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DIEGO MARÍN A.
Sábado, 13 de marzo 2010, 02:10
La muerte de Miguel Delibes no ha pasado desapercibida para nadie. Después de despedir a otros titanes de la literatura, con él se pierde otro de los grandes pilares de la novela contemporánea española. La Rioja no ha sido ajena a la pérdida, ya que el escritor castellano estuvo estrechamente ligado a nuestra tierra.
Su última visita fue para inaugurar el Aula de Cultura de Diario LA RIOJA, el 4 de noviembre de 1994. El salón de actos del instituto Sagasta se llenó hasta la bandera para recibir al novelista, que habló sobre el «fenómeno literario». En estas páginas, Roberto Iglesias destacó que Delibes, en su exposición, había tratado la inspiración artística con palabras como: «Antiguamente se decía que un poeta sin musa era como un cazador sin perro, pero ha quedado claro que las musas siempre fueron un pretexto». El propio Iglesias explicaba que el acto causó gran expectación «y la policía tuvo que intervenir para evitar que las dos puertas del salón de actos fueran abiertas por las personas que llenaban pasillos y escaleras». «Lo primero que recuerdo de las conferencias de Delibes en Logroño son los llenazos que se producían. Las salas siempre estaban a rebosar, algo que contrasta con las conferencias que se organizan ahora, para escuchar a un escritor que tenía la misma precisión escribiendo que hablando», destaca el profesor de la UR y crítico literario de Diario LA RIOJA Miguel Ángel Muro.
En aquella visita a La Rioja, Miguel Delibes aprovechó para visitar Haro y San Millán de la Cogolla. Uno de sus anfitriones en aquel viaje, el entonces director del Aula de Cultura de Diario LA RIOJA, José Arnáez, recuerda que se sintió agradablemente» sorprendido por «el abultado número de jóvenes que escuchaban a Delibes, prueba de que su literatura directa y cargada de humanismo llegaba a todos. También tuve la oportunidad de compartir con él una cena en el cementerio de la bodega de López de Heredia y pudimos saborear vinos que coincidían con fechas especiales en la vida de Miguel Delibes».
La naturaleza y la gastronomía riojana eran los principales atractivos de La Rioja para Delibes. Su nieta Ángeles Corzo recordaba en este mismo periódico (26/11/2006): «Daba igual por qué frontera accediera a Francia: la visita a El Cachetero era obligatoria». Diego Arechinolaza, responsable del restaurante logroñés, lo confirma: «Delibes era amante de nuestras verduras, el cardos, las alcachofas». Firmó en el libro de oro de esa casa de la Laurel, donde era cliente habitual: se acercaba siempre que venía a pescar o cazar a La Rioja o sus alrededores. «La última vez que vino estuvo esperando mucho tiempo en una silla a la entrada con una copa de vino porque no había mesa libre. En lugar de ir a otro restaurante, se quedó aquí aguardando y esa imagen suya se me ha quedado grabada para siempre», afirma Arechinolaza. Y eso que, como recordaban ayer los telediarios, Delibes dejó dicho que «la vida es para estar solo un rato».
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