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BORJA CRESPO
Martes, 9 de marzo 2010, 10:30
La pasada semana saltaba la noticia de que un misterioso coleccionista de tebeos había pagado un millón de dólares por el número 1 de 'Action Comics', donde aparecía por primera vez Superman. El récord apenas duró unas horas: el tiempo que tardó en venderse un ejemplar del número 27 de 'Detective Comics', protagonizado por otro superhéroe hoy archifamoso, Batman. Ver en una misma línea la palabra cómic y una cifra de siete cifras junto al símbolo del dólar rompió más de un esquema. El humilde tebeo acababa de ingresar en la categoría del Arte con mayúsculas, al menos en lo que a su cotización se refiere.
La 'banda diseñada', como se lo conoce en Francia, donde las novelas gráficas se codean sin problemas con los libros convencionales en las listas de best-sellers, ha dejado también en nuestro país de ser una afición ignorada en los medios de comunicación mayoritarios. Principalmente, porque se ha reconocido a un público adulto, entre el cual hay gente pudiente capaz de aflojar la billetera sin pestañear con tal de conseguir un incunable para su biblioteca. Estos coleccionistas buscan en tiendas ignotas y salones del cómic números descatalogados de su serie favorita, ediciones extrañas, 'merchandising' o páginas originales de dibujantes indispensables.
El revuelo que se ha montado con las ventas millonarias de tebeos antiguos «demuestra que los cómics se han convertido en un valor seguro para inversores, como desde hace tiempo son otras artes como la pintura o la escultura», razona Alberto García Marcos, uno de los impulsores de la página web especializada Entrecomics. «Lo curioso es que éste es un arte de reproducción masiva, por lo que sólo ejemplares muy escasos o antiguos podrán alcanzar precios desorbitados. El millón de dólares pagado por las primeras apariciones de Batman y Superman triplica al menos el anterior récord de venta, que data del año pasado».
De 10 centavos a un millón
El ejemplar de Superman que hizo saltar la noticia data de 1938. En su día costó apenas 10 centavos de dólar. A Fernando Tarancón, editor de Astiberri y responsable de la tienda especializada Joker en Bilbao, el dato le parece «una curiosidad» más. «Lo veo más relacionado con la memorabilia -conjunto de recuerdos- pop que con un fenómeno cultural, como las subastas de objetos de los Beatles o de Marilyn. Es sintomático que estos tebeos sean las primeras apariciones de los más poderosos iconos que ha dado la cultura popular», analiza. El cómic del superhéroe se vendió a través de la página de Internet de subastas estadounidense Comic Connect. El comprador es un empresario neoyorquino anónimo que ya poseía un tebeo similar, aunque peor conservado. Sin ir más lejos, otro ejemplar del mismo número se vendió el año pasado por 317.200 dólares.
Para muchos amantes del llamado noveno arte resulta injusto que miles de personas visiten museos para ver exposiciones de artistas consagrados claramente inspirados en el lenguaje del cómic, como Roy Lichtenstein, mientras su disciplina favorita es relegada a una categoría menor. «Me parece inconcebible que un crítico de arte serio pueda analizar la obra de Lichtenstein sin tener también un mínimo conocimiento de quiénes son, por lo menos, Segar, Jack Kirby o Joe Kubert», protesta el crítico Oscar Palmer, director de la editorial EsPop.
Las millonarias cifras pagadas por los tebeos de Superman y Batman puede parecer una maniobra de márketing viral excepcional, ahora que DC Comics, editorial que respalda las correrías de ambos héroes de papel, forma parte de la escudería de los estudios Warner. La publicidad siempre viene bien para el producto, aunque a Ramón Martínez Noguera, coleccionista de tebeos antiguos, no le ha hecho mucha gracia esta historia: «Prefiero que estas cosas no salgan a la luz, que luego suben los precios de todo», lamenta. «Y no todos los coleccionistas de este tipo somos potentados ni gente excéntrica». Su especialidad son los clásicos de editoriales como Vértice o Novaro. Ramón suele patearse mercados insospechados en busca de materia prima, y en la Red ha encontrado un filón que intenta explotar.
Refugio de capital
Los precios estratosféricos de las últimas subastas han sido acogidos de muy diversas maneras. «No creo que pagar un millón de dólares por el primer Superman o cerca de 800.000 hace unos meses por una página de Tintín tenga que ver con la revalorización del cómic o con un nuevo aprecio de sus méritos artísticos», señala Antonio Altarriba, guionista del excepcional álbum 'El arte de volar', escritor y teórico del medio. «El fenómeno está relacionado con la necesidad del capital de encontrar inversiones seguras en tiempos de crisis».
El presentador de radio y televisión Félix Linares es un gran aficionado al arte secuencial. Seguidor de la obra de autores como Neil Gaiman, Frank Miller y Seth, lo tiene claro: «Esto ya no tiene nada que ver con el cómic. Supongo que los compradores acabarán vendiéndolos por una cantidad mayor. No son coleccionistas, sino especuladores». Mauro Entrialgo, uno de nuestros comiqueros más reconocidos, arroja más luz sobre el asunto. «Los Estados Unidos tienen una historia muy cortita y, por ello, carecen de verdaderas antigüedades y de tradición de culto a la obra original», indica el padre de 'Herminio Bolaextra'. «Eso hace que la especulación objetual tenga que volcarse en piezas de relativamente pocos años de antigüedad -pelotas de béisbol, firmas de famosos, automóviles...- y en objetos seriados como tebeos, discos, libros, muebles...».
«Me fastidia que el mundo del cómic siempre sea noticia por excentricidades y no por su valor cultural intrínseco», protesta Koldo Azpitarte. Médico de profesión, compra todo tipo de cómics y sigue con devoción una treintena de series: Daredevil, Capitán América, Fábulas, Batman y Robin, Ultimate Spiderman, Iron Man... Los superhéroes se llevan la palma en cuestión de coleccionismo. «Son publicaciones periódicas y, por lo tanto, coleccionables», dice. Pero hay de todo, según confirma García Marcos: «Ahora mismo lo que más me motiva coleccionar son reediciones respetuosas como Popeye, Peanuts, Dick Tracy, Terry y los Piratas, Educando a Papá o Gasoline Alley.
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