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REGIÓN

«Sí que hay dinero para cambiar las aceras, pero no para la I+D+i»

«Los empresarios se están dando cuenta de que la innovación es la única forma para lograr sobrevivir», apunta Blanco Julio Blanco Director de la Cátedra de Innovación de la UR

LUIS J. RUIZ

Viernes, 19 de marzo 2010, 12:15

Como director de la Cátedra de Innovación, Tecnología y Gestión del Conocimiento -creada en el 2008 por el Gobierno de La Rioja, la Federación de Empresarios de La Rioja y la Universidad de la Rioja- Julio Blanco defiende a capa y espada la trascendencia económica de la apuesta por la innovación -«es la única forma de sobrevivir», apunta- y critica con la misma vehemencia el destino de ciertas partidas: «Sí que hay dinero para cambiar las aceras, pero no para la I+D+i».

- ¿Está concienciada la sociedad de la importancia de la innovación?

- Las empresas cada vez tienen más claro que o innovan o compran patentes y si ésta es su apuesta saben que no van a poder competir con otros mercados como el chino. Por eso el espíritu innovador en productos y procesos está cada vez más potenciado. Desde la Cátedra abrimos nuevos caminos para modelos que los empresarios no conocen como el ecodiseño o la inteligencia artificial. Los empresarios sí que se están dando cuenta de que la innovación es la única forma para lograr sobrevivir. El único inconveniente: que no hay dinero. Sí lo hay para hacer aceras pero no para la I+D+i.

- Con la actual inversión en I+D+i, ¿es posible cumplir los objetivos del Plan Estratégico?

- Es impensable que con el nivel actual de dinero destinado a la innovación seamos una región puntera en Europa. En España será complicado, pero en Europa inimaginable. Todo el mundo lo tiene asumido pero el problema es saber de dónde salen los recursos.

- ¿Los empresarios también tienen asumido que deben apostar por procesos innovadores?

- Las empresas riojanas saben que tienen que hacerlo para posicionarse en el mercado. O innovan con nuevos productos o aportan un valor añadido a los que tienen o no pueden posicionarse. Están intentando desarrollar algo, pero no tienen capital. Eso hace que, por ejemplo, los buenos técnicos que salen de la Universidad se marchen. Dos de nuestros alumnos están ahora trabajando en proyectos muy interesantes en Inglaterra.

- ¿La pequeña dimensión de la empresa riojana condiciona su capacidad innovadora?

- Ese tamaño reducido tiene una ventaja, que es su capacidad de decisión, que está restringida a una o dos personas y que acelera el proceso. El inconveniente, lógicamente, es su limitada capacidad de conseguir financiación.

- ¿Qué papel debe jugar la Universidad de La Rioja en el escenario regional de la investigación y la innovación?

- Debe ser el proveedor de investigadores y de servicios de la comunidad y de las regiones limítrofes. Hay que tener en cuenta que una empresa pequeña no puede tener un departamento de I+D+i, con lo que cuando quiera desarrollar productos o procesos debe recurrir a la Universidad. El referente de estos sistemas de funcionamiento es el de las universidades estadounidenses.

- La innovación en el ámbito universitario, ¿se limita a los procesos tecnológicos?

- Habitualmente hace referencia a procesos y desarrollos, pero también se puede trabajar mucho en otros modelos de negocio como la lengua o incluso los idiomas, que es una barrera habitual que la empresa riojana tiene cuando sale al exterior.

- Siendo la Universidad de La Rioja uno de los centros que más apuesta por la innovación, de sus paredes habrán salido numerosas patentes.

- Hay numerosos ejemplos como un sistema de ventanas oscilobatientes para una empresa que ahora copa el mercado o un dosificador automático para conservantes y colorantes. Entre las más innovadoras está un sistema que hemos desarrollado para una empresa de calzado y que consiste en que los zapatos, al caminar, aprovechan la energía que se genera para recargar el teléfono móvil.

- ¿Y qué papel juegan los alumnos de la Universidad?

- Intentamos involucrar a los estudiantes que están en los últimos cursos o preparando el proyecto para que, mientras lo redactan, trabajen como becarios. Ellos se encargan de buena parte del trabajo duro, pero acaban adquiriendo mucha experiencia laboral y con el proyecto terminado. En muchos casos, además, la propia empresa con la que trabajamos deciden incorporarles en su plantilla.

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