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J. SAINZ
Jueves, 18 de marzo 2010, 11:06
Imposible elegir una sola imagen cuando cada una puede contar mil historias y todas juntas ilustran una parte vital de la memoria colectiva de este país. Hay que verlas todas. En esta página sólo han cabido cinco: un rey que parece doblegarse ante el vacío que se abre a sus pies, un nuevo ingenio aéreo sobrevolando la gran ciudad evanescente, un grupo de jóvenes festejando una época de esperanza sin sospechar su fugacidad, una desordenada fila de evacuados de guerra que huye tristemente entre el humo y las ruinas... Hay una quinta imagen menos reconocible: un hombre que parece flotar mientras observa, desde su punto de vista elevado, un escenario confuso.
Ese hombre es Luis Ramón Marín (Madrid, 1884-1944), un pionero del reporterismo en España, autor de estas fotografías y de las aproximadamente 170 que componen la exposición que acoge la Sala Amós Salvador desde ayer y hasta el 23 de mayo. Imposible elegir una sola imagen. Y ésta es sólo una selección de los cerca de 18.000 negativos del archivo del autor, conservado durante años por su familia y depositado finalmente en la Fundación Pablo Iglesias. Su hallazgo supuso un descubrimiento documental extraordinario. «Como encontrar el cofre del tesoro», comentó ayer Francisco Serrano, director general de Fundación Telefónica, entidad que ha restaurado este patrimonio y producido hace dos años la exposición programada ahora en Logroño por Cultural Rioja. Una cita cultural imprescindible y una lección de historia.
Su calidad estética es innegable; un deleite. Pero el valor testimonial de esta colección supera cualquier descripción. La muestra recorre cuatro décadas de trabajo del fotógrafo madrileño, contemporáneo de otros grandes maestros de comienzos del siglo XX, y destaca porque permite, casi un siglo después, recomponer gráficamente la sociedad española de aquel tiempo a través de sus personajes, desde la familia real a los golfos de la calle; de los acontecimientos históricos de la época, como la jubilosa proclamación de la República o el desastre de la Guerra Civil; de los sucesos dramáticos, las fiestas populares, los enfrentamientos deportivos y la aparición de los nuevos ingenios mecánicos, con especial presencia de la aviación...
«Su obra dibuja el perfil de un fotógrafo que vivía lo que hacía -señalan los comisarios de la exposición, Rafael Levenfeld y Valentín Vallhonrat-, más allá de quién fuera su cliente. La variedad de contenidos refleja la enorme vitalidad con la que llevó a cabo un sinfín de actividades. No sabemos si es la fotografía y sus contenidos lo que le aportó esta alegría a su vida o si es al contrario».
Marín publicó su inmenso trabajo en el periódico 'Informaciones' y colaboró con revistas gráficas. Pero, como tantas cosas en España, fue censurado por la dictadura y cayó en el olvido. Su familia, sin embargo, no lo dejó morir completamente y ahora ven recuperado su legado. Y con él parte de la memoria histórica del país.
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