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Los socialistas abuchean a Sanz durante una de sus intervenciones. :: J. MARÍN
Escándalo en el Parlamento riojano
La rioja

Escándalo en el Parlamento riojano

En una decisión histórica, Ceniceros levanta la sesión tras las protestas de la diputada después de que Del Río llamara a Calparsoro «amigo de los socialistas». El presidente del Parlamento suspende el pleno ante la negativa de Inmaculada Ortega a abandonar el hemiciclo

TERI SÁENZ

Viernes, 16 de abril 2010, 09:59

Las bombas que Gobierno y oposición venían arrojándose en el Parlamento riojano estallaron definitivamente en el pleno convocado ayer. Y con el mayor de los estruendos posibles.

Tras amonestar verbalmente a la diputada socialista Inmaculada Ortega por tres veces, el presidente de la Cámara, José Ignacio Ceniceros, le instó a abandonar el hemiciclo. El rechazo de Ortega llevó a Ceniceros a suspender momentáneamente la sesión durante media hora y reunir a la Mesa y Junta de Portavoces. De vuelta al hemiciclo y en un ambiente de máxima tensión, la parlamentaria volvió a negarse a salir y el presidente repitió la decisión: receso y convocatoria de los responsables de los Grupos. De nuevo en sus escaños y dado que ninguna de las partes cedía, el presidente adoptó una decisión sin precedentes: suspender la sesión hasta una próxima convocatoria ante la indignación de la oposición y la repulsa del PP a la actitud de la diputada del PSOE.

La chispa que encendió definitivamente la llama fue una frase de Ortega dirigida a Ceniceros tras la intervención del consejero de Presidencia a preguntas sobre el uso particular de un coche oficial. «Es una pena que sea un presidente de parte», le espetó después de que Emilio del Río calificara de «amigo de los socialistas» al fiscal superior, Juan Calparsoro, y el presidente no censurara las palabras del portavoz gubernamental. «No soporto más insultos», respondió Ceniceros a la diputada para amonestarle por una tercera vez y, posteriormente, suspender la sesión.

La decisión da por sí misma la medida de lo convulso, crispado y áspero que resultó un pleno que empezó tensionado desde el minuto cero y alcanzó su cénit con la intervención de Del Río y el desafío entre Ortega y Ceniceros, culminando así una abruptísima semana en el capítulo de la política regional.

Audis y multas

Apenas sentadas sus señorías y mientras resonaban los pitos de los sindicatos concentrados en la calle contra la privatización del servicio de lavandería del San Pedro, el socialista Pablo Rubio solicitó la palabra por alusiones personales. Desde el atril, el diputado aludió a la referencia que Pedro Sanz había hecho a su familia en el pleno anterior en el que había estado ausente. «Respete el honor de las personas», recomendó al presidente de La Rioja que, en el turno de réplica, ratificó lo dicho aunque reconoció no recordar las palabras. «Usted tiene mucho que callar», insistió Sanz provocando los primeros abucheos entre la oposición.

Fue sólo un aperitivo. Tras la no menos agitada intervención del mandatario regional sobre la actuación de su Gobierno respecto al viñedo ilegal, Emilio del Río respondió a la pregunta de Inmaculada Ortega sobre un hecho acaecido en noviembre del 2008: la toma del volante del Audi oficial por parte del consejero en un tramo del trayecto que hizo entre Logroño y Zaragoza, dejando al margen al chófer. «Sí, conduje el coche, ¿y qué?», afirmó Del Río garantizando que lo hizo «con toda normalidad y seguridad». «Todo lo demás que han dicho -que fue a una velocidad excesiva, que recibió una multa...- es una sarta de calumnias e injurias». Y añadió: «El único que conduce de forma temeraria es el líder máximo del PSOE al que no hacen más que ponerle multas y quitarle puntos», dijo. El aludido exigió su derecho a réplica y salió al atril mostrando todas las multas de circulación (alguna de ellas se le cayó al suelo) que se le han impuesto -«todas están pagadas en el banco porque, como cualquier ciudadano, Martínez Aldama comete errores, pero no usa sus influencias para taparlos»- y exigiendo la dimisión del consejero «por indecente». Del Río contraatacó con toda la contundencia: «el fiscal superior ya abrió diligencias de oficio sobre aquel episodio y las archivó; ¿va abrirlas también el amigo de los socialistas por el delito de calumnias e injurias que se están profiriendo hoy?».

La guerra política ha comenzado. Por lo visto ayer, será larga y la munición, del calibre más grueso.

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