, sin darnos cuenta, tan importante y tan larga, que nos lleve en esta fase terrenal al aburrimiento. A principio del siglo XX nadie podía sospechar que 100 años más tarde se pudiera doblar la esperanza de vida. Muchos son los factores que determinan la esperanza de vida, sobre todo para los que han nacido al inicio del siglo XXI.
La tozudez de la investigación científica es la responsable de este largo vivir que nos espera. No obstante, esta fuente de salud a que está abocada nuestra civilización occidental, se ve favorecida en el terreno saludable si colaboramos con los hallazgos de la investigación científica. La ciencia nos dice que hay un trípode muy cercano a nosotros cuya práctica nos puede llevar a la fuente del elixir de la larga vida. Se refiere a la restricción calórica (RC), el ejercicio físico (EF) y el placer de unas copas de vino tinto con moderación.
La RC está considerada como el principal camino para proteger la salud y alargar la longevidad. Consiste en limitar la ingesta alimenticia por debajo de las necesidades, con suficiente aporte de minerales y vitaminas para no crear una mala nutrición. Alargar la longevidad lleva consigo una disminución de enfermedades como: hipertensión arterial, diabetes y arteriosclerosis, tríada que lleva prematuramente a la muerte por cardiopatía, siendo el Infarto Agudo de Miocardio (IAM) la primera causa. La antítesis de la restricción calórica es el consumo excesivo de calorías hasta llegar a la obesidad, entidad patológica que conlleva la muerte prematura. Ejemplo muy expresivo lo tenemos en los luchadores de Sumo. Desde su niñez son elegidos y preparados para esta clase de lucha. De manera progresiva a lo largo de unos diez años son sometidos a un aumento progresivo de calorías hasta llegar a unas 10.000 calorías día para conseguir un peso desorbitado pero idóneo para la práctica de este deporte. Estos luchadores, exponente de obesidad, con pesos que pueden oscilar entre los 130 y 170 Kg, padecen con prontitud patología hipertensiva, diabetes, dolores articulares por sobrecarga, hepatopatías graves por ingesta de manera abusiva de alcohol, muriendo gran parte de ellos a edades tempranas entre los 60 y 65 años por paro cardiaco debido a IAM.
El EF, tan popular, se caracteriza por incrementar de manera importante la demanda de energía, para lo cual se requiere un aumento considerable de oxígeno, siempre relacionado con la edad, sexo y nivel del ejercicio que se realiza y frecuencia del entrenamiento, produciendo una cantidad de radicales libres, sustancias nocivas base del envejecimiento, proporcional al esfuerzo. El ejercicio de alta intensidad o de larga duración lleva consigo la producción de altas concentraciones de radicales libres que puede llegar a sobrepasar los mecanismos neutralizadores de las defensas antioxidantes, creando el estrés oxidativo con el consiguiente daño celular. Por el contrario, el ejercicio moderado produce una menor tasa de radicales libres que pueden ser neutralizados por las sustancias antioxidantes plasmáticas fisiológicas sin que puedan llegar a producir estrés oxidativo, es decir, sin llegar al daño celular.
El consumo moderado de vino tinto es reconocido por su bondad en la prevención de procesos cardiovasculares, cáncer, demencia senil, enfermedad de Alzheimer y en una miscelánea de patologías. El vino tinto contiene una alta concentración de un derivado fenólico llamado resveratrol, sustancia que se halla en la piel de la uva negra, responsable de los beneficios biológicos tras su ingesta cuyo efecto es potenciado por un nutrido grupo de compuestos bioactivos liberados en la vinificación.
El resveratrol, de gran interés biológico, tiene efecto similar al que desarrolla la restricción calórica. Tanto la RC como el resveratrol activan a las sirtuinas, últimamente reconocidas como la clave de la longevidad. El papel biológico de las sirtuinas puede ser de primer orden en la modulación del control del metabolismo del cuerpo humano, protegiendo contra muchos procesos crónicos como la obesidad, diabetes tipo II, hipertensión arterial, cardiopatias y sobre todo contra los procesos neurodegenerativos tipo demencia senil, E. de Alzheimer y cáncer. No obstante, el ancho campo biológico de acción de estos genes requiere estudios ulteriores para considerarlos como dianas farmacológicas para futuras acciones terapéuticas, principalmente contra enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.