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Los riojanos recuperan chispa y alegría frente al Alcobendas, y cogen moral para la cita europea
Balonmano | naturhouse 30 - alcobendas 24

Los riojanos recuperan chispa y alegría frente al Alcobendas, y cogen moral para la cita europea

Sólo la relajación final impidió que la diferencia, que llegó a ser de 10 goles, acabara en paliza

PABLO ÁLVAREZ

Miércoles, 24 de marzo 2010, 18:11

El Naturhouse tenía ganas. Unas ganas tremendas: de hacerlo bien o, más bien, de dejar de hacerlo mal. De quitarse de encima esa molicie de equipo gris que le ha acompañado en las últimas semanas, y que había hecho que hasta el más entusiasta empezara a dudar sobre si aquel equipo que maravillaba en diciembre no se habría ido para siempre.

Aún es pronto para decir que ese Naturhouse ha vuelto, pero lo que sí está claro es que el grupo que ayer pasó por encima del Alcobendas no tiene nada de triste. Y menos de gris: un equipo con rabia, con chispa, con ganas y con velocidad. Un equipo con muchos recursos en defensa, que le permiten tener mucha seguridad en ataque. Lo dicho: los jugadores tenían ganas de quitarse mucho peso de encima, y lo demostraron.

Y eso que, en el inicio, todo ese peso estaba muy presente. Alcobendas estuvo mandando en el marcador durante los primeros 6 minutos, sobre todo porque el Naturhouse sufría de lo mismo que viene padeciendo en las últimas jornadas: el síndrome de la muñeca blanda. Es una enfermedad más mental que otra cosa, que hace que los jugadores fallen el último pase cuando lo tienen hecho, pierdan el balón cuando todo está a su favor o marren al cuerpo del portero los lanzamientos más claros.

Así -fallando, malpasando, perdiendo- el Naturhouse dejó que los madrileños de Rafa Guijosa, uno de los equipos más aguerridos de esta liga, se viniera arriba durante un rato.

Pero era un espejismo, o algo muy similar. Porque aunque el ataque no funcionara aún, la defensa sí lo hacía. La rabia de los franjivino salió a relucir en un 5-1 primoroso, lleno de agresividad y anticipación, que tapaba las vías por las que circulaba el balón de los madrileños. Y Alcobendas, sin esa velocidad de bola endiablada que le hace pelear casi todos los partidos, pierde muchos enteros.

A por ellos

La defensa permitió que el ataque tuviera tiempo de serenarse y de empezar a hacer las cosas bien. Cuando dejaron de cometerse errores, al Alcobendas se le empezó a hacer la noche cuesta arriba. Poco a poco, el Naturhouse empezó a subir en el marcador en un esfuerzo atacante muy colectivo. Al final de los 60 minutos todos los jugadores del Naturhouse habían anotado. Todos, menos Ales Silva, muy maltratado por el arbitraje. De hecho, dos exclusiones seguidas al brasileño impidieron que el Naturhouse rompiera demasiado el marcador. Al descanso, 13-10.

El roto llegó en la segunda mitad. El 5-1 seguía funcionando a la perfección, y encima el Naturhouse, lleno de ganas por comerse la cancha, salía como una centella. Marc Amargant estuvo infalible en la segunda mitad, y la dirección de Víctor Vigo y la velocidad de Sasha Tioumentsev pusieron el resto. El partido iba abriéndose, abriéndose... El 28-18 llegó en el minuto 17, y ahí el Naturhouse frenó. Con la rabia apaciguada, los riojanos dieron un poco de aire a un Alcobendas que, apoyado en su portero Mijatovic, aprovechó para arreglar un poco el desaguisado (28-23).

El 30-24 final sirve para una constatación: el Naturhouse ha reencontrado su forma de ser, y eso es bueno. Ahora viene Europa, y eso será otra historia.

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